Guayaquil

El desorden y el bullicio se apoderan de la Alborada

Los negocios formales e informales crecen a la par del caos vehicular.  Hay obstáculos en el espacio público. El desarrollo le pasa factura a esta zona

La Alborada desorden
Cruzar las avenidas principales de la Alborada se ha vuelto un peligro para los peatones, ya que los conductores no respetan las luces de los semáforos.Juan Faustos / EXPRESO

La diversidad de negocios apostados en las avenidas Rodolfo Baquerizo, Isidro Ayora y Gabriel Roldós Garcés, principales vías de la Alborada, norte de la ciudad, ha permitido a los cerca de 300.000 habitantes tenerlo todo en una misma zona. Sin embargo, este desarrollo también se ha convertido en su dolor de cabeza.

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El intenso movimiento comercial, el sonido de las bocinas, el rugir de los motores, los gritos de los vendedores informales y el murmullo constante de la gente que a diario camina por estas transitadas avenidas, hacen de la Alborada una zona desordenada y bulliciosa, a la que aparentemente no le falta nada, pero que carece de mucho, según indican los residentes de las 14 etapas.

Solo es cuestión de caminar un poco sobre las aceras o quedarse de pie observando a su alrededor, para darse cuenta de todos los elementos que confluyen en esa cotidianidad caótica que caracteriza a esta zona tan concurrida de la urbe.

El problema vehicular es preocupante por la cantidad de carros que no dejan fluir el tráfico. “Esto se presenta a todas horas. El ruido que hacen los choferes de los buses es insoportable. ¿Cómo puede ser posible que no haya la menor consideración para quienes vivimos en esta zona?”, cuestiona Claudia Solórzano, quien reside en la décima primera etapa.

Carlos Salvatierra, de 65 años, opina lo mismo. “Transitar por aquí se torna arriesgado porque los carros no respetan las luces de los semáforos. La semana pasada casi me atropella un bus cuando intentaba cruzar la avenida Rodolfo Baquerizo. Yo actué con precaución, pero el conductor del automotor fue irresponsable. Aquí pocas veces hay agentes de tránsito, por eso los choferes hacen lo que les da la gana”, añade el residente de la décima etapa.

El ambiente comercial es positivo siempre que haya controles para erradicar el desorden. Lamentablemente, las autoridades municipales no hacen operativos con este fin.

Kerly Macas, habitante de la Alborada

Este sector es un laberinto en horas pico, pues al caos vehicular se suma la proliferación de vendedores informales que se adueñan de los parterres y veredas, denuncian a EXPRESO los habitantes.

La Alborada desorden
Las veredas han sido invadidas por informales, vehículos mal parqueados y otros elementos que reducen el espacio público al peatón.Juan Faustos / EXPRESO

Los ambulantes ofrecen desde cargadores, audífonos y chips para celulares hasta papas fritas, frutas, helados, papel higiénico, franelas y bebidas refrescantes o energizantes.

Varias calles y veredas han sido tomadas por comerciantes informales que obstaculizan el paso de los peatones. Nadie viene a poner el orden y nosotros tenemos que pagar las consecuencias.

José Luis Morán, vecino de la Alborada

“Esto crea obstáculos en el espacio público y malestar en los peatones, que no pueden caminar con tranquilidad”, anota Fernanda Pazmiño, quien habita en el sector y cuestiona que nadie controle estos inconvenientes que abonan a la preocupación y al estrés de quienes anhelan vivir tranquilos.

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El congestionamiento vehicular se siente a diario y a este problema se suma el que los conductores no respeten los semáforos. Los peatones estamos en riesgo constante.

Héctor Alvarado, residente de la Alborada

Pero la situación más crítica se observa en parques como el de la manzana 26 de la décima tercera etapa, donde la crecida maleza ha tapado las resbaladeras oxidadas, así como los ‘sube y baja’ y los bancos deteriorados. Además, tiene las luminarias dañadas.

La Alborada desorden
Los informales se han tomado los pasillo, incluso, de los locales comerciales. Los peatones no pueden caminar tranquilos.Juan Faustos / EXPRESO

El mal estado de las calles y peatonales se suma a la lista de acciones pendientes. “Hay vías hundidas, rotas y con huecos, donde el agua se acumula con las lluvias, generando malos olores y criaderos de mosquitos”, denuncia Manuel Sarmiento, quien reside en la avenida Fernando Vera Rojas y ha sido testigo de las caídas de peatones en los baches y de accidentes de vehículos que no logran sortear las grietas en el pavimento.

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La inseguridad es otro de los males en este sector del norte. Los vecinos han implementado estrategias contra esta problemática. Han puesto cámaras y alarmas en sus viviendas, han cerrado con rejas algunos callejones y han puesto obstáculos (piedras, palos, etc.) para que los delincuentes no puedan huir con facilidad. También han colocado concertinas (alambres de púas) en los techos y muros de las viviendas. Sin embargo, a pesar de todas esas medidas adoptadas en los últimos cuatro meses, no disminuyen los robos y asaltos.

DelincuenciaEl robo de vehículos es otro problema con el que conviven los habitantes de la Alborada. Los hampones acechan en la oscuridad de algunas vías.

Carola Andrade, quien vive desde hace 10 años en la manzana 5D de la quinta etapa, se queja de que hay bandas delictivas que atacan a los transeúntes a cualquier hora. “Caminar en horas de la noche es muy peligroso, especialmente por los callejones y peatonales”, menciona.

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Andrés Figueroa, quien reside en la ciudadela desde hace 26 años, reconoce que históricamente el sector ha sido complicado por la delincuencia. No obstante, reconoce que la situación se ha agravado en los últimos años, por lo que exhorta a las autoridades a volver la mirada a esta zona, para que se terminen los problemas.