
Deudas buenas vs. malas: cómo reconocerlas y evitar riesgos financieros
Aprenda a identificar cuándo una deuda impulsa su crecimiento y cuándo se convierte en una carga peligrosa.
Endeudarse no siempre es sinónimo de desastre financiero. De hecho, en ciertos casos, puede abrir puertas, generando oportunidades a corto y largo plazo. Eso sí, hay que saber diferenciar que no todas las obligaciones financieras son iguales, porque mientras algunas pueden impulsar su crecimiento económico, otras solo representan una carga que se arrastra mes a mes.
A continuación, SEMANA conversó con expertos para identificar la diferencia entre una deuda buena y una deuda mala, y por qué dejar que se acumulen sin control puede convertirse en un riesgo silencioso para su estabilidad financiera.
¿Qué es la deuda buena?
Hay decisiones estratégicas que pueden impulsarlo a crecer, siempre que estén bien justificadas y respondan a un objetivo claro. Según Roberto Orellana, coach en finanzas personales y especialista en finanzas, la deuda buena se relaciona con inversiones que, a mediano o largo plazo, ofrecen un beneficio tangible. “Es aquella que nos sirve para apalancarnos financieramente”, es decir, que nos permite avanzar hacia metas concretas con retorno asegurado o altamente probable. Estos son los principales ejemplos:
- Educación y formación profesional: Invertir en una maestría, certificación o curso que mejore su perfil profesional puede ser una deuda positiva si le abre nuevas oportunidades laborales. “Lo ideal es que el plazo de pago debe coincidir con la duración del programa”, recomienda Orellana, para evitar extender innecesariamente los intereses.
- Inversión en un negocio o emprendimiento: Un préstamo solicitado con base en proyecciones claras puede considerarse una decisión acertada. “Si el costo financiero del préstamo es del 15 %, pero el retorno estimado es del 30 % o más, tiene sentido. El análisis previo es fundamental”, aclara el experto.
- Crédito hipotecario (con límites): Comprar una vivienda puede ser una inversión valiosa, siempre que la cuota mensual no supere el 30 % o 40 % de su presupuesto. “Si compromete demasiado su flujo de caja, puede llevarle a sobreendeudarse en otros aspectos”, advierte Orellana.
¿Y la deuda mala?
Si bien la deuda buena puede abrirle oportunidades, esta tiene el efecto contrario: resta estabilidad y lo empujan a gastar más de lo que realmente puede. Así lo explica la experta en finanzas personales y asesora financiera corporativa Sonia Vélez al resaltar que se trata de aquellas obligaciones que “no aportan a nuestro crecimiento, no están planificadas y terminan impactando negativamente en nuestro estilo de vida”. Entre los ejemplos más comunes son:
- Compras fuera de presupuesto: Gastar más de lo planificado para consumos impulsivos es una alerta. Por ejemplo, si tenía destinado 100 dólares para remodelar o decorar su sala y terminó gastando $500 o $1000, eso es deuda mala.
- Vehículos nuevos de lujo: Comprar un auto recién salido del concesionario para uso personal, representa una de las formas más rápidas de perder dinero. Recuerde, desde el momento en que el vehículo sale a la calle, pierde alrededor del 10 % de su valor. Si no es indispensable, lo ideal es reconsiderar esta decisión.
- Viajes financiados a crédito: Disfrutar unas vacaciones y seguir pagándolas durante tres o cinco años es uno de los errores más comunes. Lo recomendable es ahorrar con anticipación y evitar diferir este tipo de gastos a tasas altas.
- Hipotecas mal planificadas: Una vivienda puede ser considerada una buena compra, pero también puede volverse una pesada carga si la cuota supera la capacidad de pago. Comprometer más del 30 o 40 % de los ingresos mensuales en un crédito hipotecario puede causar endeudamiento en otras áreas y transformar lo que parecía una inversión en un serio problema financiero.
- Compras tecnológicas e impulsivas: Sumar más pendientes a pagar solo por tener el último modelo de celular o electrodoméstico cuando aún el actual funciona bien es un ejemplo claro de deuda mala.
El papel del fondo de emergencia
Orellana enfatiza que muchas de las obligaciones financieras malas surgen por falta de previsión. “Una de las principales causas de endeudamiento negativo es no contar con un fondo de emergencia”, afirma. Este fondo debería cubrir entre tres y seis meses de gastos básicos, de modo que un imprevisto médico, la reparación de un vehículo o una pérdida temporal de ingresos no obligue a recurrir a la tarjeta de crédito o a préstamos de alto interés. Recuerde, planificar, registrar gastos y separar un monto fijo mensual para el fondo de emergencia es la mejor defensa contra los compromisos innecesarios.
No olvide
La experta en finanzas, Sonia Vélez comenta que muchos de los problemas económicos que enfrentan las personas podrían evitarse con una adecuada educación financiera. “Así como acudimos a un médico cuando tenemos una dolencia física, es necesario contar con un asesor o aprender herramientas de planificación para diagnosticar nuestra situación y tomar decisiones acertadas”.
El riesgo de vivir de las apariencias
Para mantener unas finanzas personales saludables, es esencial conocer a fondo los propios números: ingresos, gastos y el dinero real disponible cada mes. Como señala Orellana, “lo que no se mide, no se mejora”. Además, muchas personas evitan revisar sus cuentas por miedo a confirmar que algo anda mal, pero ese desconocimiento solo incrementa los problemas. “A veces se gasta por impulso, por costumbre o incluso por aparentar. Y ahí está uno de los mayores riesgos: vivir por encima de las posibilidades, muchas veces motivado por lo que se muestra en redes sociales”, añade. El verdadero reto está en diseñar un estilo de vida coherente con la realidad financiera, sin caer en comparaciones ni en la carrera de demostrar un estatus, que quizás, realmente no se puede sostener.
Atención
Orellana menciona que incluso una deuda buena mal gestionada -como pagar una maestría a cinco años con intereses excesivo- puede volverse una carga. “Lo más importante es conocer nuestros límites financieros y planificar con realismo”, concluye.
La trampa de las tarjetas
La tarjeta de crédito puede ser una gran aliada si se maneja con disciplina, pero también una de las fuentes más comunes de deuda mala. Diferir consumos básicos (como las compras de la comida en el supermercado), o gastar sin medir la capacidad real de pago abre la puerta a un círculo de intereses difícil de controlar. Usada sin planificación, transforma compras cotidianas en compromisos que se arrastran mes a mes.
El peso de las deudas acumuladas
Dejar que los compromisos financieros se acumulen es como empujar una bola de nieve cuesta abajo: cada mes crece más y se vuelve más difícil detenerla. Vélez enfatiza que los intereses generan un efecto multiplicador que encarece la obligación inicial, mientras que el sobreendeudamiento afecta el historial crediticio, reduciendo las posibilidades de acceder a préstamos futuros con tasas bajas. Además, la presión emocional y el estrés financiero pueden impactar directamente en la salud y en las relaciones personales. En pocas palabras: no enfrentar los pendientes económicos a tiempo abre la puerta a un círculo de difícil salida.
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