
El legado de Superman vive en coleccionistas ecuatorianos
Coleccionistas de Superman en Ecuador comparten sus historias más emotivas
En Guayaquil, un grupo de apasionados coleccionistas mantiene viva la figura del superhéroe más emblemático de todos los tiempos: Superman. Lo hacen no solo acumulando figuras de acción, cómics y memorabilia, sino también creando espacios culturales, comunitarios y educativos alrededor de su afición. Este fenómeno va más allá del entretenimiento: es una historia de vida, superación y compromiso con la cultura pop.
Uno de ellos es Gustavo Ruilova, cuya historia comienza cuando apenas tenía cuatro años. Fue su abuela quien lo introdujo a la lectura a través de cómics y tiras cómicas de los diarios. Su padre, al ver su entusiasmo, comenzó a comprarle más historietas, muchas de ellas publicadas por editoriales mexicanas que luego quebrarían en los años 80.
“Mi colección creció en español, pero luego tuve que pasar al inglés porque dejaron de llegar al país”, recuerda Ruilova, quien almacenaba estos ejemplares en su natal Manta. Nunca imaginó que ese hobby lo ayudaría a salvarle la vida a su padre.
Cuando los cómics salvan vidas
En mayo de 1999, su padre cayó gravemente enfermo. Ante la falta de atención en el hospital del Seguro Social, fue llevado a una clínica privada. Luego de semanas en cuidados intensivos, logró sobrevivir. “Al salir me preguntó cómo iba a pagar todo”, cuenta Gustavo.
Fue entonces cuando reveló que había vendido parte de su colección de historietas a un coleccionista extranjero. La transacción le permitió reunir cerca de 18 millones de sucres (720 dólares), suficientes para cubrir los gastos médicos. “Ahí mi familia tomó en serio mi pasión”, dice con orgullo.
Años después, en 2013, fundó junto a varios amigos el Cómic Club de Guayaquil, organizando los primeros eventos gratuitos dedicados a los cómics en el país. Su objetivo sigue siendo claro: promover el cómic como una herramienta de entretenimiento, educación, cultura y empleo.
Una figura, una historia
Otro apasionado por el Hombre de Acero es Alan Molina, presidente del DC Fan Club Ecuador. Su amor por Superman nació con las series de televisión, desde la clásica animación hasta Smallville. Pero fue la versión en acción real del personaje, especialmente el arte de Alex Ross, lo que lo motivó a empezar una colección.
“Una figura de Superman de DC Direct, inspirada en Ross, fue muy difícil de conseguir. Me ayudó una persona que no esperaba, y cuando la recibí sentí una emoción indescriptible”, relata Alan. Hoy, junto a miembros del club, no solo colecciona, sino que organiza exposiciones para que otros descubran al héroe desde nuevas perspectivas. Aunque recientemente se canceló una muestra sin explicación, él mantiene la esperanza de que en el futuro podrán compartir sus charlas sin fines de lucro.

Superman, más allá de los poderes
Adriana Velasco, otra entusiasta coleccionista, también tiene una historia emotiva ligada a Superman. Cuando era niña, su padre la llevó a ver en el cine la película de 1978 protagonizada por Christopher Reeve, lo que marcó un antes y un después.
En su vida adulta, gracias a su independencia económica, comenzó a adquirir figuras y cómics del personaje. “Mi colección empezó sin darme cuenta”, comenta.
Entre sus piezas más valiosas está una figura de Man of Steel de escala 1/6, y un retrato autografiado por Tom Welling, actor de Smallville. Para Adriana, Superman es mucho más que un superhéroe. “Representa fuerza de carácter, empatía, inteligencia, un enorme corazón y amor por la familia. Cada figura tiene una historia detrás, y conocerla me hace admirarlo aún más”.
Estas historias demuestran que el coleccionismo no es un simple pasatiempo. Es una forma de rendir homenaje a lo que representa Superman: esperanza, resiliencia y justicia. En un país como Ecuador, donde los espacios para la cultura pop son limitados, estos coleccionistas han creado una comunidad que inspira, educa y conecta a través de un ideal compartido. Porque como dice Gustavo Ruilova: “Nosotros seguiremos siendo los buenos”.