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Barrio del Salado. En este sector, los vecinos se organizan hasta para comprar verduras. Jamás se aglomeran.CHRISTIAN VASCONEZ

Coronavirus: Barrios que afrontan la crisis de la mano de los vecinos

En ellos prevalece la organización hasta para comprar frutas Para reducir los temores se hacen videollamadas grupales y cuentan cuentos por WhatsApp

En medio de la crisis sanitaria y el temor a ser contagiado, y ante un panorama que no da todavía luces de cuándo la vida volverá a la normalidad; algunos barrios y ciudadelas se organizan para tratar de hacer más llevaderos sus días.

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En los barrios del Salado, Orellana y Garay, la tecnología ha sido su principal aliada. Pero no solo para informar y llamar incluso la atención a aquel vecino que intenta incumplir con el toque de queda; sino para ‘visitarse’ y conversar como antes. Como siempre.

Según relata el líder comunitario del barrio del Salado, Gustavo Rivadeneira, en el vecindario utilizan la aplicación digital Zoom para reencontrarse por las tardes o las noches. Allí, además de saber cómo están, sobre todo de salud, reír un rato y hasta compartir de un café de forma virtual; notifican las calles por donde se encuentra el comerciante que, en una carretilla, vende todo tipo verduras, frutas y hortalizas para estar pendiente y esperarlos con tiempo en la puerta de sus casas.

No admitimos contenidos de pánico. Nuestra comunicación debe ser de ayuda mental y espiritual.

Gustavo Rivadeneira
líder del barrio del Salado

“Si algún vecino requiere algo y no alcanzó a comprar, nos lo pide y el último en comprar le señala al comerciante para que se dirija a su domicilio”, explica Rivadeneira, quien asegura además que entre todos se intercambian datos de contactos para que les lleven a domicilio desde alimentos, insumos, medicinas, mascarillas, guantes, alcohol, cloro.

“Nos acompañamos cuando tenemos insomnio y eso es quizá lo más importante”, advierte. En el barrio del Salado entre los vecinos se dan apoyo espiritual, incluso cuentan con el soporte de un psicólogo, miembro de la comunidad, que los guía; y por las noches se relajan escuchando un cuento que les comparte la escritora Ángela Arboleda y que gusta mucho a todos los vecinos.

zoom
Unión. En el barrio del Salado, se conectan a diario a través de aplicaciones digitales.Cortesía

“Estamos tratando de llevar la cuarentena de la mejor forma posible. Sabemos que vamos a salir de esto, pero mientras tanto necesitamos darnos fuerzas, agarrarnos uno de los otros. Y sobre todo ser solidarios con todo. Incluso con los pensamientos”, piensa.

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En el barrio Garay, aledaño a este vecindario, la organización que promulgan los habitantes es similar. Respetan el toque de queda y las dudas y preocupaciones que tienen, las aplacan compartiendo mensajes y videos de positivismo en Facebook.

A través de la cuenta oficial de la comunidad, en cambio, gestionan las necesidades más urgentes. “Si se necesita oxígeno, pastillas, determinado médico..., buscamos la forma de adquirirlo y a los precios más convenientes. Aquí en el vecindario hay muchas necesidades, entonces de ese factor también nos preocupamos”, cuenta Xavier Zurita, presidente del Comité Promejoras del barrio Garay que, dice, también está afectado por el dengue.

Hay tantos casos y eso los confunde y tiene también atemorizados, señala Wilfrida Cano, residente del sector. “Veo que la gente cierra las ventanas temprano, unos -los que tienen- colocan palo santo para ahuyentarlos de toda la cuadra, pero no es suficiente. Hablo por el barrio, necesitamos de la Municipalidad o Salud en este tema”, lamenta, al hacer una pausa y repetirse: ‘Ya vamos a salir, no falta mucho’”.

Estamos aprendiendo a convivir de una forma distinta y a compartir más, mucho más.


Mireya Roldán
habitante de Sauces 2

Así, con frases similares de aliento, viven también los ciudadanos en otros sectores como Sauces 2, donde los vecinos incluso hacen trueque de los alimentos para evitar salir de casa.

“Si necesito verde y mis vecinos papa, nos intercambiamos. De lejos nos entregamos los productos. Es una forma de sobrevivir y de llevar la cuarentena hasta de una forma tranquila, cómica”, cuenta Magdalena Barco, residente; mientras Carlos Guerrero, también del sector, afirma que el hecho de contar con chats comunitarios también ha sido de gran ayuda.

A través de ellos, como ha pasado en los vecindarios antes nombrados, no solo envían alertas de las tiendas o sitios que permanecen abiertos para ir a comprar evitando los tumultos; sino que se envían cadenas de oración para que puedan compartir con sus familias en casa.

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Sin embargo, este tipo de gestiones o actitudes no son únicas de Guayaquil, en la vía Samborondón, ciudadelas como La Puntilla la replican.

La Puntilla
Seguridad. En La Puntilla, los vecinos priorizan la desinfección del entorno.Cortesía

Allí, con el pago de las alícuotas de las 350 familias que habitan en el lugar se está desinfectando toda la urbanización y áreas verdes y sociales. “Nosotros les estamos apostando sobre todo a la seguridad. Cada semana es una lucha, cada semana es una victoria. Seguimos hablando, la conexión de las familias se mantiene a través de los diferentes canales y eso nos ha permitido mantenernos en orden y tranquilos”.

Pese al miedo, estamos ahí. Ahora más que nunca sabemos que ser vecino es ser incluso familia.


Roberto Mero
residente del barrio Orellana
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Así, desde diferentes puntos del Gran Guayaquil las familias intentan vivir un día a la vez. Con temores que con el pasar de las horas se van aplacando, concuerdan, ya sea por el mensaje que les llega a su celular, el saludo de un vecino desde la ventana o un balcón; o las canciones que a todo pulmón los más jóvenes del barrio se ponen a cantar.

“Esas dosis de alegría están sirviendo y mucho. Son detalles. Detalles que ahora sirven de catapulta para levantarte, tomar un respiro y seguir”, menciona Narcisa Vélez, de Sauces.