Rosita Enríquez y sus hijos: Gabriel en Macará y José Francisco en El Nacional y Mathías Barcelona.
Rosita Enríquez y sus hijos: Gabriel en Macará y José Francisco en El Nacional y Mathías Barcelona.Cortesía

Madre, esposa y corazón del fútbol: Rosita Enríquez y su familia de jugadores

La historia de Rosita Enríquez: madre y esposa en una familia 100% futbolera, los Cevallos, padre, hijos y nieto

Si existiera un título como “Miss Madre Fútbol”, Rosita Enríquez sería una firme candidata. Su vida ha estado profundamente ligada al balompié desde hace décadas. Es esposa de José Francisco Cevallos, ex golero y presidente de Barcelona.

Es madre de José Francisco Jr., actual jugador de El Nacional; de Gabriel, arquero de Macará; y de Mathías, quien milita en las divisiones menores de Barcelona. La herencia futbolera continúa con Lucca, hijo de José Francisco Jr., que ya da sus primeros pasos en Tigrillos.

Los Cevallos en familia, todos respiran fútbol desde el abuelo José Francisco hasta Lucca el nieto.
Los Cevallos en familia, todos respiran fútbol desde el abuelo José Francisco hasta Lucca el nieto.Cortesía

La responsabilidad de criar hijos futbolistas

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Cada día de su vida, Rosita Enríquez ha respirado fútbol. Esposa de José Francisco Cevallos, exarquero de la selección ecuatoriana, y madre de tres futbolistas —José Francisco Jr. (El Nacional), Gabriel (Macará) y Mathías (Barcelona)—, Rosita ha vivido más partidos de los que puede contar.

“La verdad, ha sido una bendición tener tres hijos dedicados al fútbol”, dice con el brillo en los ojos de quien ha vivido cada triunfo y cada caída como propios. “Son chicos disciplinados, responsables, que viven solo para esto. Su crianza ha sido la mejor experiencia de mi vida. Yo soy feliz de que hayan seguido el ejemplo del papá”.

Rosita recuerda que, cuando sus hijos eran pequeños, el gran ausente en muchos momentos fue Pancho, siempre entre entrenamientos, viajes y concentraciones. Pero con el tiempo, los cumpleaños y celebraciones encontraron un nuevo hogar: las gradas de algún estadio o frente a un televisor.

José Francisco Cevallos y su hijo Luca en el estadio del Aktobe de Kazajistán.
José Francisco Cevallos y su hijo Luca en el estadio del Aktobe de Kazajistán.Cortesía

La palabra “sacrificio” no existe. “Todo lo que se hace por los hijos, se lo hace por amor y con amor”, afirma. Porque una madre es eso: apoyo silencioso, sostén incondicional, alegría multiplicada en cada paso que ellos dan hacia sus sueños. “Hay que acompañarlos, guiarlos, estar siempre ahí, en el camino que ellos elijan”.

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Ella cree en ellos con una fe que no conoce límites. “Mis hijos son capaces de alcanzar lo que se propongan. Nada es fácil en la vida, pero el secreto está en nunca rendirse”. Y cuando las cosas no salen como se espera, Rosita entiende que a veces las palabras sobran. “En esos momentos, lo que más cuenta es estar ahí. Un abrazo, una caricia, una mirada… Que sientan que siempre pueden contar conmigo”.

Y aunque su espíritu es sereno, tiene chispa. Especialmente cuando de árbitros se trata. “Varias veces he sentido que no fue justo lo que pitaron”, cuenta entre risas. “Con el tiempo una aprende que hay cosas que se escapan de nuestras manos… pero eso no ha evitado que a algunos los haya mandado a la luna con el pensamiento”.

¿Y el equipo de sus amores? Rosita se ríe: “Ya ni sé de qué equipo soy hincha. Mis hijos han pasado por varios clubes y en todos hemos dejado parte del corazón. Pero si algo tenemos claro es que, más allá de cualquier camiseta, todos somos Cevallistas”.

Ahora, la historia continúa con un nuevo capítulo: Lucca, el hijo de José Francisco Jr. “Soy la chochera más grande del mundo. Lucca ama el fútbol, ya juega con los Tigrillos. Verlo los fines de semana con canilleras y pupos es lo más lindo de esta vida. Es defensa”, cuenta ella, “aunque el abuelo Pancho no pierde la esperanza de convertirlo en arquero”.

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