
Rescalvo brilla en el Capwell con Barcelona SC: goleada 4-0 en el Clásico
Rescalvo consigue su primer triunfo en el Capwell con Barcelona y calma a la hinchada
El Clásico del Astillero número 237 tuvo todos los ingredientes de una película cargada de tensión: en 127 minutos que duro el partido . Hubo drama en la cancha, fiesta amarilla, bronca contenida en las gradas, botellas que volaron como proyectiles y, sobre todo, el regreso del Barcelona a un fútbol que su gente reclamaba desde hace meses.
Fue la noche en que Ismael Rescalvo, vestido de amarillo, volvió al Capwell para brillar justo en el escenario donde alguna vez fue dueño del banquillo azul.
El guion no pudo ser más intenso: la hinchada eléctrica lo recibió con insultos de todo calibre, mientras los jugadores de Emelec lo saludaban como si fuera un reencuentro de viejos amigos.

Un Clásico que pasó de todo
Entre tanto, en la tribuna, los problemas de siempre: peleas entre los propios hinchas azules y objetos lanzados a la cancha. El gran perdedor fue Emelec, goleado 4-0, condenado a mirar desde lejos el hexagonal y con la amenaza de una sanción que puede dejar vacío su estadio.
Desde el arranque, Barcelona fue carnaval. Octavio Rivero prendió el motor y Joaquín Valiente avisó con una ocasión que levantó murmullos.
A los 4 minutos, Leonai Souza recuperó un balón con alma de potrero, lo cedió a Carabalí y el centro encontró a Rivero, que no falló: 1-0 y el Capwell enmudecido. Rescalvo, sonriente, abrazado por Joao Rojas, parecía saborear su revancha personal.
El gol de penal de Brian Oyola que cerró la goleada
El mini pony tuvo su chance 🐎👏🏻
— Zapping Ecuador (@zapping_ecu) September 15, 2025
Braian Oyola recibió la falta penal y el mismo convirtió el 0-4 de @BarcelonaSC tras una larga para.#LigaEcuabet conectada x #Xtrim 🤳 pic.twitter.com/eYjD4cOUQR
La mejor versión del Barcelona de Rescalvo
El mediocampo fue un cuartel de mando amarillo, con Souza como general y Valiente como su mejor socio. El uruguayo se inventó una jugada de crack: pared con Quiñónez, arranque entre tres defensores petrificados y un remate seco para el 2-0. Era la mejor versión de Barcelona en mucho tiempo. La sonrisa de Rescalvo lo decía todo: el fútbol regresaba a su equipo.
El VAR también fue protagonista, anulando un gol de José “Tin” Angulo por offside, lo que desató la bronca azul. La tensión subió aún más en el segundo tiempo: penal de Luis Castillo sobre Byron Castillo, que Janner Corozo transformó en el 3-0.
Lluvia de goles y botellas
Ahí estalló el Capwell. Lluvia de botellas, bronca en la cancha y hasta expulsiones de Byron Castillo y Cristian Cueva que estaba en la banca. El árbitro Robert Cabrera detuvo el partido durante largos minutos, el Clásico duró 127 minutos.
Cuando el juego se reanudó, Barcelona ya era dueño absoluto del Clásico. El broche de oro lo puso Braian Oyola desde el punto penal: 4-0, un marcador que parecía imposible de imaginar en la previa. El Capwell, su antiguo hogar, fue testigo de cómo Ismael Rescalvo encontró su noche perfecta vestido de amarillo.
La locura fue canaria, el silencio azul y la sonrisa del técnico español quedó marcada como la postal de un Clásico inolvidable.
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