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Urdesa. En Golden Prague, uno de los espacios que permanecía lleno de clientes desde su inauguración, las mesas y la barra cervecera se ven sin gente.Miguel Canales

La lluvia y el toque de queda pausan la diversión nocturna en Guayaquil

En algunos negocios porteños, la clientela bajó en un 90 %. Temen vivir una crisis similar a la que experimentaron en pandemia

Con una reducción de hasta el 90 % de su clientela trabajan algunos negocios nocturnos en Guayaquil desde el pasado 8 de enero, día en que el toque de queda decretado por el presidente Daniel Noboa los puso a tambalear y la ola de atentados terroristas ocurridos un día después los dejara en nocaut.

Así lo consideran los administradores de restaurantes, bares y discotecas del centro y norte de la urbe. Ellos aseguran que el toque de queda, que rige de 23:00 a 05:00 y que está previsto siga vigente hasta el próximo 8 de marzo, los condena a la quiebra. De una forma similar a como pasó en pandemia, donde les costó recuperarse.

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Luis Tenezaca, encargado de la discoteca Betania Friends, en Rocafuerte y callejón Magallanes, en plena zona rosa, dice que la situación es alarmante porque no se trata de aguantar unos cuantos días, sino más de 50 días en los que está seguro no verán ganancias.

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“Serán dos meses que igual habrá que pagar la renta y sueldos. Todos los locales deberían estar abiertos ahora y solo dos o tres lo están y prácticamente vacíos. Aquí ha habido una reducción de clientela del 90 por ciento. La situación es preocupante”, agregó.

En Kruger Rock Bar, ubicado en las calles Panamá y Juan Montalvo, el panorama es similar. Apenas dos mesas permanecían ocupadas y los clientes no asomaban por ninguna parte.

“Imagínate que sales seis de la tarde de trabajar, vas a tu casa, en lo que te bañas y te vistes, se te hacen ocho de la noche y vas a un lugar para estar solo una hora y ahora sumado a los tremendos aguaceros. Así la gente no quiere salir”, explicó Pablo Ortiz, administrador del negocio.

En el recorrido que EXPRESO realizó por esta zona durante el fin de semana, comprobó que, salvo cuatro negocios, el resto no abrió sus locales o cerró antes de las 21:00.

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Calle Panamá. En Kruger, en la intersección con la calle Juan Montalvo, el panorama es desolador. Las sillas se mantienen sobre las mesas por la ausencia de visitantes.Miguel Canales

El temor por la inseguridad y también la falta de clientes han obligado a algunos negocios a limitar la atención en sus espacios interiores. Por ejemplo, en el cangrejal Manny’s, en las calles Víctor Emilio Estrada e Ilanes, Urdesa, se prefiere evitar que sus comensales usen las tres mesas ubicadas en el portal porque la única “protección” es un enrejado que no brinda mayor seguridad.

“Si lo solicitan, los atendemos afuera, pero en los últimos días no ha ocurrido. Los clientes sienten que es más seguro dentro y buscan precautelar su integridad”, indicó la administradora, quien prefirió no identificarse por seguridad.

90por ciento de reducción de ventas y clientes sufren los bares de la zona rosa

Situación similar ocurre en la cervecería Golden Prague, también en Urdesa. “Desde los atentados hay más presencia de policías, se percibe más seguridad, pero el cliente sigue con temor”, dijo Ana Alaine, la encargada del establecimiento.

En este sitio, los clientes preferían salir para fumar que ocupar las mesas exteriores en el área de fumadores. Ahora no se ve gente ni adentro ni afuera.

Las lluvias solo empeoran la situación, por eso y la inseguridad, la gente no quiere salir

Ana Alaine, administradora de Golden Prague

Federico Delgado, guayaquileño que visitaba el lugar de forma recurrente, prácticamente una vez por semana, es uno de los clientes que ha dejado de frecuentar Golden Prague. “Ahora siento la necesidad de que nos quedemos en casa, esa cervecería me encanta y me siento seguro en ella. Sin embargo, desconfío de la calle pero al máximo. Ahora no me siento bien en ningún lado. Es una pena que por la violencia que nos rodea, los negocios y la vida nocturna, que de por sí permanecía apagada en Guayaquil desde hace algunos años, se apague aún más. Solo espero que todo pase, por el bien de todos que todo pase”, señaló.

El pasado sábado, ni los negocios de la Alborada, ni los restaurantes de Los Ceibos o vía a la costa, así como tampoco los de Sauces, permanecieron con gente. “Los pocos que llegaron pidieron para llevar. La clientela se nos ha ido, lamentablemente lo entiendo...”, señaló la propietaria de un restaurante de asados de Samanes.

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