En una visita a Guayaquil, la presidenta de la Cámara de Comercio de Quito, Mónica Heller, atiende a EXPRESO y desvela cuál es el estado en que se encuentra el gremio al que representa. Comenta que, a puertas de diciembre, el escenario se muestra lleno de incertidumbre debido a la delincuencia y los apagones. También lamenta de casos de locales que han tenido que cerrar sus puertas.

¿Cuál es el pulso actual en que se encuentra el sector comercial en Quito? ¿Qué novedades existen?

Ha habido una afectación importante. La crisis de inseguridad ha repercutido directamente en las ventas y la crisis energética también. El sector comercial está preocupado, golpeado y prevé un trimestre, que es el más importante del año, muy difícil; la temporada navideña está llena de incertidumbre y muy difícil de manejar porque ya veníamos golpeados, de una recuperación lenta de todo el proceso de COVID y enfrentar dos crisis simultáneas: la de inseguridad y energética, que ponen a todo el sector en riesgo y empiezan a cerrar muchos locales, sobre todo las pequeñas empresas que son sujetas de extorsión y ‘vacunas’, que no tienen los recursos para enfrentar están cerrando sus puertas, generando más desempleo e inestabilidad.

Es un panorama desalentador. Sobre estos últimos casos, ¿manejan una cifra?

Lo que puedo decir es que desde la Cámara de Comercio de Quito hemos hecho encuestas, la semana pasada, de nuestros asociados y el 85 % reporta estar afectados.

¿De qué causas?

El 27 % reporta que sus empresas son sujetas a amenazas, vacunas, asaltos. El 25 % dice ya sentir afectación en temas de ventas, y el 22 % está reportando daños a su maquinaria o equipos por la crisis energética. El 85 % del sector comercial que llenó la encuesta de la Cámara de Comercio de Quito muestra afectación de algún tipo y preocupación importante ante la coyuntura ante los distintos factores.

¿Qué hacer ahora? ¿Cómo cambiar este escenario desde el gremio?

Creo que desde el sector privado se ha hecho el pedido, el reclamo y lo que sugiero, por ejemplo, que los cortes de luz no se hagan todos los días porque cuando se tiene que apagar una máquina no son las dos horas, sino que recalibrar la máquina en ciertas industrias demora otras dos horas; eso quiere decir que tienen apagada su maquinaria cinco horas al día. Sería mejor que si tenemos que tener estos cortes en vez de hacer dos horas por día agrupemos en un solo día y hagamos ocho o diez horas por semana en una sola jornada.

En pocos días se viene un nuevo Gobierno.

Hay mucho optimismo en el sector privado; hemos encuestado a los agremiados a la Cámara y hay esperanza y el deseo que el Ecuador sea un país próspero y de paz.

Conoció algunos comentarios de empresarios de Guayaquil en torno a la preocupación que también se vive acá. ¿Es una situación que se refleja en la realidad de Quito, hay acciones de organización y capacidad de reacción?

El sector privado es estupendo en el Ecuador; es solidario y reacciona siempre ante las emergencias y coyunturas, como por ejemplo lo hemos visto en el terremoto, en la crisis de COVID, en el proceso de vacunación, pero creo que en esta ocasión el sector privado está profundamente atemorizado de las repercusiones, está mermado en su capacidad de reacción porque esto sobrepasa lo que conocemos en el Ecuador. Estamos aprendiendo a vivir con esto y el tema de reacción es difícil. El sector privado no sabe lo que es vivir con inseguridad, con extorsiones, bombas... hechos sin precedentes en el Ecuador. Hay una gran voluntad de apoyar, pero también hay desconocimiento de cómo y dosis de miedo. La sociedad civil tiene que ser parte de la conversación, gremios, academias, observatorios; todos tienen que formar parte y ser aportantes de las soluciones de lo que está pasando.