
Así se recuperar la dignidad, esa que se aprende en casa y no en las redes sociales
Pongámonos serios, ¿realmente estamos en una sociedad libre y empoderada o estamos más perdidos que nevera en el Polo Norte?
Ya entiendo por qué tienen tanto éxito los k-dramas y las novelas turcas: ¡hay romance, pero no hay sexo! Porque una prende Netflix, YouTube, hasta el canal de cocina, y ¡boom! Te cae encima una escena subida de tono. ¿Acaso ya no se puede ver nada sin que alguien pose semidesnudo? Y después nos preguntamos por qué la gente anda más confundida que piña en locro de papa.
Nos han enseñado que el cuerpo es para usar, exponer y presumir. Pero nadie dice que el cuerpo más bien se honra. ¿Amar? ¿Cuidar? Nah, eso está pasado de moda. Ahora la cosa es consumir, desechar y repetir.
Las chicas -porque la suscrita nunca cometió ese error, lo juro por la futura asamblea constituyente- van a una fiesta casi sin ropa, y eso no significa que están revelando mucho... el problema es que están revelando demasiado poco. Porque se quedan en la superficie. Y tú, mamita, eres profundidad.
Y no, no es discurso de convento. Es simple lógica emocional: si creces viendo que el amor es gritar, pegar o ignorar, eso es lo que vas a repetir. Si ves que tu papá trata con respeto a tu mamá, vas a buscar algo así. Pero si ves que la usa como trapo viejo... bueno, ya sabes cómo termina la historia, con el dichoso “pegue patrón que marido es”.
Hemos normalizado tanto la locura y esta falta de dignidad, que en ciertos puntos del planeta si alguien dice que es perro o extraterrestre y hay que aplaudirle, ¡y si no lo haces, eres intolerante! O sea, hemos llegado al punto donde cuestionar la fantasía es ofensivo. El absurdo, mi amor, ya no es comedia. Es rutina.
¿Y sabes qué es lo más triste? Que dejamos de creer que la familia es importante. Cuando yo era joven y bella -esto es en la secundaria- aprendíamos que la familia era la base de la sociedad. Hoy, si lo repites, te ven como anticuado. Pero dime: ¿dónde aprendes a amar si no es viendo cómo se ama en casa?
El ser humano no nació para estar solo, nuestros primeros pasos se dan en la familia. Así que ahí también aprendimos a amar a nuestra hermana menor. Sí, esa a la que le dijimos que era adoptada y que al final resultó la más parecida a mamá. Esa misma que, entre lloradera incluida y con la amenaza de una chancleta como arma mortal, terminaba prestándonos la bicicleta. Y uno ahí, aprendiendo lo que es el amor, la paciencia y el peligro… todo al mismo tiempo.
Desde tiempos antiguos, Homero, Platón, Aristóteles y toda esa gente con túnicas, se preguntaban lo mismo que tú: ¿quién soy?, ¿para qué estoy aquí?, ¿vale la pena esta vida? Spoiler: sí vale. Pero solo si es por y para los demás.
No es un sermoneo barato
Tu valor no está en cuántos likes tienes, ni en qué universidad estudiaste. Tu valor no se mide con una cinta métrica ni con una cuenta bancaria. Está dentro, bien adentro, a veces en el fondo, pero ahí está. Aunque para verlo, hay que dejar de mirar tanto al amo y señor de los pulgares (llámese celular) y empezar a mirar el alma.
Mira, Hugh Hefner y Karol Wojtyla (sí, googlea ese segundo nombre) vivieron en el mismo siglo. Uno creía que el cuerpo era para usarlo, el otro pensaba que era para amarlo. Uno nos llenó de revistas; el otro pidió destapar los frescos de la Capilla Sixtina para enseñarnos a mirar el cuerpo con respeto, no con morbo.
Qué hacer entonces?
A tus hijos, diles cosas bonitas todos los días, no solo cuando laven los platos o saquen a pasear a Firulais. Abrázalos sin miedo, que no muerden (todavía). Bendícelos, en serio; una palabrita tuya puede ser la diferencia entre un mal día y uno que recuerden con cariño. Y ora por ellos, reza, mándales buena vibra, lo que te salga del alma, porque sin una mamá que insista, que crea, que no suelte, no habría existido un san Agustín. Así de claro.
Al final, mi vida, tú no eres tu apellido, ni tu cargo. Tú eres alguien único, valioso y digno. Pero para vivir así, hay que empezar por creérselo. Y eso, lamentablemente, no te lo enseña TikTok.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!