Dopamina y terapia
Terapia. La dopamina puede aumentar si logramos en terapia descubrir nuestros gustos y deseos verdaderos.Canva.

¿Qué es la dopamina y cómo afecta tu ánimo y motivación diaria?

Este químico del cerebro ayuda a sentir motivación y placer, pero también puede generar malestar

La dopamina ha sido llamada la “molécula del placer”, pero su función va mucho más allá de una simple asociación con el goce inmediato. Este neurotransmisor cumple un rol esencial en los mecanismos de recompensa del cerebro, activando la búsqueda de lo que se anticipa como gratificante y movilizando la energía vital para alcanzar metas. Sin embargo, desde la psicología clínica y el psicoanálisis, se abre un campo de interpretación más amplio y complejo sobre cómo opera en la subjetividad de cada individuo.

“El equilibrio dopaminérgico no solo influye en la motivación o el placer, sino también en la forma en que el sujeto se relaciona con su deseo y su entorno”, señala el psicólogo clínico Juan Cando. “Cuando los niveles de dopamina están alterados, pueden aparecer síntomas como la anhedonia, la incapacidad para sentir placer, apatía o incluso estados ansiosos que expresan un conflicto interno que no logra simbolizarse. Es decir, el cuerpo empieza a hablar cuando las palabras no alcanzan”.

Placer, deseo y vacío: una mirada desde la psicología y el psicoanálisis

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Desde el psicoanálisis, la dopamina puede considerarse como el correlato biológico del libido, entendida como energía psíquica que mueve al sujeto. En ese sentido, su regulación no solo depende de acciones químicas o biológicas, sino de cómo ese deseo inconsciente encuentra su cauce. “El estrés crónico, por ejemplo, inhibe la producción de dopamina debido al exceso de cortisol, pero también puede reflejar la angustia ante un deseo bloqueado, no reconocido o socialmente reprimido”, agrega Cando.

Frente a este escenario, se proponen estrategias naturales para estimular la dopamina: ejercicio físico, descanso suficiente, alimentación con tirosina, meditación y metas realistas. Sin embargo, el especialista advierte que “estas prácticas solo serán realmente beneficiosas si están conectadas con un deseo propio, no si se viven como mandatos sociales o recetas de autoayuda vacías. El bienestar no puede imponerse desde afuera; debe construirse desde adentro”.

Testimonio real: “Hacía todo bien, pero no era feliz”

Luis, un joven universitario de 21 años, recuerda cómo cayó en un estado de apatía durante meses, pese a seguir todos los consejos saludables: “Iba al gimnasio, dormía bien, comía sano… pero me sentía vacío. Hasta que en terapia entendí que estaba viviendo según expectativas ajenas. No había deseo real en mis actos. Cuando empecé a hacer cosas que me motivaban de verdad, recién ahí sentí un cambio. Era como si todo lo demás comenzara a tener sentido”.

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Este testimonio refleja lo que Cando subraya a EXPRESO.  “El bienestar mental no se logra solo a nivel neuroquímico. El sujeto del inconsciente debe tener un lugar en esa ecuación. A veces incluso el placer puede generar sufrimiento si no se sabe qué se desea. Por eso, no todo se reduce a la dopamina”, alega.

Comprender el rol de la dopamina en nuestra salud mental exige mirar más allá del placer inmediato: implica entendernos como sujetos deseantes, singulares y complejos, donde el equilibrio emocional se construye también desde lo simbólico y lo afectivo.

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