
Un espejo distorsionado de la realidad: cuando las redes duelen
La exposición constante a vidas “perfectas” en redes sociales puede afectar la autoestima; aprender a valorarse es esencial
Mariana (nombre ficticio) revisa su Instagram cada mañana. Lo que comenzó como un ritual inocente para despertarse, se ha convertido en una fuente de malestar. “Veo viajes, cuerpos esculpidos, sonrisas perfectas y logros increíbles. Y luego miro mi vida y siento que no alcanzo, que me estoy quedando atrás”, confiesa. Su caso no es aislado; es el reflejo de una generación que navega en un océano de perfección digital, muchas veces a costa de su propia autoestima.
La psicóloga clínica Andrea Salmón, con 20 años de experiencia, explica que este fenómeno tiene una base clara: “Hoy en día las redes sociales ayudan mucho: conectan, informan y enseñan. Sin embargo la exposición constante a contenido filtrado y editado puede conllevar a diversos sentimientos como por ejemplo, la idea de que el resto es ‘perfecto’ y exitoso y nosotros no”. Este es el núcleo del problema: el cerebro distorsiona la realidad al ser bombardeado con los mejores momentos de vidas ajenas, omitiendo las luchas, los días normales y las inseguridades detrás de cada publicación.
Pero, ¿cómo saber si esta comparación nos está afectando? La especialista señalas señales de alerta: “cuadros de ansiedad, insatisfacción constante tanto sobre lo que somos y en cuanto a nuestro éxito, necesidad de validación externa, sentir que ‘vas tarde’ en la vida”. Es esa sensación persistente de no ser suficiente, de que tu vida avanza a un ritmo más lento que el de los demás.
La búsqueda de aprobación a través de likes se convierte en un combustible tóxico para esta maquinaria. Salmón advierte sobre su mecanismo: “La búsqueda de aprobación externa activa mecanismos psicológicos complejos, como la liberación de dopamina y el efecto recompensa”. Este ciclo de recompensa inmediata pero efímera es adictivo y, con el tiempo, erosiona la autovaloración. “Se vuelve más difícil tener una autoaceptación basada en nuestros propios criterios y valores”, culminando, a menudo, en “la construcción de una identidad forzada” para encajar en un molde ajeno.
Este impacto no es homogéneo. Las redes visuales como Instagram, TikTok o Snapchat suelen golpear con más fuerza la imagen corporal, afectando predominantemente a las mujeres. Los hombres, en cambio, pueden verse más influenciados por la comparación del éxito económico y social de sus pares.
La invitación es a recordar que lo que vemos es solo una curada y editada fracción de la realidad. La verdadera autoestima se construye desde adentro, apagando el ruido externo y abrazando la auténtica, imperfecta y valiosa persona que somos.
Construir una autoestima auténtica en la era digital
Romper el ciclo de comparación y dependencia de la validación externa exige un trabajo consciente basado en principios psicológicos verificables. Investigaciones y profesionales de la salud mental destacan la importancia de desarrollar una autoestima resiliente, independiente de los entornos digitales.
Una estrategia fundamental consiste en practicar la autocompasión, tratándose con la amabilidad y comprensión que se ofrecería a un ser querido. Este enfoque contrarresta la autocrítica exacerbada por los estándares irreales que circulan en línea. Además, resulta esencial reconectar con los valores personales auténticos. Reflexionar sobre lo que verdaderamente importa más allá de los likes -como la solidaridad, el crecimiento personal o los vínculos afectivos- permite construir una identidad estable y genuina.
La gestión activa del consumo digital también es crucial. Esto implica ser selectivo con los contenidos que se visualizan, priorizando aquellos que inspiran, educan o suman bienestar, mientras se limita la exposición a cuentas que promueven la comparación social negativa. Finalmente, se recomienda fortalecer la autoimagen funcional, valorando el cuerpo por su capacidad y vitalidad, no por su apariencia, lo que reduce la influencia de ideales estéticos inalcanzables.
La presión de la perfección en redes sociales
El perfeccionismo encuentra hoy un terreno fértil en las redes sociales. Aunque a veces se percibe como un obstáculo menor -o incluso como un rasgo de personalidad positivo-, en realidad va más allá de la simple búsqueda de la excelencia: las personas perfeccionistas tienen un mayor riesgo de sufrir ansiedad, depresión y otros trastornos de salud mental.
Según el psicólogo Gordon Flett, profesor de Psicología en la Universidad de York (Canadá) y experto en perfeccionismo y salud mental, muchas personas construyen una autoimagen idealizada en línea, lo que genera una constante comparación con vidas "perfectas" que en realidad no existen. Esta auto-presentación perfeccionista puede afectar profundamente la autoestima, especialmente en jóvenes, al hacerles sentir que no están a la altura de los demás.
La psicóloga Bonnie Zucker, especializada en el tratamiento de trastornos de ansiedad en niños, adolescentes y adultos, coincide y advierte que estas plataformas muestran una versión editada de la realidad: nadie publica sus días malos o momentos de vulnerabilidad. Los perfeccionistas, por su parte, tienden a observar estos contenidos con un enfoque obsesivo, analizando cada detalle, lo que intensifica la ansiedad y el malestar emocional.
Ambos expertos coinciden en la necesidad de fomentar una relación saludable con las redes sociales: entender que son una construcción y limitar el tiempo de exposición puede ser clave para proteger la salud mental.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!