El incremento del pasaje de bus urbano en Guayaquil ha sido objeto de debate durante varios años. Manifiestos, protestas, paralización del servicio y un sinnúmero de mesas técnicas han protagonizado los transportistas en su afán por lograr su cometido.

Durante ocho años, la tarifa se ha mantenido en 30 centavos en el Puerto Principal. Para aumentar el costo, el gremio se escuda en estudios que dicen haber ejecutado y que alzaría a más de 15 centavos la tarifa que se cobra actualmente.

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La Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) ya ha adelantado que el pasaje subirá a $ 0,45, luego de llegar a acuerdos con dirigentes de la Federación de Transportadores Urbanos del Guayas (Fetug), encabezados por Christian Sarmiento.

El alcalde Aquiles Álvarez indicó que el diferencial de 15 centavos lo asumirá el Municipio de Guayaquil. Aún no saben cómo, pero lo harán. Asimismo, el gerente de la ATM, José Franco, y el propio burgomaestre han reiterado que el pasaje subirá de precio una vez que las unidades cuenten con climatización, wifi y mejore el servicio a los usuarios.

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El tema sigue generando un intenso debate. Y es que el precio del transporte público en el país es uno de los más baratos de la región, según consta en un estudio realizado por World Public Transport Cost Index 2023.

Con un promedio de $ 0,35, Ecuador solo es superado en ese ranking por Bolivia, con $ 0,29 y Argentina, con $ 0,21.

Los primeros lugares son ocupados por Uruguay, con $ 1,33; Brasil, $ 0,98; Chile, $ 0,85. Luego aparecen Colombia, con $ 0,66; Perú, con $ 0,54, y Venezuela, $0,50.

Pero cada sistema de transporte en ciudades dentro de los países citados deben responder a las demandas que se generen por su desarrollo urbanístico y crecimiento poblacional.

Para el investigador y planificador urbano Felipe Huerta, en Guayaquil la transportación no ha podido satisfacer dichas demandas, que han ido surgiendo por su calidad de ciudad-puerto, y sus fortalezas económicas en producción y comercio.

“Si la evaluamos en calidad en las dos únicas modalidades de circulación en autobuses y taxis (excluyo la Aerovía que en la práctica es distracción eventual), obviamente no llega al rango de satisfacción mínima por sus erráticas rutas, maltrato al pasajero en unidades con escasa higiene, mayoritariamente rodando temerariamente, accidentalidad e inseguridad ciudadana”, manifestó Huerta.

Las quejas por el mal servicio sobran. Rogger Yagual trabaja en la ciudadela La Garzota y a diario se moviliza en dos buses desde Los Esteros.

“Todos los días van irrespetando señales de tráfico porque van en exceso de velocidad. A veces llego tarde porque hay pocas unidades en hora pico y debemos esperar a que se dignen en parar”, dijo el ciudadano.

Es común, lamentablemente, observar a conductores de buses dejar a pasajeros en la mitad de la vía, no detenerse en los paraderos y cruzar una intersección con el semáforo en rojo.

“¿Cómo van a subir el pasaje casi a 50 centavos cuando ofrecen un servicio pésimo? Y estoy seguro que si lo suben, porque lo van a hacer, el servicio no mejorará, aunque pongan aire acondicionado, internet, los conductores deben cambiar de mentalidad”, expresó Luis Moreira, quien es mensajero en una empresa de seguridad.

Para el urbanista Carlos Jiménez, el subsidio que pretende aplicar el Municipio “no será sostenible con el tiempo”.

“Eso significa que hay una mala estructura de costos planteada. Se criticó a la administración anterior por el tema de los salvatajes a la Metrovía y ahora están cayendo en lo mismo. Está bien que haya sincerado los costos, pero un subsidio es más de lo mismo”, indicó Jiménez.

En el país hay ejemplos que puede revisar Guayaquil. Han pasado casi tres años desde que en Quito se autorizó un alza en el precio del pasaje de autobús urbano a 35 centavos. Sin embargo, el aumento no ha ido acompañado de una mejora en la calidad del servicio. Los usuarios, especialmente estudiantes, adultos mayores y mujeres embarazadas, sufren a diario las consecuencias de un sistema de transporte público colapsado, caracterizado por el hacinamiento, la falta de control y el irrespeto a las normas.

Laura Sánchez, estudiante universitaria, relató su experiencia diaria en el trayecto desde su casa hasta la Universidad Central, en el centro norte de la capital. Desde que aborda el autobús en la Loma de Puengasí (sur), observa cómo los pasajeros van llenando cada rincón del vehículo hasta que, a la altura del desvío de la Autopista Simón Bolívar, en un tramo de apenas 10 minutos, los pasajeros prácticamente ya van colgando de las puertas.

“El bus está hasta el tope, casi una persona encima de otra, y los conductores solo gritan ‘siga, siga, que atrás hay espacio”, comentó con indignación.

Esta situación no solo es incómoda y peligrosa para los pasajeros, sino que también viola las normas de tránsito que establecen un límite máximo de ocupación para los autobuses.

Otro usuario, Paúl Aguilera, denunció la existencia de “correteos” entre las unidades de transporte público.

“Los buses en la avenida Napo compiten por los pasajeros, circulando a alta velocidad y sin respetar las señales de tránsito”, afirmó. Este tipo de maniobras, peligrosas e irresponsables por parte de los conductores, pone en riesgo la vida de los usuarios y peatones.

Pero la falta de control de las autoridades competentes agrava aún más la situación. “Debería existir una fiscalización constante al transporte público para evitar que los buses circulen de esta forma”, reclamó el usuario.

Sin embargo, también reconoce que la responsabilidad no recae únicamente en las autoridades, sino que los usuarios también deben exigir un servicio de calidad.

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Según la Secretaría de Movilidad, existen 66 operadoras de buses intracantonales urbanos. De ese número, en administraciones pasadas, se les autorizó a 62 el incremento del pasaje.

Sin embargo, este aumento no ha tenido un impacto positivo en la calidad del servicio, dejando en evidencia la necesidad de una reforma profunda al sistema de transporte público de la capital ecuatoriana

Francis Aguayza, representante del Observatorio de Movilidad, explicó que han constatado que el sistema de transporte público no está cumpliendo con los indicadores de calidad como lo establecía la ordenanza municipal. Uno de los puntos más golpeados ha sido la afiliación de los conductores.

Existe una muy baja tasa de afiliación y eso está reflejado en “choferes con mala situación laboral”. “Ante esta situación, con empleados sobreexplotados van a tratar mal a los pasajeros, provocar siniestros, entrar en conflicto con peatones y otros actores viales”, sostuvo.

El maltrato que mencionó el experto es una realidad que a diario padecen los usuarios. En un recorrido que realizó EXPRESO se evidenció cómo los buses no respetan las paradas, recogen y dejan a los usuarios en medio de la vía o no frenan en su totalidad. Un escenario que se replica en Guayaquil.

Los usuarios, entre ellos adultos mayores, deben gritar para que el conductor pare completamente y poder bajar.

A esta problemática se suma que el sistema de transporte, como buses, Trole y Ecovía, no son inclusivos. Personas que tienen una discapacidad visual o física están en riesgo. Por ejemplo, Luis Pillajo vive en el Valle de Los Chillos y utiliza silla de ruedas. El miércoles 1 de mayo tuvo una cita médica en el Hospital del Sur. Para trasladarse tomó un taxi, pero al intentar regresar a casa se enfrentó con obstáculos.

Debido a la marcha por el Día del Trabajo, algunas paradas del centro de Quito fueron cerradas. Con un megáfono agentes comunicaron esta novedad y las personas corrían de un lado al otro. Pero nadie se percató que Luis también quería subirse al Trole.

Él dijo que no existe personal que ayude a los usuarios a subir a estas unidades. Entre el bus y la parada existe un hueco, por lo que debe ser impulsado por alguna otra persona.

“No existen rampas que nos ayuden a movilizarnos, esto también es un problema para las personas de la tercera edad y embarazadas”, dijo. Tampoco existen mecanismos de seguridad para sujetar la silla en las curvas. En estos casos, el incremento de la tarifa no se ve reflejado en el servicio.

“¿Qué nos demuestra por lo tanto esta situación? Que antes de fijar el servicio, resulta indispensable fortalecer otros factores. Por ejemplo, interconectar los servicios, dar seguridad, respetar las paradas, cuidar y hacer cuidar las unidades. Eso no se cumple ni en Guayaquil ni en Quito. El buen servicio lo define otras particularidades”, sentenció Lorena Añazco, ingeniera civil guayaquileña.

Aplicar una tarjeta de pago fracciona a los transportistas en Guayaquil

La última semana, José Franco, gerente de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), indicó que para acceder a la nueva tarifa de 45 centavos, los transportistas deben acogerse a varias condiciones.

Que las unidades estén al día con la Revisión Técnica Vehicular (RTV), ofrecer servicio gratuito de internet en los buses e implementar el sistema de recaudo tecnológico con tarjetas especiales para los usuarios.

Este último requerimiento ha generado el rechazo de una parte del gremio de transportistas, que en días pasados desconocieron a Christian Sarmiento como presidente de la Federación de Transportadores Urbanos del Guayas (Fetug), luego de anunciar un acuerdo con la ATM para alzar el pasaje.

Plinio López, quien pertenece a dicho gremio, rechazó el subsidio que pretende aplicar el Municipio de Guayaquil y expuso que el proceso que desarrolla actualmente la entidad de control de tránsito supuestamente beneficia a una empresa de recaudo (consorcio ganador del contrato) para implementar la tarjeta de pago, y que cobraría $ 0,05 por pasajero, de los $ 0,45 de la tarifa.

“Resulta extraño que el consorcio Proyecto Nuevo Transporte Guayaquil, que realizará el sistema de recaudo, sin conocerlo los transportistas, hasta hace unas semanas haya ganado el contrato al mes de haberse firmado. Resulta más extraño o, mejor dicho, preocupante para el sector que se fije una tarifa tan alta sin ningún respaldo técnico para un sistema de recaudo”, dijo López.

EXPRESO sigue esperando, desde hace varias semanas, una respuesta por parte de la ATM frente a estos señalamientos.

Mientras Sarmiento indicó que la climatización de los buses se realizará en forma gradual, Ricardo Onofre, dirigente gremial, dijo que eso no es posible, debido a que las actuales unidades “no lo permiten”.

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