
Daniela Orcés, la mujer detrás de Tinta Café, donde conviven cocina y libros
La empresaria gastronómica revela la clave detrás de esta marca que conquista a Samborondón y Calle Panamá.
A Daniela Orcés la mueve una idea sencilla pero poderosa: “Tinta Café es la casa de todos”. Esa frase la repite sin esfuerzo, como quien sabe que lo que ha construido posee alma propia. Y quizá por eso, al entrar a este espacio, ubicado en Plaza Lagos de Samborondón, uno siente inmediatamente esa mezcla de calidez, olor a café y el murmullo suave de conversaciones que fluyen sin prisa. Entre los estantes de libros y los detalles que Daniela ha traído de viajes y ferias, el ambiente invita a quedarse.
Las mesas se llenan de escenas que conviven naturalmente: oficinistas convertidos en clientes habituales, familias que llegan por su rutina matutina, amigos que encuentran ahí un refugio entre risas, verde y confidencias. Daniela recuerda cómo empezó a colocar libros, “tratamos de dejarlos para seguir cultivando esa parte de lectura”, y hoy esos mismos títulos acompañan cafés, decisiones importantes e incluso propuestas de matrimonio. Ese espíritu cálido terminó desbordando las paredes de Plaza Lagos y llevó al crecimiento natural del proyecto: primero en Calle Panamá y, luego, en Buijo City Center.
Ese expansión se refuerza con una cocina que mantiene un norte claro. El menú combina tradición con versatilidad, y tiene un protagonista indiscutible: el tigrillo. Venden miles al mes y la gente lo defiende como si fuera herencia familiar. A eso se suman los almuerzos del buffet diario, que atiende a más de cien personas cada día, una muestra del equilibrio que combina eficiencia, sabor y constancia.
La carta también tiene toque internacional. Puedes encontrar un sándwich de roast beef o una reina pepeada. Y esa versatilidad se eleva aún más en el salón de eventos del piso superior, donde se celebran desde baby showers hasta cumpleaños, e incluso matrimonios íntimos; ahí el menú también se adapta, crece y se vuelve más festivo.
En diálogo con EXPRESIONES, Daniela relata el detrás de un proyecto que ya no es solo una cafetería: es un punto de encuentro que transita entre el sabor, la lectura y la vida.
Del tigrillo a sabores internacionales
Su conexión con los libros, ¿viene de antes o nació con el proyecto?
La marca Tinta Café tiene unos 15 o 20 años, conmigo lleva ocho. Cuando la compré quise ampliar la propuesta gastronómica y conservar su esencia literaria, porque es algo que me gusta.
¿Tiene algún aroma o sabor de café favorito?
Nuestro café es tradicional, italiano. No somos una cafetería de especialidad con sabores o mezclas extravagantes. Apostamos por lo clásico, por ese café que acompaña una buena charla o una buena lectura. El americano, por ejemplo, se vende muchísimo
Este año , el tigrillo de Tinta Café ganó en la edición de Brunch in the City, ¿cómo describiría ese plato?
Es nuestro plato estrella. Tiene patacón crocante, chicharrón recién hecho y un queso artesanal de nuestra hacienda familiar. Ese queso es el toque secreto: sabe a casa.
¿Cada cuánto renueva la carta y que la inspira al momento de hacerlo ?
Los viajes, definitivamente. Mi Instagram está lleno de páginas de restaurantes. Me inspiro mucho en cafeterías del mundo, especialmente las francesas. Y eso hace que cada seis meses la carta se vaya renovando.
¿Y cómo logra ese balance entre lo típico y lo internacional?
Me gusta que haya de todo. Que venga alguien y pueda encontrar desde un seco de pollo, un encebollado o un arroz marinero, hasta un sándwich de roast beef o una arepa reina pepeada. Nuestra cocina es versátil, la casa de todos.
¿Cómo manejan los menús para eventos?
Ofrecemos opciones personalizadas: el cliente puede armar su plato con arroz, ensaladas, proteínas o pastas. Nos adaptamos a lo que necesiten, incluso si quieren traer su mobiliario.
Ya se viene diciembre, ¿cómo se preparan gastronómicamente?
Esta es nuestra temporada alta. Tenemos un menú especial de Navidad con platos deliciosos: pan de pascua, purés, cordon bleu, arroces verdes o con tocino, peras acarameladas. También tenemos tradiciones muy lindas, como Mi carta a Papá Noel. Invitamos a Santa, él recorre las mesas, canta con las familias y recoge las cartas de los niños. Es un momento mágico.
¿Qué le ha enseñado este proyecto en estos ocho años?
Que el éxito de un negocio está en no perder su esencia. No puedes desvirtuar el concepto. Aquí todo gira alrededor de la buena comida, la calidez y el encuentro.

“Un empresario se hace con aciertos y tropiezos”
Daniela no romantiza el emprendimiento ni presume de triunfos: lo cuenta como quien ha caminado con los pies en la tierra. “Un empresario se hace con aciertos y con tropiezos”, dice.
Cuando le hablan de dificultades, responde con una certeza que solo da la experiencia: “la resiliencia es lo más importante”. Y en esa frase explica casi todo. “Problemas siempre hay pero aprendí a encararlos con temple, apoyándome en un equipo que siento tan propio como una familia… Nada de esto lo he hecho sola”.
Su crecimiento espiritual también es parte del éxito. “Trabajo mucho en el ser, no en el tener”. Dice que le gratifica ayudar, acompañar, compartir lo que hace. Y desde esa mirada, el resto llega por añadidura.
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