
Savi Wine rompe mitos y convierte la cata de vino en una experiencia sin etiquetas
María Soledad Acurio creó el primer tasting room del país para acercar el vino a la gente
María Soledad Acurio nunca pensó que una copa de vino la llevaría tan lejos. “Cuando yo empecé a tomar vino, obviamente no sabía mucho sobre la cata o sobre los elementos de la cata. Pero, de a poco, degustando, yendo a diferentes bodegas y probando, empecé a desarrollar mi gusto”, cuenta. Así comenzó una pasión que, con el tiempo, se transformó en propósito: crear un espacio en Ecuador para disfrutar del vino sin prejuicios, sin reglas estrictas y sin etiquetas sociales.
Tras vivir varias décadas en Estados Unidos, donde la cultura del vino está más arraigada, Acurio decidió regresar y construir su propio concepto en Cumbayá. Su objetivo era claro: romper los mitos que rodean al vino y democratizar su consumo. Así nació Savi Wine. “Me daba mucha curiosidad que en Ecuador el consumo del vino se relacionara con la etiqueta social más que con el consumo por puro gusto”, reflexiona. “Además, había mucha incomodidad en relación a preguntar sobre lo que se desconocía del vino”, añade.
Por ello, el corazón de Savi Wine son sus flights, una experiencia de cata compuesta por tres copas de vino de una misma nacionalidad. “La cata tiene vinos de un mismo país, pero de distintas cepas. Puedes elegir entre tintos, blancos y rosés” Los clientes reciben una manteleta con información de cada copa, y pueden elegir según su perfil de gusto: vinos suaves, astringentes, frutales o cítricos.
Más de 190 etiquetas componen la cava actual, con 40 disponibles por copa. “Normalmente cuando tú vas a un lugar, tienes el vino de la casa, que es el único vino que se sirve por copeo. Nosotros vamos a tener más de 90 vinos que se van a poder servir por copa”. Savi también ofrece rosados y blancos que, según Acurio, tienen alta aceptación. Pero lo que más le interesa es que quienes llegan hasta su discreto bar de tres ambientes se animen a probar y descubrir nuevos sabores.
“Yo quiero que la gente tome el vino porque le gusta. No quiero que se guíe por los parámetros del maridaje o porque supuestamente debe tomarme una carne con un Cabernet”, añade.
De Estados Unidos a Ecuador
Además de reducir los altos costos de operación que implicaba abrir un espacio como Savi Wine en Estados Unidos, Acurio asegura que apostó por Ecuador para establecer su tasting room debido a la apertura del país a nuevas propuestas y al cariño permanente que le tiene al lugar donde cursó sus estudios universitarios.
“Yo quería crear algo aquí, en Ecuador, porque notaba que había mucho interés, pero también desconocimiento. A veces les preguntaba a mis amigos ecuatorianos si les gustaba el vino. Me decían que sí, que lo tomaban siempre… pero cuando les preguntaba qué tipo de vino preferían, me respondían ‘tinto’ o ‘seco’, sin poder especificar mucho más. Ahí fue cuando entendí que había una oportunidad real para educar sobre las cepas, las bodegas, las catas, y que existía un interés muy palpable por aprender”, cuenta.

Uno de los desafíos, dice, fue elegir el nombre del local. La inspiración llegó un día en su casa en Phoenix, mientras preparaba un ceviche para su familia.
“Tengo cuatro hijos. Jugando con las letras de sus nombres salió Savi. En inglés, ‘savvy’ quiere decir conocer a profundidad. Y aunque se escribe diferente, me gustaba la idea de que sonara igual y que Savi fuera un sitio de saber, querer y conocer. Fue como una iluminación que lo conjugó todo al mismo tiempo”, indica.
Aunque mantiene su residencia en Estados Unidos, regresa con frecuencia al país para estar al tanto de los avances del local.
Su visión a futuro incluye expandirse a Guayaquil y Cuenca, y contar con kioscos en centros comerciales.
De la copa al plato
Una de las metas de Savi Wine, señala Acurio, fue ofrecer una amplia variedad de vinos de diferentes países, y entre ellos, debía estar Ecuador.
“Nuestra prioridad siempre fue incluir vino nacional en el menú, porque nuestros flights están organizados por país, y muchos visitantes extranjeros quieren probar vino ecuatoriano”, dice.

En su búsqueda, encontraron bodegas como Dos Hemisferios, Chaupi Estancia y la lojana Viñas del Guayacán. Sin embargo, por temas de costos y requerimientos logísticos, solo fue posible incluir una de ellas en la carta. Aun así, Acurio asegura que siguen buscando vías para abrir más espacio al producto local.
“Ecuador produce poco vino, pero el que produce es de gran calidad”, afirma.
Aunque aún no cumplen un año en el mercado, Acurio cuenta que uno de los primeros cambios que realizaron fue la inclusión de una carta gastronómica. “Nuestra decisión desde el principio fue ser un bar de vinos, un lugar para catar flights de vino de manera constante, pero escuchamos a nuestros clientes, y ellos pidieron una carta gastronómica que pudiera acompañar la experiencia”, dice.
Fue así como, en colaboración con el chef Emilio Dalmau, se diseñó una propuesta culinaria con platos fríos y calientes, entre los que destacan el steak tartar, el tiradito de atún, la tortilla española y el pulpo al grill.
¿Cómo elijo un gran vino?
¿Qué aspectos deben tomarse en cuenta a la hora de elegir un buen vino? Acurio señala que el primero es el precio.
“Contrario a la opinión popular, el precio del vino no define su calidad. La calidad viene de la bodega, de las barricas, de cómo se elaboró el vino. Eso es lo más importante”, afirma. Añade que otro paso fundamental es atreverse a probar nuevas cepas.
“El ecuatoriano está acostumbrado al Merlot, Malbec, Carménère, pero hay que salir de esa zona de confort e intentar con el Godello, con el Zinfandel. Están disponibles en el país, solo hay que buscar”, cuenta.
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