
Correr con seguridad: cómo evitar lesiones y cuidar tu cuerpo en cada zancada
Hidratación, calzado y descanso, el trío que salva tus articulaciones al correr en competencias.
Correr puede ser una fuente de bienestar físico y emocional, pero también puede convertirse en una ruta hacia el dolor si no se toman precauciones. Las rodillas, los pies y los tobillos son las partes más vulnerables del cuerpo de un corredor. “Hasta el 50 % de las lesiones relacionadas con el running afectan la rodilla”, señala el Cary Chapman, cirujano ortopédico de Baptist Health Orthopedic Care a EXPRESO. Entre las dolencias más frecuentes figuran el síndrome patelofemoral, la fascitis plantar y las fracturas por estrés, lesiones que muchas veces se originan por una técnica inadecuada, sobreentrenamiento o el uso de un calzado inadecuado.
El uso de zapatos adecuados e hidratarse puede prevenir lesiones
El especialista recomienda preparar el cuerpo con anticipación, especialmente en el caso de quienes se entrenan para maratones o medios maratones. “La prevención comienza meses antes del evento, con el uso de zapatos adecuados, control del volumen de entrenamiento y ejercicios de estiramiento”, subraya Chapman. El calentamiento previo y el enfriamiento posterior a la carrera también juegan un papel esencial. Además, escuchar al cuerpo es una regla de oro: si aparece el dolor, lo ideal es reducir la velocidad y no forzar los músculos ni las articulaciones.
Otro aspecto clave es la hidratación. Durante carreras prolongadas, el calor y el esfuerzo físico pueden generar síntomas como calambres, debilidad o incluso desorientación. Por eso, Chapman aconseja mantenerse hidratado con líquidos que contengan electrolitos, no solo agua. Esta práctica puede marcar la diferencia entre terminar una carrera con éxito o sufrir una complicación de salud. “No se trata solo de rendir, sino de preservar el cuerpo”, insiste el experto.
La importancia de recuperarse después de la carrera
Una vez terminada la carrera, el proceso de recuperación es igual de importante. Aplicar hielo en zonas inflamadas, elevar las piernas y realizar masajes o usar rodillos de espuma ayuda a relajar los músculos y reducir la tensión acumulada. Si las molestias persisten, lo más recomendable es consultar con un profesional de salud. Al final del día, correr debe ser una experiencia gratificante, no una fuente de dolor. Y para lograrlo, la clave está en la prevención, la atención y el respeto al propio cuerpo.
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