Esto es Gestos de Amor, un especial que explora historias de amor incondicional y desinteresado que van más allá del romanticismo, recordándote cómo los gestos y detalles también pueden tocar los corazones. Prepárate para ser inspirado por estos conmovedores relatos que celebran el amor en todas sus formas.

En un mundo cada vez más acelerado y centrado en la individualidad, es fácil perder de vista el poder transformador del amor. Si bien es cierto que la relación romántica ocupa un lugar destacado en nuestras vidas, a menudo subestimamos el impacto igualmente profundo que puede tener el amor generoso y desinteresado hacia nuestros semejantes.

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Ese impacto lo tiene más que claro Daniel Tapia. Este guayaquileño, quien está próximo a cumplir 44 años, lleva ya varios de ellos teniendo esta premisa presente en su vida. 

Tras la muerte de su abuela, hace 10 años, decidió involucrarse en el voluntariado en una casa de acogida para adultos mayores. "Mi abuela pertenecía a un grupo de damas voluntarias, entonces poco a poco fui aprendiendo sobre el tema del voluntariado y cuando ella fallece quise seguir involucrado en ese tema", cuenta.

Así Daniel comenzó un ya extenso camino en un mundo donde el dar sin esperar nada a cambio es la regla. Esta labor inició con un grupo de niños con cáncer y con los adultos mayores del Hospicio Corazón de Jesús, donde es voluntario. 

Su labor principalmente destaca en días especiales como el Día de la Mujer, Día del Niño, Navidad o Fin de Año, días en los que busca llevar alegría a estos grupos que suelen estar atravesando momentos difíciles. Es ahí donde Daniel busca sembrar una relativa felicidad para generar sonrisas aunque sea por unos minutos con eventos o detalles especiales para estas personas, que pese a que posiblemente nunca antes había visto se convierten en seres que dejan una huella en su alma especialmente cuando ve su labor concretada.

"Buscamos hacerles fiestitas, tratamos de llevarles un poquito de alegría. Vamos con música, se les organiza un show, llevamos bebidas, algo de comer y así tratamos de compartir con ellos", relata.

Destaca que detrás de esta labor no solo está él, por eso se describe como "un colaborador que se encarga de hacer la colecta de la ayuda de los demás". Empresas privadas e incluso amigos personales forman parte de su red que siempre está dispuesta a colaborar para entre todos con cada granito de arena sacar adelante la ayuda que tengan en mente. 

Si hay algo con lo que se queda de todo esto es el amor que recibe cuando va a estos espacios. "Es algo increíble, cuando tú llegas, ese abrazo, ese beso que uno recibe es sin duda la mayor retribución a lo que hacemos", dice con una sonrisa en su rostro.

"Yo no recibo nada, solo las gracias. Pero es tan lindo ese 'gracias' sincero que te dan ellos que te llena, te llena un montón, te sientes satisfecho. Creo que de mi logros alcanzados a mis 44 años, creo que este ha sido uno de los mejores". De ahí que describa esta etapa de su vida como la mejor. 

No obstante, también ha tenido momentos que lo han marcado. Como el caso de un niño con cáncer al que conoció en una visita. El pequeño le pidió solo una cosa: una 'colita'; pero cuando Daniel regresó al hospital no lo pudo volver a ver porque había fallecido. 

Por otro lado, invita a otras personas a sumarse a causas como la suya porque su propia experiencia le ha demostrado que cuando se tiene ganas de ayudar no hay impedimento para hacerlo. De ahí que es claro al decir que los recursos en este tipo de acciones son lo de menos, pues van surgiendo en el camino. "Todo va creciendo. Cuando no lo va haciendo con corazón, las cosas se dan", menciona. 

Así la historia de Daniel es una muestra de cómo el amor va más allá de los límites de las relaciones entre parejas, extendiéndose a nuestras interacciones diarias con amigos, familiares, conocidos e incluso extraños.

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