Dayra Reyes CEO de las Tanusas hotel impulsa turismo regenerativo
La CEO de Tanusas Hotel lidera iniciativas que rescatan oficios locales y celebran la diversidad cultural.Foto: Ángel Lucio

Dayra Reyes y su apuesta por un turismo regenerativo en Ecuador

Con motivo del Día de la Interculturalidad y Plurinacionalidad, explica cómo impulsa el rescate de saberes y tradiciones.

“He aprendido que la vida se vuelve más armónica cuando dejamos de intentar equilibrarlo todo”, confiesa Dayra Reyes Levoyer mientras el mar de Puerto Cayo en Manabí, acompaña su pausa. Desde ese rincón del país, donde dialoga con SEMANA, ha hecho del amor y la regeneración su bandera.

Arquitecta de interiores, empresaria social, madre y esposa ha levantado proyectos que abrazan lo natural, lo humano y lo espiritual con la misma intensidad: desde Tanusas Hotel, el estudio de arquitectura Orkiola, hasta su Fundación Amor 7.8. “Todo es parte de un mismo proyecto de vida colectivo”, afirma.

El hilo conductor de aquellos, es impulsar un modelo de vida y turismo que no se conforma con “sostener”, sino que busca regenerar, devolverle vida al territorio y bienestar a quienes lo habitan.

Siendo Ecuador un país plurinacional, donde el 12 de octubre invita a reflexionar sobre nuestras raíces, Dayra habla con pasión sobre el valor de la diversidad. Su trabajo con comunidades locales ha revalorizado saberes que parecían olvidados: la construcción en caña guadúa, el tejido de piquigua, la agricultura regenerativa... En su mirada, lo artesanal deja de ser ‘souvenir’ para convertirse en una expresión viva de identidad cultural y motor de dignidad económica. “El diseño es un puente” dice, y agrega “cuando se aborda desde la belleza y la intención, puede transformar una pieza en un testimonio de identidad.”

A nueve años del terremoto que dio origen a su fundación, Dayra sigue sembrando resiliencia y esperanza. “Amor 7.8 nació del dolor, pero también del deseo de reconstruir desde el amor”, recuerda. Y es precisamente ese sentimiento por la tierra, por las personas, por el acto de crear y sanar, lo que define su huella.

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La entrevista

Es arquitecta de interiores, empresaria social, madre, esposa y también una mujer muy conectada con la naturaleza. ¿Cómo logra que todas esas facetas convivan y se retroalimenten?

Creo profundamente en el poder del equipo y la fuerza de la comunidad. Nada de lo que hago podría sostenerse sin las personas que caminan a mi lado. He aprendido que la vida se vuelve más armónica cuando dejamos de intentar equilibrarlo todo y empezamos a tejer vínculos entre cada rol: la madre, la empresaria, la soñadora, la mujer que se detiene a observar cómo florece una planta.

Trabaja de cerca con comunidades locales, ¿qué artes u oficios han logrado rescatar y revalorizar?

Las comunidades locales son guardianas de oficios ancestrales que cuentan su propia historia. En nuestra región sigue viva la construcción en caña guadúa, la ebanistería artesanal, el tejido de piquigua, la pesca tradicional, la agricultura regenerativa, la alfarería y el arte de los sombreros de paja toquilla. Integramos esta sabiduría en cada uno de nuestros proyectos: en la arquitectura, en los espacios interiores y en las experiencias turísticas.

¿Cómo asegurar que lo artesanal no sea visto como ‘souvenir’, sino como una expresión viva de identidad cultural y motor económico?

Lo artesanal tiene una fuerza estética inmensa; el reto está en darle contexto, reinterpretarlo con respeto, y permitir que el diseño lo eleve sin perder su esencia. Así se vuelve no solo una pieza decorativa, sino un testimonio de identidad y una fuente digna de ingreso para las comunidades.

Dayra Reyes CEO de las Tanusas hotel impulsa turismo regenerativo
Trabajando junto a artesano de Montecristi el tejido de piquigua, también conocida como mimbre o bejucoFoto: Ángel Lucio

El turismo regenerativo es una expresión cada vez más presente. ¿Cómo lo aplica en los proyectos que lidera?

El turismo regenerativo va más allá de conservar: busca sanar y regenerar vínculos entre el ser humano y su entorno. Llevamos 13 años construyendo un ecosistema vivo en el que comunidad, visitantes y entorno dialogan. Hemos reforestado más del 70 % del territorio con especies nativas, impulsado economías locales y celebrado la cultura a través del arte, la gastronomía y la hospitalidad.

¿Cree que el viajero de hoy busca experiencias que transformen también a la comunidad?

El viajero actual busca propósito, conexión, autenticidad. Quiere ser parte de algo más grande, sentir que su viaje tiene sentido para él y para el lugar que visita.

Si tuviera que soñar el futuro del turismo en Ecuador, ¿cómo lo imagina?

Lo imagino regenerativo en su esencia, un sistema vivo en el que educación, naturaleza, bienestar y cultura se entrelazan. Un turismo que inspire amor propio, cuidado del entorno, respeto por los ritmos naturales y colaboración entre comunidades. Un turismo que eduque y sane, que invite a viajar hacia afuera y hacia adentro al mismo tiempo.

El 12 de octubre invita a reflexionar sobre el encuentro de culturas. En su experiencia, ¿cómo se puede pasar del discurso a la acción para que esa pluriculturalidad sea una verdadera fortaleza?

Necesitamos reencontrarnos. Crear espacios en los que las culturas dialoguen desde el respeto y la curiosidad. En nuestra región impulsamos ferias, talleres y encuentros donde compartimos recetas, vestimentas, historias y oficios. Cuando los niños y jóvenes participan, cuando ven que su cultura tiene valor, la diversidad deja de ser una diferencia y se convierte en una riqueza compartida.

Si hace un flashback de todo el trabajo social realizado, ¿qué aprendizajes atesora de lo que viene trabajando con las comunidades?

He aprendido que no se trata de llegar a cambiar nada, sino de escuchar, acompañar y aprender juntos. Cada proyecto, cada historia, me recuerda que la transformación más profunda no ocurre en los grandes discursos, sino en los pequeños actos cotidianos en los que el amor se vuelve acción.

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