
Sucrée Croissanterie: El arte del buen croissant en Samborondón
Yoselyn y Bryan con perseverancia han llevado a Sucrée de un barrio de Guayaquil a ser la croissantería de moda
De un barrio de Guayaquil a la mesa de los guayaquileños y samborondeños así se forjó el sueño de Sucrée Croissanterie. La historia de Yoselyn Mora y Bryan Vera es un fiel recuerdo de que con perseverancia se pueden lograr muchas cosas. Un relato que comenzó con una pequeña panadería de barrio y que hoy es un referente con nombre propio.
Una historia guayaquileña de perseverancia y amor
Antes de la pandemia, en noviembre de 2019, la pareja inauguró su primera panadería en la Cooperativa Pancho Jácome. Sin embargo, en febrero de 2020, la llegada del COVID-19 los obligó -como a muchos emprendedores de la época- a cerrar sus puertas. Fue un golpe duro, aunque no el último.
Cuando las restricciones se aliviaron, Yoselyn y Bryan se replantearon todo. Vivían en el barrio donde habían abierto su primer locar, que con el tiempo se volvió inseguro. Decidieron especializarse en croissants y transformaron su antigua panadería en un taller de producción. Trabajaron así hasta 2023, cuando la situación los obligó a mudarse a La Joya.
Pero el camino tenía más obstáculos. Una sociedad con una amiga no funcionó. “Ese proyecto nos dejó peor que antes”, confiesa Yoselyn. Quedaron llenos de deudas, sin dinero para comer ni para pagar el arriendo. En medio de la desesperación, Yoselyn tomó la decisión de volver a lo básico. “Vendíamos antes croissants, retomemos eso porque necesitamos subsistir”.
Reinventarse en tiempos difíciles: La especialización en croissants
En diciembre de 2023, con una mesa, una batidora y un congelador, reiniciaron Sucrée desde cero, en línea. Bryan trabajaba dobles turnos, casi sin dormir. La situación era tan precaria que Yoselyn debía mudarse con su madre, pero su casera le dio la oportunidad de esperarlos un mes. “Yo sé que vas a levantar tu negocio nuevamente”, le dijo. Esa fe fue un motor.
El fenómeno viral en TikTok que cambió todo
@saramedina2401 Respuesta a @Andrea28233 ♬ sonido original - Sara Medina
Yoselyn se prometió recuperar en un año todo lo perdido. Comenzó a mover redes sociales, a crear productos. La tenacidad dio su fruto en julio de 2024. Un video de la influencer Sara sobre sus croissants se volvió tendencia en TikTok. “Ese video cambió la historia”, recuerda Yoselyn. La demanda explotó. Otros creadores de contenido, como Mauricio y Bartolomé, también los impulsaron.
De la noche a la mañana, pasaron de trabajar en la oscuridad a tener filas de clientes frente a su local. Esa viralización les permitió comprar su primera laminadora, más mesas, ampliar el taller y contratar ayuda. En menos de un año, Yoselyn cumplió su promesa: había recuperado todo.
¿Qué significa Sucrée y qué hace únicos a sus croissants?
El nombre “Sucrée” proviene de “pâté sucrée”, un tipo de masa dulce. Al principio eran una panadería-pastelería, pero cuando se especializaron en croissants, el nombre ya se había quedado. Hoy, Sucrée es una croissantería que innova constantemente. Comenzaron con seis sabores, pero al ver el mercado saturado, diversificaron su carta. Ahora ofrecen tartaletas, “bons” (croissants circulares) y pan suizo, todos elaborados desde la misma masa laminada. Sus productos más populares son el New York Roll de Ferrero Rocher, el Bon de Nido y la tarta de manzana.

Innovación y sabor: Los productos emblemáticos de Sucrée
El secreto de su producto está en la paciencia. Bryan, autodidacta, creó las recetas. Él insiste en respetar el proceso de cada masa. “Muchas panaderías son industriales, le echan más levadura y no respetan los tiempos de reposo. Nosotros sí. Por eso nuestro pan no es pesado”, explica Yoselyn. Esa obsesión por la calidad define a la marca.
La dinámica de la pareja es clave. Bryan es el artífice detrás del producto con una personalidad metódica y perfeccionista. Yoselyn es la imagen creativa, la que administra las redes y el personal. Se conocen desde los 15 años y han aprendido a respetar sus espacios. “Cada uno hace lo suyo perfecto, y no nos metemos en el área del otro”, dice ella.
Hoy, Sucrée no solo es un taller, sino una cafetería. Su apertura fue un evento con filas que daban la vuelta a la manzana. Pasaron de vender unas pocas cajitas al día a producir entre 600 y 1000 piezas. Para Yoselyn, más que un negocio, Sucrée es un mensaje para los jóvenes que, como ellos, crecieron en barrios con oportunidades limitadas. “Quisimos ser el portavoz de esos chicos que sienten que su futuro no puede ser ideal. Si inicias en el nivel cero, vas a tener que luchar mucho más, pero se puede”.
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