
Ruta de monigotes en Guayaquil: del suburbio al centro, arte que despide el año
Cada diciembre, Guayaquil se convierte en un museo al aire libre con monigotes gigantes y tradicionales
La llegada de diciembre no solo significa luces navideñas y cenas familiares: también marca el inicio de una de las tradiciones más queridas y coloridas del país, la de los monigotes. Estas figuras de papel, madera y pintura se levantan en calles y barrios como símbolos de creatividad y sátira, y se queman en la noche del 31 de diciembre como un ritual de despedida del año viejo.
La costumbre, que mezcla humor, crítica social y homenaje a personajes populares, se ha transformado con el tiempo. Hoy no solo se ven monigotes pequeños en Guayaquil, sino también estructuras gigantes que parecen parques temáticos. La tradición se ha convertido en un atractivo turístico y cultural que cada año reúne a miles de personas, tanto locales como visitantes, que recorren las calles para tomarse fotos y disfrutar del ingenio de los artesanos.
Monigotes gigantes en el Suburbio de Guayaquil
En el suburbio de Guayaquil, específicamente en las calles 16 y 18, los monigotes gigantes se han convertido en verdaderas atracciones, siendo una tradición anual que se exhibe durante las últimas semanas del mes de diciembre. Allí, familias enteras trabajan durante meses para levantar estructuras que superan los dos metros de altura y que incluyen luces, humo y mecanismos electrónicos.
- El universo de Naruto en cartón y pintura
José Luis Morales se ha convertido en referente gracias a su trabajo con personajes de anime. Este año apostó por Naruto, recreando cinco atracciones del parque temático de Naruto Shippuden en Japón: los Hokage, el sapo Gamabunta en el cual adultos y niños pueden subirse para tomarse fotos, la cueva de Orochimaru, la oficina de los Hokage y por último Kurama, el famoso zorro de nueve colas.

Morales lleva desde 2007 elaborando estas obras y ha ganado seis concursos. “No todos tenemos la facilidad de viajar y ver estas atracciones en otros países, pero tenemos el arte en las manos y podemos plasmarlo aquí”, explica. Con cuatro meses de trabajo junto a tres personas, logró levantar un espacio que cobra apenas un dólar por entrada y que permite a los visitantes tomarse fotos ilimitadas. José Recomienda que visiten el lugar de noche para que puedan apreciar el show de luces y humo que tiene la atracción.
- Pennywise: Luces, humo y terror festivo
Carlos Gómez, con ocho años de experiencia en la creación de monigotes gigantes, decidió este año apostar por el terror. Inspirado en la serie Welcome to Derry, levantó un imponente Pennywise que incluye luces y cámaras de humo.
Su obra tardó dos meses en completarse y, como en otros casos, cobra un dólar por entrada. Gómez ya ha dado vida a personajes como los Minions, Nobita y los protagonistas de Intensamente. “Me gustó porque era un personaje en tendencia, a la gente le ha gustado porque pasan por aquí a visitarlo y los comentarios son positivos”, cuenta.

El resultado es un monigote que mezcla espectáculo y el terror y que se ha convertido en parada obligatoria dentro de las rutas organizadas en el suburbio.
- Demon Slayer: Ánime para los jóvenes
El tercer gigante destacado es el monigote de Demon Slayer, creado por Rodolfo Robalén. Con una inversión de 500 dólares y dos meses y medio de trabajo, Robalén apostó por un anime que arrasa entre los jóvenes.
Su propuesta busca atraer a fanáticos del género y mostrar que el arte popular también puede dialogar con las tendencias internacionales. Además, Robalén tiene una regla personal: cada año elige el personaje que considera que fue el más popular, aquel que marcó la conversación cultural y que conecta con las nuevas generaciones.

Aunque sabe que al final los monigotes serán desarmados y destruidos, asegura que ya es parte de la tradición. “Lo importante es el proceso, el esfuerzo y la alegría que genera en la gente. Es un arte efímero, pero cada diciembre volvemos a empezar”, comenta. Para él, la quema no significa pérdida, sino renovación: un ciclo que se repite y que mantiene viva la costumbre de transformar cartón y pintura en símbolos de identidad colectiva.
Monigotes tradicionales: Humor y personajes virales
Mientras los gigantes atraen multitudes en el suburbio, en el centro de Guayaquil la calle 6 de Marzo mantiene viva la tradición de los monigotes normales. Allí, decenas de vendedores ofrecen figuras hechas a mano que van desde pequeñas creaciones hasta estructuras de dos metros.
Este año, los personajes más populares reflejan el pulso de la cultura digital y el cariño por los clásicos. Los capibaras y los brainrots italianos, que se hicieron virales en TikTok, se han convertido en favoritos de los jóvenes. A la par, nunca faltan los íconos de siempre: El Chavo del Ocho, Shrek y Spiderman, que siguen siendo parte del imaginario colectivo y garantizan ventas seguras.

Los precios de estos monigotes varían según el tamaño y el diseño. Los más pequeños pueden encontrarse desde 5 dólares, mientras que los más elaborados alcanzan cifras mayores. La accesibilidad de los precios hace que cualquier familia pueda llevarse un pedazo de tradición a casa, ya sea para quemarlo en la noche del 31 o para exhibirlo como parte de la decoración festiva.
Una tradición ecuatoriana
Los monigotes, gigantes o normales, son mucho más que figuras de papel: son un espacio de encuentro y un acto de creatividad colectiva. En Guayaquil, esta tradición sigue creciendo y reinventándose, demostrando que el arte popular puede ser tan poderoso como cualquier espectáculo oficial.
Con Naruto, Penny Wise, Demon Slayer, capibaras y demás personajes de películas y series decorando las calles, la ciudad se despide del año con fuego, color y memoria. Una fiesta que, más allá de la quema, celebra la capacidad de reírnos de nosotros mismos y de compartir cultura en comunidad.
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