
Caminar hacia atrás: descubre sorprendentes beneficios para tu cuerpo y mente
Descubre los beneficios del 'retro-walking': mejora tu equilibrio y fortalece músculos olvidados
Caminar hacia atrás, también conocido como 'marcha retrógrada' o 'retro-walking', es una tendencia de fitness que ha trascendido la curiosidad para convertirse en una herramienta clave de entrenamiento cruzado y rehabilitación. Esta práctica, recomendada por fisioterapeutas y expertos en ejercicio, obliga al cuerpo y al cerebro a adaptarse a nuevos patrones de movimiento, resultando en beneficios que van desde la mejora del equilibrio y la postura hasta el alivio del dolor de rodilla y espalda. Al activar músculos que la caminata tradicional descuida, esta técnica ofrece una alternativa de bajo impacto que puede ser incorporada de forma segura en cintas de correr o espacios abiertos.
Beneficios físicos: Más fuerza, menos impacto
La marcha en reversa transforma la dinámica del cuerpo, impactando positivamente el sistema musculoesquelético. La especialista Janet Dufek, mencionada en diversos estudios, sostiene que esta práctica es ideal para proteger las articulaciones.
Al caminar hacia atrás, se reduce la tensión en la rodilla, lo que la convierte en una terapia eficaz para pacientes que sufren de osteoartritis o están en recuperación postquirúrgica. La reducción en la tensión de la rodilla es una ventaja significativa. A diferencia de la marcha hacia adelante, que ejerce una fuerza considerable sobre la articulación de la rodilla, el movimiento inverso crea un perfil de carga completamente distinto. Este cambio es terapéutico y permite a los individuos fortalecer los músculos estabilizadores sin exacerbar el dolor. Fisioterapeutas suelen integrar la marcha retrógrada en programas de rehabilitación porque permite un rango de movimiento activo que es suave pero efectivo para recuperar la movilidad articular.

Además, se produce un fortalecimiento integral:
- Activación muscular: Se activan los músculos poco utilizados en la marcha frontal, como los cuádriceps y los glúteos, fortaleciendo la rodilla y la extensión de la cadera, esencial para la estabilidad. Estos músculos trabajan de forma inversa a la habitual, logrando un equilibrio muscular que es difícil de alcanzar con ejercicios convencionales.
- Flexibilidad y postura: Aumenta la flexibilidad de los isquiotibiales y activa el tren inferior de una manera diferente, contribuyendo a la mejora de la postura y reduciendo el riesgo de lesiones por sobreuso. La necesidad de mantenerse erguido y compensar la falta de visión frontal automáticamente mejora el control postural.
- Quema de calorías: Expertos sugieren que el esfuerzo necesario para compensar el desequilibrio y mantener la concentración puede elevar el ritmo cardíaco, proporcionando un entrenamiento aeróbico intenso y contribuyendo a la reducción de grasa corporal. Se estima que, debido al esfuerzo adicional que implica la coordinación, caminar hacia atrás puede quemar hasta un 40% más de calorías que caminar hacia adelante a la misma velocidad.
Beneficios cognitivos: Agudiza la mente
El 'retro-walking' no es solo un ejercicio físico, sino también mental. Al suprimir el sentido de la vista, que normalmente guía el movimiento, los otros sistemas sensoriales deben trabajar más para compensar.
- Mejora del equilibrio: Al obligar a los sistemas de propiocepción (información muscular y articular) y vestibular (oído interno) a intensificar su labor, se logra una mejora significativa del equilibrio y la coordinación.
- Función cerebral: Investigaciones señalan que esta actividad incrementa la actividad de la corteza prefrontal, la zona del cerebro relacionada con la lógica, la resolución de problemas y la toma de decisiones, agudizando la mente y la concentración, un beneficio particularmente importante para adultos mayores.
Los expertos recomiendan iniciar esta práctica en un entorno seguro, como una cinta de correr con asideros laterales o un espacio amplio y sin obstáculos. Una forma de empezar es incorporar uno o dos minutos de marcha atrás en una caminata de diez minutos e ir aumentando el tiempo progresivamente. Es clave empezar muy lentamente para permitir que el cerebro se reentrene y para evitar caídas. Este entrenamiento gradual permite que los sistemas de equilibrio se ajusten y que la nueva habilidad motriz se internalice de manera segura, minimizando el riesgo de tropezones o desequilibrios, especialmente al principio.
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