
PUCE revela cómo el sistema de salud ignora el duelo perinatal
Estudio sobre duelo perinatal busca transformar la atención hospitalaria y sensibilizar a los profesionales de la salud
En Ecuador, más de mil familias enfrentan cada año la pérdida silenciosa de un bebé durante la gestación o los primeros días de vida. Estas muertes, muchas veces invisibilizadas y carentes de acompañamiento emocional, motivaron a la docente e investigadora María Teresa Benavides Borja, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), a liderar un estudio sobre la percepción de los padres frente al duelo perinatal y las estrategias de afrontamiento emocional. Su investigación, desarrollada entre 2021 y 2022 en hospitales públicos del sur de Quito, reveló una realidad dolorosa: la atención hospitalaria se ha centrado históricamente en los procedimientos técnicos, dejando de lado el componente humano y empático que madres y padres necesitan en esos momentos críticos.
Benavides explica que su interés por el tema surgió tras identificar un vacío en el sistema de salud. “Durante años, se ha atendido a las madres desde lo físico, pero no desde lo emocional. No se diferencia entre una mujer que pierde a su hijo en el parto o a los pocos días de nacido. Esa falta de sensibilidad genera un sufrimiento profundo”, afirma. Según la investigadora, no existe un protocolo específico dentro del Ministerio de Salud Pública para acompañar a los padres que han perdido a un bebé desde temprana edad. “Tenemos estadísticas de muertes perinatales, pero los registros están subestimados. Muchas pérdidas ocurren fuera de los hospitales públicos y quedan en el silencio. Son duelos que nadie reconoce, ni siquiera el sistema”, enfatiza.
“Nadie me dijo nada, solo me entregaron una caja”
El dolor que describe la investigadora tiene rostro. Paola, madre de 28 años, perdió a su bebé a los siete meses de gestación en un hospital público de Quito. Recuerda cada minuto de aquella madrugada: “Nadie me explicó qué había pasado, solo me dijeron que mi hijo no tenía signos vitales. Me dejaron sola en una camilla mientras escuchaba los llantos de familiares cercanos. Nadie me acompañó, nadie me miró a los ojos. Cuando desperté, una enfermera me pidió que la firmara como si fuera un trámite todo”.
Paola asegura que no recibió apoyo psicológico ni orientación médica tras el parto. “Me dijeron que debía ser fuerte, pero cómo se es fuerte cuando tu hijo nunca respiró…”, dice entre lágrimas. Su testimonio refleja la ausencia de contención emocional que miles de mujeres enfrentan en el país.
Humanizar la atención: las “Salas Mariposa” y la empatía como prioridad
A partir de los hallazgos de su investigación, Benavides ha impulsado la creación de “Salas Mariposa” o “Códigos Mariposa” en hospitales del sur de Quito. “Estos espacios permiten que mamá y papá se despidan de su hijo en un ambiente digno, con acompañamiento emocional. Antes, muchas madres eran ubicadas junto a otras que acababan de dar a luz, una experiencia dolorosa y deshumanizante”, comenta. La docente explica que este modelo busca integrar a equipos multidisciplinarios médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales para ofrecer apoyo integral a las familias. “No se trata solo de curar el cuerpo. Se trata de acompañar el alma en un momento de pérdida”, añade.
La investigadora también lidera procesos de capacitación en empatía y primeros auxilios emocionales dentro de la Facultad de Salud y Bienestar. “Muchos profesionales nunca recibieron formación para tratar el duelo. Por eso, desde la academia, promovemos foros y jornadas de sensibilización para que los futuros médicos y enfermeras comprendan el valor de la escucha activa, de un gesto de ternura, de un silencio compartido”, sostiene. “El duelo no desaparece, pero puede transformarse si hay acompañamiento humano. Eso es lo que buscamos enseñar”, agrega.
Una nueva cultura del cuidado
Benavides insiste en que el duelo perinatal no debe seguir siendo un tema marginal, sino una responsabilidad ética y profesional. “Tenemos que mirar y valorar los sentimientos de mamá y papá, no solo sus síntomas. El dolor no se borra, pero se puede acompañar”, reflexiona.
Desde la PUCE y su grupo de investigación Materno-Infantil, la académica mantiene abierta la colaboración con hospitales y entidades interesadas en fortalecer la atención humanizada. “Queremos que los futuros profesionales salgan con destrezas técnicas, sí, pero también con sensibilidad, con humanidad. Que comprendan que detrás de cada historia hay una madre que llora en silencio”, concluye.