
Música electrónica en Ecuador: tres DJs que debes conocer
Juan Hinojosa, Paul Stenn y DJ Chincha cuentan cómo construyen sus carreras en un mercado competitivo
La figura del DJ ha dejado de ser solo la de un animador de fiestas. Hoy representa una carrera musical con múltiples caminos, desafíos técnicos, visión empresarial y una conexión directa con el público. En Guayaquil, una ciudad en la que la cultura musical se mezcla con influencias globales, tres DJs guayaquileños, Juan Hinojosa, Paul Stenn y María José Pino, conocida como DJ Chincha, se abren paso en una industria que, aunque no siempre es visible, está en constante movimiento y expansión.
Inicios distintos, misma pasión por la música
Juan Hinojosa comenzó a los 15 años como músico, y desde los 18 decidió que su vida giraría en torno a la música, pero ahora desde las tornamesas. En la actualidad, acumula una década de experiencia como DJ profesional. Define su línea como “crossover”, un enfoque que le permite adaptarse a distintos públicos y escenarios, mezclando afro house, pop, reguetón, rock, merengue y más.
“Lo más difícil de esta carrera puede ser la paciencia y dedicación que hay que tener para encontrar estabilidad en todos los aspectos”, señala Hinojosa, quien lidera tres proyectos clave: su marca personal Hinojosa, la empresa de servicios técnicos Impulse y Incanto, un emprendimiento de fiestas itinerantes junto a su novia y su socio, que ya planea internacionalizarse.
Estilos, identidad y evolución constante
Por otro lado, Paul Stenn se sumergió en la producción musical desde los 12 años. Su primera motivación fue crear efectos de voz con el programa FL Studio, pero con el tiempo fue explorando la composición y las mezclas completas. A los 15 ya se presentaba en fiestas y festivales masivos.
Su inspiración fueron artistas como Skrillex y Oliver Heldens, quienes lo motivaron a creer que era posible hacer carrera desde Ecuador. Actualmente, Stenn destaca no solo por sus shows, sino por su labor como productor musical. Ha lanzado canciones cada dos meses a través de plataformas digitales, muchas de las cuales han superado las 10 mil reproducciones.
También creó su propio sello discográfico, desde donde impulsa a talentos de Perú, Brasil, Estados Unidos, Argentina y su natal Ecuador. “Lo más difícil es abrirse paso en un circuito que muchas veces es cerrado. Tienes que ganarte la credibilidad con trabajo constante, nadie cree en ti de la noche a la mañana”, reflexiona.
Más que música: negocios, lanzamientos y futuro
María José Pino, o DJ Chincha como se la conoce en los escenarios, lleva 13 años al mando de una cabina. Empezó por amor a la música electrónica, influenciada por íconos como Paul Oakenfold y Van Dyk. Al principio lo hizo como hobby, pero con el tiempo entendió que su pasión podía convertirse en profesión.
“El mercado ha crecido mucho, hay más DJs, más eventos, más géneros, pero también más competencia. Ahora hay una comunidad sólida, aunque también se ha saturado un poco el medio”, afirma. Para mantenerse vigente, ha tenido que adaptarse al enfoque crossover y atender eventos corporativos, matrimonios, fiestas de quinceañeras y más.
A pesar de ello, conserva su gusto por géneros como el house noventero y el europop, que, aunque hoy no están de moda, son parte de su identidad artística.
DJ Chincha reconoce que ser mujer en esta industria también representa un reto. “Hay quienes creen que por ser mujer solo estás ahí para posar, no para mezclar de verdad, pero eso lo desmientes con profesionalismo y trabajo serio.

Lidiar con malas noches, con público difícil o incluso con personas ebrias es parte del oficio. No es solo poner música, es saber leer al público, manejar los tiempos y evitar caer en los vicios del medio”, comenta con franqueza. Su nuevo reto es su primer EP, una coproducción con un colega que saldrá este año y que, espera, represente un nuevo capítulo en su carrera.
Aunque cada uno ha tomado caminos distintos, los tres DJs coinciden en que esta profesión demanda más que talento: requiere resiliencia, formación técnica, y visión de futuro. En un país donde la música urbana y comercial domina el mercado, el trabajo de los DJs se convierte en una resistencia creativa y una apuesta por el arte sonoro.