
Yoga vs. insomnio y estrés: La evidencia clínica que debes conocer
¿El yoga es una moda? Un análisis profundo con los puntos de vista de los reconocidos Pablo d'Ors y Sat Bir Singh
¿Es el yoga una moda o una solución real? La respuesta emerge de una combinación poderosa: por primera vez, científicos y maestros convergen en sus hallazgos. Mientras los primeros miden en laboratorios la reducción del cortisol (la hormona del estrés), los practicantes relatan una sensación tangible de claridad y reconexión interior. ¿Acaso no estarán describiendo la misma realidad, pero con lenguajes distintos?
Esta unión entre la rigurosidad científica y la sabiduría ancestral permite explorar de manera total lo que sucede al integrar movimiento, respiración y conciencia. Por un lado, los estudios revelan cambios concretos a nivel cerebral, hormonal e inflamatorio; por otro, quienes practican con regularidad hablan de paz mental, autoconocimiento y una calma que perdura más allá de la esterilla. Parece que, efectivamente, ambas miradas apuntan a un mismo fenómeno desde ángulos complementarios.
Para profundizar en esta dualidad, dos voces autorizadas aportan sus perspectivas. Desde el ámbito académico, el Dr. Sat Bir Singh Khalsa, investigador de la Universidad de Harvard, explica con datos cómo el yoga modula el sistema nervioso y beneficia la salud física y mental. Desde la experiencia espiritual, Pablo d’Ors, sacerdote y maestro de meditación, explora dimensiones como la presencia plena y el silencio interior. Juntos, trazan un mapa completo que rebasa la idea del yoga como simple ejercicio físico.
Pero, más allá de los beneficios comprobados (como su eficacia para el dolor lumbar, la ansiedad o el insomnio), surge una pregunta: ¿cómo se mide esa paz profunda que tantos practicantes experimentan? Este es justamente el punto donde el diálogo entre ciencia y espíritu se vuelve más enriquecedor.
Incluso con evidencia sólida, el acceso al yoga sigue limitado por mitos persistentes. Uno de los más comunes es la creencia de que se trata de una religión. Frente a esto, el Dr. Khalsa aclara que el yoga no exige adhesión a dogmas ni divinidades; es una práctica basada en la experiencia corporal y mental, cuya eficacia funciona con independencia de las creencias personales.
Otro equívoco frecuente es pensar que se requiere un cuerpo joven, delgado o flexible para comenzar. Nada más alejado de la realidad: el yoga se adapta a cada persona, con modalidades como la modalidad en silla para adultos mayores o quienes tienen movilidad reducida. El fin no es alcanzar la postura perfecta, sino cultivar la conciencia corporal y el bienestar progresivo.
Finalmente, persiste la barrera socioeconómica: la imagen del yoga como un lujo para privilegiados. Frente a esto, el investigador insiste en la necesidad de democratizar su práctica, llevándola a escuelas y comunidades, donde podría impactar a quienes más lo necesitan (personas en situaciones de estrés crónico o con recursos limitados), transformando el bienestar de un privilegio a un derecho accesible para todos.
El cuerpo como instrumento, no como fin
Pablo d’Ors ofrece una perspectiva espiritual sobre el papel del cuerpo en el yoga, alejándose por completo de la visión superficial que a veces predomina. Con claridad afirma “El hermano asno: así se refería San Francisco al cuerpo, y… ¡no le faltaba razón!”. Con esta metáfora, no busca menospreciar lo físico, sino ubicarlo en su justa dimensión, como un vehículo al servicio de un propósito superior.
Para d’Ors, el camino del yoga es claro y secuencial: “la relajación corporal es el primer paso, que da lugar a la concentración mental y esta, en fin, a la meditación o conexión con la Supraconsciencia”. La práctica de las posturas, por tanto, no es totalmente el fin, sino la puerta de entrada. Su valor está en dos aspectos importantes, “la primera es la quietud, que es el silencio del cuerpo. Sólo cuando estamos quietos descubrimos lo que nunca descubrimos cuando estamos en movimiento”. La segunda es la relajación, que nos permite “dejar el cuerpo atrás” para poder comenzar el verdadero viaje hacia el interior.
De esta manera, es importante deshacerse de la idea que el yoga es meramente una práctica de gimnasia. Por eso, d’Ors lo diferencia, “una cosa es cultivar el cuerpo y otra darle culto. La diferencia está en que quien cultiva algo es para un fin superior y quien da culto, en cambio, lo toma como fin en sí mismo”. Perder esta distinción, advierte, es perderse lo esencial.
Cuando el yoga toca el alma
Pero, ¿y lo que no se puede medir? El maestro espiritual ofrece una mirada profunda. Para él, el ser humano es una triada que se compone del cuerpo, mente y alma. La ciencia se ocupa de los dos primeros, pero el yoga tradicional incluye la tercera. Esta dimensión espiritual responde al anhelo de plenitud que todos llevamos dentro, más allá de la satisfacción de necesidades materiales o intelectuales.
“El propósito último del yoga es la paz”, afirma con convicción. Y defiende la validez de la experiencia interior: “Un manzano se juzga por sus manzanas. Si el yoga produce paz y alegría, entonces es bueno, más allá de lo que digan los escáneres”. Esta paz no es simplemente la ausencia de conflicto, sino un estado de plenitud que perdura incluso en medio de las dificultades de la vida cotidiana.
Frente a quienes ven el yoga como una gimnasia, lo define como un “arte de la presencia”. El cuerpo es el vehículo, no el destino final. “La quietud de una postura y la relajación son el primer paso para silenciar el ruido exterior y conectar con lo esencial”. Practicarlo solo como ejercicio físico, advierte, es como “quedarse en la puerta de un banquete sin entrar a comer”. Lo más valioso ocurre cuando trascendemos lo físico para descubrir esa dimensión de silencio interior donde reside nuestra verdadera naturaleza.

Los cuatro pilares importantes del yoga
El Dr. Khalsa lo cuenta de forma sencilla. El yoga actúa como una tecnología integral del bienestar a través de cuatro ejes.
- El cuerpo en movimiento: Las posturas no son solo estiramientos. Mejoran la fuerza y la flexibilidad, pero con un plus: tienen un efecto relajante en la mente más potente que el ejercicio aeróbico convencional.
- El poder de la respiración: Respirar lento y profundo, como se enseña en el yoga, es un interruptor directo para el sistema nervioso. Apaga el estrés y ayuda a manejar mejor las emociones.
- El arte de soltar: Momento estrella: la postura del cadáver o Shavasana. Esa relajación guiada al final de la clase libera la tensión de los músculos y, con ella, la carga mental.
- La atención plena: La meditación es el entrenamiento gym de la mente. “Es una atención relajada y no analítica”, explica Khalsa. Con la práctica, las personas desarrollan una conciencia aguda de su cuerpo y sus pensamientos.
Datos científicos importantes
- Crecimiento de practicantes: Es paulatino, porque en 2002, el 6 % de la población estadounidense practicaba yoga. Esta cifra tiene una tendencia de duplicarse cada década, lo que significa que en 2024, la cifra rondaba el 16.7 %.
- Beneficios clínicos comprobados: Tiene eficacia para el dolor lumbar, la reducción de síntomas en ansiedad generalizada, mejora del insomnio y la calidad del sueño. También alivia los efectos en pacientes con cáncer (fatiga, ‘quimio-cerebro’, estrés).
- Efectos neuroconductuales: Aumenta la capacidad de observar pensamientos negativos sin reaccionar automáticamente, lo que fortalece los hábitos saludables, la autorregulación emocional y la atención.
- Evidencia de cambio conductual sostenible: La práctica regular de yoga genera (conciencia mente-cuerpo), lo que permite reconocer cómo se ve afectado el organismo por el consumo de comida procesadas, ultraprocesadas o por el sedentarismo.
- Crecimiento de practicantes: Es paulatino, porque en 2002, el 6 % de la población estadounidense practicaba yoga. Esta cifra tiene una tendencia de duplicarse cada década, lo que significa que en 2024, la cifra rondaba el 16.7 %.
- Beneficios clínicos comprobados: Tiene eficacia para el dolor lumbar, la reducción de síntomas en ansiedad generalizada, mejora del insomnio y la calidad del sueño. También alivia los efectos en pacientes con cáncer (fatiga, ‘quimio-cerebro’, estrés).
- Efectos neuroconductuales: Aumenta la capacidad de observar pensamientos negativos sin reaccionar automáticamente, lo que fortalece los hábitos saludables, la autorregulación emocional y la atención.
- Evidencia de cambio conductual sostenible: La práctica regular de yoga genera (conciencia mente-cuerpo), lo que permite reconocer cómo se ve afectado el organismo por el consumo de comida procesadas, ultraprocesadas o por el sedentarismo.
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