Familia tóxica
Padres presionan a sus hijos para obtener calificaciones perfectas, sin pensar en su bienestar mental.Miguel Canales / EXPRESO

El día a día de un clan tóxico

Hay figuras paternas que ignoran los deseos de sus propios hijos y proyectan en ellos sus anhelos y estilos de vida. La depresión es solo una de las posibles secuelas

El rol de los padres se fundamenta en la crianza correcta de sus hijos. Sin embargo, lo que definen como correcto varía dependiendo de la familia; en un esfuerzo por guiar a sus hijos, pueden llegar a adoptar conductas abusivas, controladoras y discriminatorias.

“A veces no podía salir con familiares o amigos porque hasta los sábados me mantenía estudiando y no podía faltar por nada del mundo”, dice la guayaquileña Ayleen Murillo, de 22 años, quien relata cómo su padre durante su niñez y adolescencia la presionaba a ella y sus hermanos a estudiar constantemente para obtener puntuaciones perfectas en la escuela y colegio. Ella desde los 8 hasta los 16 años asistió a cursos de inglés los sábados porque su padre consideraba que una persona debe mantenerse todos los días activa desde temprano. No obstante, estas actividades extracurriculares le arrebataban las oportunidades de socializar más con sus amigas fuera de clases.

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“Entiendo que él de pequeño vivía en el campo y vino a la ciudad para asistir al colegio, sudando la gota gorda por la educación, pero para él (lo importante) siempre han sido solo los logros académicos… Con decirte que considera como nota mediocre un 8,5. Y ni decirte si llegaba a sacar un 7, nos quita el apellido”. Ayleen comenta que siempre se mantenían en 8 u 8,5 de promedio, pero esto no satisfacía las exigencias de su padre.

En el caso de Andrea Orbea, de 20 años, su situación es similar en cuanto al control que han tenido sus padres sobre ella. “Mis salidas son cronometradas, mis amistades son cuestionadas y limitadas siempre”, describe Andrea, al hablar del ambiente usual en su hogar.

Una de las excusas que usan al momento de prohibir o acortar sus salidas es que ella no conoce nada del mundo y es inocente por su edad, siendo el mundo exterior un enjambre de males y tentaciones del cual se debe alejar.

Familias tóxicas
Los jóvenes se sienten aprisionados dentro de sus hogares.Miguel Canales / EXPRESO

“Desde pequeña a mi padre nunca le gustó que hable con los niños, no me daba ninguna respuesta al por qué, pero mientras crecía su excusa se volvió que los hombres se aprovechan de las mujeres y te pueden llevar a cometer cosas malas… Pero no solo se volvió controlador con mis amigos varones, también con las mujeres, porque ellas también me van a corromper, según él”, revela.

Tengo más libertad en cosas que compro como la ropa, por mi trabajo; pero el control sobre lo que quiero hacer y mis amigos no ha cambiado desde que soy pequeña.

Andrea Orbea, 20 años
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A María Espinoza, de 21 años, al igual que en el caso de Andrea, también le imponen restricciones a sus salidas. Le escribían “¿cuándo vuelves?”, una y otra vez cada vez que se reunía con amigos. “Estaba el tema de que me llamaban a cada rato para que vuelva a casa y me preguntaban dónde ando, pese a que ya les había dicho hace menos de media hora dónde estaba, y antes de salir ya lo había dicho. Pero lo que siempre me molestó fue el hecho de que había cosas que nunca pude hacer por más que les rogara. Irme de viaje con mi promoción, por ejemplo. Yo no pude hacerlo, mientras que a mi hermano sí lo dejaron y sin protesta alguna por parte de ellos. Todo esto con la excusa de que mi hermano es mayor y cuando tenga su edad yo también podría hacerlo, pero tuve la edad e igual me quedé en casa”.

Mi hermano podía salir donde quiera, sin que lo vigilen y sin presión por volver temprano a casa, pero a mí siempre me mantienen controlada cada vez que salgo.

María Espinoza, 21 años

“Yo soy lesbiana, lo sé desde los nueve años, pero donde vivía nunca lo pude decir, no me sentía bien conmigo misma”, relata la guayaquileña Alexandra Márquez, de 24 años, quien por varias circunstancias no vivía con sus padres, sino con familiares que se encargaron de ella económicamente. “Ellos no supieron de mi sexualidad hasta los 18, pero por boca de otros. Cuando mi tutora supo de esto, lo único que hizo fue reclamarme con un ‘¿cómo que te gustan las mujeres?, así no te criamos, qué dirían tus padres’. Todo eso no fue una experiencia muy bonita… A mí, desde antes de aceptar mi sexualidad, ya me gustaba usar ropa suelta, pero para ella eso no era de mujer y me tocaba usar lo que ella deseaba: ‘la ropa adecuada para una señorita’, como me decía hasta el cansancio”.

Cuando me fui de casa pude mostrarme cómo soy, pero fueron muchos años de ocultar quién soy y soportar que hablen de mi comunidad como algo malo”.

Alexandra Márquez, 24 años

No fue hasta los 22 que Alexandra pudo tener mayor control en sus acciones, cuando decidió vivir sola en Quito, lejos de la familia que la limitaba, pese a que aún le reclamaban por su vestimenta y acciones. Así, ella dice haberse soltado de varias ataduras que no le permitían ser fiel a su personalidad. “Al fin pude ser yo, en mi vestimenta, en mi actuar y mi sexualidad. Libre”.

No era que tuviera notas malas, de hecho eran muy buenas, simplemente no eran las que mi padre hubiese querido y eso siempre le molestó.

Ayleen Murillo, 22 años

“A través del control, denigración, agresión… son las únicas características con las que muchas personas fueron criadas y el único método que conocen”, explica Daniela Acosta, psicóloga infantil y psicorrehabilitadora, en cuanto a las razones de que los padres tengan actitudes “tóxicas” en sus hogares.

EfectosQue los padres recriminen a los padres u obliguen ser de determinada forma, influye negativamente en su personalidad y afecta directamente su autoestima. 

“Debido al contexto histórico de donde provenimos, un ambiente familiar más controlador, patriarcal, jerárquico; las personas aprendían solo esto y lo replicaban, a menos que hayan tenido la oportunidad de experimentar otro tipo de crianza… Por esto muchas veces recurren a la agresión. No lo hacen con malas intenciones, pero en su deseo de que salgan adelante, cometen estos errores”.

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La especialista añade que los hijos de estas familias, al ser sus decisiones y opiniones negadas o denigradas toda su vida, pueden sufrir trastornos de depresión y ansiedad. “Por ser sus creencias desprestigiadas por sus propios padres gran parte de su vida, comienzan a pensar dos veces antes de hablar, por miedo al que dirán. Y al salir al mundo real no son capaces de relacionarse correctamente con las personas por miedo a decir lo que piensan. Quienes viven o crecen en un ambiente tóxico, a futuro no sienten validación y eso no hace más que afectarles en la sociedad, en todos los campos”, alerta