Docentes instagramers
Los edugrammers integran pedagogía, comunicación digital y diseño visual para crear microcontenidos que fortalecen el aprendizaje en un entorno marcado por la inmediatez.Canva

Edugrammers: una nueva pedagogía digital que redefine el aprendizaje

Investigación de la UTPL revela cómo educadores latinoamericanos usan Instagram para democratizar el conocimiento 

En un escenario mediático donde la atención se ha convertido en un recurso escaso, surge un fenómeno que está transformando la relación entre los jóvenes y el conocimiento. La investigación desarrollada por docentes de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y la Universidad Autónoma de Barcelona revela que las redes sociales, tradicionalmente asociadas con entretenimiento y superficialidad, se han convertido en espacios donde también se produce educación rigurosa, accesible y dinámica. Este giro cultural —impulsado por los llamados edugrammers— no solo reconfigura prácticas pedagógicas, sino que se inscribe en discusiones más amplias sobre inclusión educativa, alfabetización mediática y ciudadanía digital.

Los edugrammers son profesionales, docentes y académicos que trasladan su especialización a entornos como Instagram mediante microcontenidos, videos breves, carruseles y narrativas visuales. Su objetivo no es reemplazar al docente ni la institución educativa; por el contrario, amplían el ecosistema formativo al conectar con audiencias que tradicionalmente quedan al margen de los discursos académicos. Como señala Ana María Beltrán, directora del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UTPL, estos perfiles representan “un nuevo tipo de educador” que consigue que la educación “permée también a través de estos entornos”, integrándose a la cultura digital de una generación caracterizada por la inmediatez y el consumo fragmentado de información.

Educación en tiempos de hiperconectividad: una lectura social

Los jóvenes latinoamericanos habitan un entorno digital en el que las redes se convierten no solo en un espacio de interacción, sino también en un territorio simbólico que moldea identidades, intereses y formas de aprendizaje. En este contexto, TikTok e Instagram se consolidan como los nuevos puntos de encuentro donde circulan contenidos culturales, científicos y profesionales. Desde una perspectiva social, este desplazamiento revela dos tendencias clave: una democratización del acceso a ciertos saberes y, simultáneamente, una fuerte dependencia de algoritmos que favorecen lo rápido, lo emocional y lo visual.

Docente y tecnología
En todo lugar, es posible conectarse a las redes para recibir información educativa y también generarla.Cortesía

Precisamente por ello, la presencia de edugrammers introduce un contrapeso. Al producir contenido académico con rigor y creatividad, estos educadores logran disputar espacio a narrativas que privilegian la desinformación o el sensacionalismo. Diana Rivera, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Educación y Humanidades de la UTPL, destaca esta oportunidad cuando afirma que “el aula tradicional ya no es el espacio principal para los jóvenes”, lo que obliga a los educadores a considerar estos entornos como aliados, no como amenazas.

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Sin embargo, desde una mirada social crítica, esta migración también plantea desafíos: no todos los jóvenes cuentan con el mismo acceso a dispositivos, conectividad o alfabetización digital. La brecha tecnológica sigue impactando de manera desigual, especialmente en sectores rurales o vulnerables. Por ello, la presencia de educadores en redes sociales debe interpretarse como una estrategia complementaria que fortalece, pero no sustituye, las políticas de inclusión educativa.

Gramáticas digitales y pedagogía visual: el aporte académico

La investigación analizada evidencia que los edugrammers no improvisan. Crean un tipo de “gramática pedagógico-visual” que combina edición dinámica, diseño gráfico, estructuración de ideas, claridad conceptual y estrategias propias del marketing digital. Este enfoque no trivializa el conocimiento; lo vuelve accesible. Beltrán lo explica con claridad: “lo educativo no tiene por qué ser aburrido, si no, no educa”. Esta afirmación condensa una visión académica contemporánea: aprender también implica emoción, diseño e interacción.

Ejemplos como @soycienciaycocina en Chile o @anecnotes.medic en Perú demuestran cómo la complejidad científica o médica puede traducirse, a través de una narrativa visual eficiente, en contenidos útiles para estudiantes y ciudadanos. Estos casos ilustran una tendencia global: la educación móvil, sostenida en microcontenidos, es hoy una de las principales vías de actualización profesional y formación autodidacta.

Desde el campo académico, este fenómeno refuerza discusiones sobre competencias mediáticas, pensamiento crítico y alfabetización digital. Las universidades deben responder no solo con programas formativos, sino también incorporando enfoques interdisciplinarios que combinen pedagogía, comunicación y tecnología.

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El rol universitario frente a nuevas ecologías del conocimiento

El auge de los edugrammers interpela directamente a las instituciones de educación superior. La UTPL, a través de sus investigadoras, sostiene que los docentes no deben convertirse en influencers, sino comprender los códigos que estructuran el entorno digital. Rivera lo sintetiza así: “En este ecosistema digital ya no hay barreras”, lo que exige que las universidades dialoguen con los jóvenes en sus propios lenguajes.

Esta perspectiva responde a una necesidad social cada vez más clara: formar ciudadanos capaces de navegar en un ecosistema saturado de información. La alfabetización mediática —entendida como la capacidad de evaluar, verificar y producir contenido responsable— se convierte en un eje académico fundamental. En palabras de Beltrán, al ingresar a redes sociales, los estudiantes pueden exponerse a “contenidos de poca calidad, negativos, que no forman”, por lo que el camino no es prohibir, sino enseñar a discernir.

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