Katia Raad y Ana María Bustamante
Ellas son las mujeres detrás de este emocionante proyecto.Gerardo Menoscal

Katia y Ana María: Inclusión, desde una mirada diferente y necesaria

La inquietud por el porvenir de los jóvenes con autismo y sus familias, las incentivó a crear ‘Sujetando’.

“E n el año de la pandemia”, así comienza esta historia de trabajo en equipo. Katia Raad (34) y Ana María Bustamante (53) comparten no solo vocación por la psicología, sino visión para sacar adelante un proyecto. Saben qué necesitan para trabajar en conjunto. Y eso fue clave para el éxito de ‘Sujetando’.

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Un programa en donde se centran en el porvenir de jóvenes con autismo y dificultades en la subjetividad, o como ellas dicen, en aquellos que ven el mundo de una manera diferente.

Más allá de ver cada caso como un diagnóstico, estas especialistas apuestan por aquello que los chicos puedan mostrar, y de esta forma los acompañan en su transición a la vida adulta.

En diálogo con SEMANA, Katia y Ana María relatan cómo ante los desafíos durante y pospandemia han desarrollado talleres que les ha permitido a los jóvenes explorar y potenciar diversas áreas de su interés, y como resultado han logrado fomentar su independencia y autonomía.

Una experiencia que a estas mujeres las vivifica, las retroalimenta y a su vez les permite generar conciencia a nivel social sobre la inclusión.

  • Haciendo camino

Antes de voltear su mirada a ‘Sujetando’, la vida las fue preparando a cada una. Katia venía haciendo camino desde que estudiaba el primer año de Psicología Clínica. Inició como tutora en el programa de Comunicación del colegio Ágora, y allí empezó su acercamiento a estudiantes que presentaban autismo. Luego se centró en la inserción laboral de jóvenes con ese mismo diagnóstico, y también en su acompañamiento terapéutico.

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Ana María, en cambio, tenía a cuestas el título de Licenciatura en Leyes, profesión que decidió no ejercer al darse cuenta de que su vocación estaba en las aulas de psicopedagogía. “Toda la vida me encantó ser profesora”, confiesa.

Su orientación lacaniana le dio la oportunidad de que el primer trabajo sea con un niño de jardín de infantes con problemas de comunicación y socialización. Desde entonces, hace 19 años, se ha centrado en los chicos que tienen dificultades en el aprendizaje.

Con ese bagaje, ambas tuvieron la suerte de conocerse al participar por años en un grupo de investigación sobre autismo, dirigido por una psicoanalista de Guayaquil. Y de a poco comenzaron a coincidir en otros ámbitos, desde seminarios nacionales e internacionales, hasta espacios de formación, como la maestría en Psicoanálisis con mención en Educación en promociones distintas.

Fue en el 2020 cuando ambas tuvieron una anécdota para contar por el resto de sus vidas. “A mí me pasaba que veía mucha incertidumbre en las familias, por no saber qué pasaría con sus hijos que tenían alguna fragilidad una vez que terminaran la secundaria. Eso me motivó a crear el programa que en su inicio se llamó ‘Vidulta’, curso de preparación para la vida adulta, para ayudarlos a encontrar su vocación y un nicho laboral”, cuenta Katia. Y allí sonó la llamada. “Ella me invitó primero como profesora, y después de un tiempo me preguntó si quería también participar desde la coordinación”, añade Ana María.

En el 2021, ambas deciden llamarlo ‘Sujetando’, y desde entonces, los diferentes talleres han sido clave para el avance de estos jóvenes que han encontrado un buen lugar en la vida.

talleres sujetando
Los talleres siempre terminan con proyectos que fomentan la autonomía de ellos.Cortesía

  • Creando conciencia

Desde pintura, fotografía, cocina hasta música, radio-teatro y cine, son entre otras, las diversas áreas que exploran los jóvenes que entran a ‘Sujetando’.

Si bien los talleres empezaron a dictarse desde la casa de Ana María, con el tiempo pudieron impartir el programa en otro espacio, donde los proyectos llevados a cabo, les ha dado grandes satisfacciones. “Cada taller finalizado nos permite poner en común con la sociedad sus habilidades y talentos”, explican. Aquello lo han experimentado desde la primera exposición fotográfica denominada ‘Fuera de Serie’, en donde se expuso las fotos tomadas por estos jóvenes.

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Posteriormente, realizaron el emprendimiento ‘Porta-Quil’, que consistió en la venta de portavasos con las fotos de Guayaquil que ellos hicieron. Y entre los eventos más recientes, destacan la obra de teatro ‘Prueba y Error’ que se desarrolló en el Centro de Arte, así como la exposición de Adrián Spurrier con el apoyo de la Universidad Casa Grande.

“Cada uno ha encontrado su lugar en lo que más le gusta, sienten que son capaces de hacer lo que ellos quieran y nosotras estamos aquí para seguirlos”, coinciden ambas.

Experiencias que les han movido el alma a ellos y también a estas mujeres que comparten no solo la misma vocación sino el interés de generar conciencia en los demás.

  • Con paciencia y respeto

Nosotros no los vemos como personas con discapacidad, son jóvenes que ven el mundo de manera diferente”, dice Katia y añade. “Por el hecho de que muchos han necesitado acompañamiento desde temprana edad, en su adultez algunos podrían ser tratados como niños”.

Un análisis que invitan a hacer en tiempos actuales donde todo es más rápido. “Como sociedad hay que entender que no todos miramos las cosas de la misma manera, ni todos van a desenvolverse o aprender igual. Falta que paremos y empecemos a pensar en el otro. Es cuestión de saber escuchar y respetar desde lo más cotidiano, ya sea al demorar en dar un vuelto, en guardar cosas, o pedir un café”, ejemplifica.

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El ser madres también ha contribuido en ese ímpetu por dejar huellas con su programa. “La maternidad en este trabajo te ayuda a ser sensible ante las angustias de los padres. Hay mucha empatía y conexión”, sostiene Katia quien es mamá de una niña, mientras que Ana María tiene tres hijos.

Y justamente ser empáticos es la lección que invitan a poner en práctica con estos chicos. Aprender a pausar y a mirar diferente para crecer todos juntos.

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