
Cómo almacenar frutos secos para mantenerlos frescos y evitar que se echen a perder
Guardar correctamente los frutos secos en refrigerador o congelador prolonga su frescura y evita olores y sabores rancios
Los frutos secos son un snack nutritivo y versátil que aporta proteínas, fibra y grasas saludables, pero para disfrutar de sus beneficios es fundamental almacenarlos correctamente y evitar que se echen a perder. Aunque muchas personas guardan los frutos secos a temperatura ambiente, esta no es la forma ideal para conservarlos frescos por más tiempo.
El envase sí importa: cómo conservar y rotar tus frutos secos
La mejor manera de preservar los frutos secos es guardarlos en el refrigerador. El frío del refrigerador ayuda a evitar que las grasas insaturadas que contienen se descompongan, lo que ralentiza el proceso de deterioro. Si buscas extender aún más su duración, almacenarlos en el congelador es la mejor opción.
No se recomienda guardar los frutos secos en el refrigerador usando el empaque en el que vienen, ya que muchas veces no está bien sellado. Lo mejor es pasarlos a frascos de vidrio con tapa hermética para que no les entre aire ni humedad.
Si compraste una gran cantidad, puedes guardar el resto en el congelador, preferiblemente en las bolsas originales. Si ya las botaste, usa un recipiente hermético apto para congelar. A medida que se terminen los que tienes en el refrigerador, solo tienes que sacar más del congelador y pasarlos al frasco para tener siempre frutos frescos disponibles.
En cuanto a la duración, los frutos secos almacenados en un envase sellado y refrigerados pueden mantenerse frescos entre cuatro y seis meses. En cambio, si se guardan en el congelador, su vida útil puede extenderse a un año o más.
No todos los frutos secos se echan a perder al mismo ritmo. Esto se debe a su contenido de grasa: variedades con menos grasa, como almendras, nueces y pistachos, tienden a durar más tiempo.
Por otro lado, frutos secos con mayor contenido graso, como nueces de macadamia, piñones, anacardos y nueces de Brasil, son más propensos a volverse rancios más rápidamente. Esta diferencia es menos perceptible si los guardas en frío, pero sí se nota cuando permanecen en la despensa.
Para saber si los frutos secos están dañados, lo mejor es confiar en el olfato. Un aroma desagradable, que puede recordar a pintura, moho o plástico, indica rancidez. También puedes notar que su textura se ha ablandado y que han perdido su característico crujido. En cuanto al sabor, los frutos rancios se tornan amargos y ácidos, en lugar de dulces y con su típico sabor a nuez. Aunque comer frutos rancios no suele causar enfermedad, sí resulta muy desagradable.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!