Cuidados
Cuidar a familiares en casa puede convertirse imperceptiblemente en una carga difícil de sobrellevar.DPA

Hay formas de evitar caer en el síndrome del cuidador

La mayoría de los familiares no suele ser consciente del trabajo que conlleva encargarse de alguien. Se debe prestar atención al bienestar propio

Hacerse cargo del cuidado de un ser querido en casa puede generar momentos enternecedores, pero también convertirse en una carga enorme. Muchas veces, ocuparse de un familiar hace que uno se olvide por completo de sí mismo, con consecuencias de peso.

"Muchos de los cuidadores se terminan convirtiendo en personas que tienen que ser cuidadas", observa Katrin Thiem, quien dirige la sección de Atención Sanitaria y de Adultos Mayores de la asociación Caritas en el arzobispado de Paderborn, en Alemania.

Muchas veces son los mismos familiares los que quieren cuidar a sus seres queridos durante el mayor tiempo posible, algunas parejas se hicieron la promesa de cuidarse mutuamente en la vejez, según explica Sabine Lohmann, asesora en Caritas.

Sin embargo, advierte que la mayoría de los familiares no suelen ser conscientes del trabajo que conlleva una tarea semejante. Ponen por delante su objetivo de poder cumplir con su promesa, sin tener en cuenta sus propias necesidades.

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Cuando los cuidados que requiere una persona no son muy intensos al principio, puede pasar que los familiares se involucren casi sin darse cuenta en la tarea hasta que terminan encargándose del cuidado a tiempo completo.

"Se asumen cada vez más tareas", explica Markus Küffel, especialista en salud y gerente de una agencia de personal para el cuidado de personas. "Quizá al principio se trata solo de hacer las compras, pero más tarde ya hay que ayudar a la otra persona a bañarse, por ejemplo", detalla.

La psicóloga alemana Eva Asselmann indica que en este tipo de procesos más bien lentos suele ser difícil trazar un límite. "Hay que tratar de no perder el contacto con uno mismo y de prestar atención al propio bienestar", recomienda la profesora de psicología de la personalidad en la Health and Medical University en Potsdam, Alemania.

Küffel, que trabajó como cuidador, añade que también hay que tomar consciencia de que el cuidado profesional no es tarea para personas no entrenadas. Afirma que para poder evaluar de forma realista una situación en la que una persona requiere de asistencia, hay que hacerse primero una imagen clara de la tarea.

Para esto es ideal armar un calendario o anotar durante un tiempo en un diario todas las tareas de cuidado que se realizan.

"Hay que preguntarse cuánto tiempo se puede y se quiere dedicar", señala Küffel. La planificación debería hacerse en comunicación con la persona que necesita de los cuidados. "La mayoría de las personas que requieren de asistencia se suelen sentir aliviadas si le pueden quitar de encima esa carga a sus personas más queridas", añade.

Si se llega a la conclusión de que no se pueden asumir los cuidados en solitario, hay muchos lugares de asesoramiento y acompañamiento para encontrar soluciones a la propia situación.

Lohmann, de Caritas, afirma que también existe la posibilidad de recibir apoyo a través de servicios varios ofrecidos en ese sector. Se pueden delegar algunas tareas de cuidado a personal especializado, lo que permite ganar algo de tiempo para uno mismo.

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O llevar a la persona que necesita de cuidados una o dos veces a la semana a un sitio especializado, como un hospital de día, donde pueda pasar la jornada bajo la supervisión de personal capacitado.

Si el paciente en cuestión se quiere quedar sí o sí en casa, se puede contratar a una persona que asuma el cuidado, o se puede buscar apoyo en un servicio ambulante de cuidado de personas.

Lo que no hay que perder nunca de vista es que si se asume demasiado, se puede terminar completamente agotado o agobiado. "Es paradójico: cuanto más se tiene para hacer, más importante -pero también más difícil- es hacer pausas", explica la psicóloga Asselmann.

Es por eso que recomienda buscar ayuda de forma proactiva y hablar abiertamente con la persona que necesita de cuidados. Añade que también se pueden delegar otras tareas, como por ejemplo la limpieza de la casa, contratando a una persona que limpie o pidiendo ayuda en esto a otras personas de la casa.

Por lo general, los familiares recién buscan ayuda cuando ya están exhaustos y no saben cómo seguir.

"A pesar de las migrañas, los dolores de espalda, la falta de sueño y otras alteraciones psicosomáticas, la mayoría de los cuidadores necesitan un empujoncito desde fuera", dice la referente de Caritas Thiem, quien añade que está bien mostrarse vulnerable. "Muchos cuidadores ni siquiera se dan cuenta de la gran tarea que hacen día a día", opina.

Sabine Lohmann menciona que para tener una nueva perspectiva del día a día y poder delegar tareas, suele ser de ayuda analizar la situación con algo de distancia.