
Ricardo Koenig: "El sur de Guayaquil se queda sin opciones de atención pediátrica"
En entrevista con EXPRESO, el activista argentino lamenta el cierre del Hogar Inés Chambers y los desafíos del León Becerra
Tras 15 años al frente de la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, Ricardo Koenig, empresario y activista social argentino de 80 años, dejó su cargo en medio de una severa crisis financiera. En entrevista con EXPRESO cuenta los desafíos económicos, el cierre del Hogar Inés Chambers, y el futuro incierto del hospital León Becerra.
Señor Koenig, después de una década y media liderando la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, ¿cómo inició este recorrido y qué lo motivó a involucrarse?
Me incorporé por invitación del sociólogo Víctor Maridueña, quien era el presidente en ese momento. Cuando él retomó sus funciones como concejal del municipio de Guayaquil, yo me integré al directorio y posteriormente fui designado presidente. Desde el primer día entendí que la institución enfrentaba varios desafíos propios de organizaciones sin fines de lucro, no contábamos con recursos propios y dependíamos casi exclusivamente de los pagos por los servicios prestados, tanto del Ministerio de Salud Pública como del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
¿Qué tipo de servicios prestaban exactamente estas instituciones?
La Benemérita mantenía dos frentes principales: el Hospital León Becerra, dedicado en su mayor parte a la atención pediátrica, y el Hogar Inés Chambers, enfocado en la protección de la niñez en estado de vulnerabilidad. Siempre procuramos cumplir el objetivo con el que fue creada la institución: la protección y bienestar de los niños.
¿Cuál ha sido el mayor obstáculo que enfrentaron durante este tiempo?
El mayor problema ha sido la falta de pagos por parte de los gobiernos, y no hablo solo de este, sino de varios gobiernos a lo largo de los años. Tanto el IESS como el Ministerio de Salud Pública derivaban pacientes al hospital. Nosotros los atendíamos, realizábamos cirugías, tratamientos y entregábamos las liquidaciones. Pero los pagos eran lentos, lo que generó un efecto dominó: no podíamos pagar a los trabajadores ni a los proveedores. Eso generó malestar, pues los empleados también tienen familias que mantener.
A pesar de estas limitaciones económicas, lograron impulsar proyectos de gran impacto social.
Así es. Logramos establecer un convenio, desde 2012, con la Prefectura del Guayas, lo que nos permitió traer misiones médicas internacionales, principalmente de Estados Unidos y Francia. Estos equipos quirúrgicos venían a operar gratuitamente a pacientes con discapacidades físicas, como deformidades en manos y pies, que con una cirugía mejoraban enormemente su calidad de vida. Los médicos financiaban sus viajes y estadía, pero los gastos hospitalarios como medicamentos, insumos y preoperatorios los cubríamos nosotros, con el apoyo de la Prefectura. Gracias a estas misiones realizamos 63 jornadas quirúrgicas y atendimos a más de 5.700 personas.
¿Qué sucedió finalmente con el Hogar Inés Chambers?
Lamentablemente, la deuda del IESS no solo afectó al hospital, sino también al Hogar Inés Chambers. Durante mucho tiempo, amigos empresarios aportaron generosamente alimentos para los niños, pero la situación económica nacional también los golpeó, y no pudieron seguir apoyando de manera indefinida. Llegó un punto en que fue insostenible mantener el hogar abierto, ya no podíamos pagar al personal. Fue muy doloroso cerrar un hogar que, sin falsa modestia, podría decir que era uno de los mejores del país, por la calidad de su infraestructura y del personal especializado.
¿Cuál es la situación actual del hospital León Becerra?
Es muy crítica. El hospital cuenta con 120 camas y 5 quirófanos, pero hoy solo hay 5 pacientes hospitalizados. Los pacientes siguen llegando, pero muchos lo hacen a través del IESS, y nuevamente surge el mismo problema: no sabemos cuándo se harán efectivos los pagos. Y lo más frustrante es que, cuando finalmente realizan algún abono, el IESS primero descuenta los aportes patronales que se adeudan, de modo que el hospital termina recibiendo mucho menos de lo que se le debe.
Esta situación no es única. ¿Cómo analiza el panorama de salud a nivel nacional?
Es un problema estructural que afecta a varias instituciones. Solca, por ejemplo, también debió suspender, por un tiempo, la atención de nuevos pacientes derivados del IESS por los mismos motivos. El sistema no funciona de forma equitativa: las instituciones están obligadas a atender, pero no reciben los recursos de forma oportuna.

Más allá de la gestión administrativa, ¿qué impacto tiene el León Becerra para Guayaquil?
El impacto es enorme. No existen muchos hospitales pediátricos en la ciudad, y menos en el sur de Guayaquil. Así como usted fue atendido en su niñez, miles de niños han pasado por estas instalaciones. La atención médica infantil no solo es curativa, es preventiva, es el acompañamiento que garantiza un desarrollo sano. Cada vez que se reduce la capacidad de un hospital como este, los más afectados son los niños y sus familias.
¿Qué deberían priorizar las nuevas autoridades nacionales frente a esta situación?
Sin importar los cambios políticos, la salud infantil debería ser una prioridad permanente. Siempre escuchamos que los niños son el futuro de la patria, pero si no cuidamos su salud desde ahora, ese futuro será un país enfermo. La realidad es que las enfermedades, los virus y las epidemias siguen afectando a la población, y si no se fortalecen los sistemas de salud, las secuelas de estas afecciones afectarán a generaciones enteras.
Luego de su renuncia, ¿cómo continuará su contribución al servicio social?
Seguiré vinculado a labores sociales a través del Rotary, donde tengo 42 años de servicio. Continuaré aportando, aunque ya no al nivel de dedicación total que tuve durante estos 15 años al frente de la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia. Seguiré ayudando desde donde sea necesario.