Reuniones familiares
Convivir con la familia no tiene por qué convertirse en un momento de tensión en donde ponemos a prueba nuestra paciencia.FREEPIK

Navidad sin peleas: cómo manejar relaciones familiares tensas y evitar conflictos

Sobreviva a las fiestas sin perder la paz (ni la paciencia) y lograr que la cena no se convierta en un campo de batalla

Las reuniones decembrinas llegan con luces brillantes, villancicos y... el inevitable tío que cada año hace la pregunta incómoda que no debe. La Navidad tiene ese encanto irónico y curioso al combinar abrazos sinceros con conversaciones tensas que a veces preferiríamos envolver en papel de regalo y dejar bajo el árbol para nunca abrirlas.

Pero convivir con la familia no tiene por qué convertirse en un momento de tensión en donde ponemos a prueba nuestra paciencia. Con algunas estrategias simples, límites claros y un poco de humor, es posible disfrutar estas fechas sin perder la calma ni el espíritu festivo. Al final, el objetivo es que en la mesa no haya espacio para discusiones, sino para deliciosa comida y recuerdos bonitos que valga la pena coleccionar.

Lo que enciende la incomodidad

La psicóloga clínica Karla Jara comenta que hay ciertos temas que, sin falta, aparecen cada Navidad y tienen un talento especial para despertar incomodidad porque “activan respuestas emocionales intensas ya que tocan aspectos delicados de la vida de cada persona y, cuando se exponen sin sensibilidad, pueden herir o detonar reacciones impulsivas”.

Entre los más comunes están las preguntas sobre la vida sentimental (ese clásico “¿y para cuándo la pareja?”), los comentarios sobre el cuerpo o el peso, y las opiniones sobre la situación económica o los planes de independencia (“¿y cuándo se va a vivir sola?”). A estos se suman las presiones familiares sobre bodas o hijos, temas profundamente personales que muchas veces se prefieren dejar en silencio.

Pero... ¿qué es mejor hacer en estos casos? Jara sugiere dos claves sencillas: la primera es recordar que nada es personal, porque casi siempre estos comentarios hablan más de las expectativas de quien los hace que de la vida de quien los recibe. Y la segunda es tener respuestas neutras y amables que permitan cerrar la conversación sin generar tensión, como “prefiero no hablar de eso ahora” o “gracias por preguntar, pero está todo bien así”. Estas frases funcionan como un pequeño escudo emocional que evita conflictos y mantiene el ambiente en paz.

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El pasado se sienta a la mesa

La psicóloga clínica Katiuska Delgado explica que estas fechas suelen reactivar recuerdos y dinámicas familiares que vienen desde la infancia, lo que hace que cualquier comentario, por pequeño que sea, pueda sentirse más intenso. Y es que, al reencontrarnos con quienes nos vieron crecer, reaparecen aquellos viejos roles que cada familia conoce bien: el hijo obediente, el rebelde o el mediador de siempre. Por eso, de pronto, estamos disfrutando el pavo y, sin aviso, sentimos que volvemos a tener diez años.

Delgado señala que esta temporada funciona como un “escenario simbólico” donde lo no resuelto del pasado encuentra espacio para salir a flote, y tensiones que estuvieron dormidas durante meses pueden reaparecer ante el menor desencadenante. Y si no sabemos cómo manejar esas emociones, es fácil que la irritación, los silencios incómodos o las reacciones impulsivas se asomen. Al final, muchas de esas discusiones no tienen que ver con lo que pasó en la mesa, sino con lo que pasó hace años.

¿Y si la conversación se tensa?

A veces basta un comentario fuera de lugar para que el clima cambie. Antes de caer en la provocación o responder desde el impulso, Delgado señala los pasos que pueden ayudarnos a mantener la calma y evitar que la situación se descontrole:

  1. Identificar la reacción interna: En lugar de responder de inmediato, reconozca qué emoción apareció (rabia, vergüenza, sensación de injusticia). Muchas veces la intensidad no corresponde al presente, sino al recuerdo de una escena antigua que se reactiva.
  2. Suspender la respuesta automática o impulsiva: Hacer una pausa permite no repetir un patrón familiar inconsciente.
  3. Recordar quién tiene realmente enfrente: A veces reaccionamos como si ese familiar representara a una figura del pasado (la mamá crítica, el hermano competitivo), aunque no sea así. Distinguir al adulto real del recuerdo simbólico ayuda a bajar la intensidad y responder desde el presente, no desde viejas heridas.
  4. Hablar en vez de actuar: Cuando sienta que te está alterando, decir algo simple como “prefiero que hablemos más calmados” o “necesito un momento” ayuda a frenar la reacción impulsiva. Expresar lo que siente en voz alta evita que la emoción estalle sin control.
  5. Ver la provocación como un malestar del otro: Muchas actitudes hostiles no son un ataque personal, sino la forma en que esa persona maneja su propia incomodidad. Recordarlo permite tomar distancia emocional y no quedarse en discusiones innecesarias.

Es mejor hacer una pausa cuando…

Estas señales pueden ayudarle a saber cuándo es momento de dar un paso atrás.

  • Si nota tensión en el cuerpo, calor, temblor o el corazón acelerado, es una alerta de que la emoción ya está superando su capacidad de pensar con claridad.
  • Reconoce que esa discusión es una escena que se repite una y otra vez en cada reunión, sin un final ‘feliz’.
  • Si aparece el impulso de herir, responder con ironía fuerte o hacer cualquier cosa por ‘ganar la discusión’. Es señal de que está perdiendo contención emocional.
  • Cuando ya no oye al otro y solo está anticipando su próximo ‘ataque verbal’, la conversación dejó de ser un diálogo.

Elegirse también es un acto de cariño

Aunque poner límites en las reuniones navideñas puede sentirse incómodo, porque muchas veces está ligado al miedo a perder el cariño de los otros, Jara resalta que hacerlo es una forma profunda de autocuidado: “Si hay casos de violencia o agresión, nunca es obligación acudir a esas reuniones”. La seguridad emocional y física siempre va primero, incluso en Navidad.

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