Las visitas a las iglesias, la preparación de la fanesca o las procesiones religiosas son algunas de las tradiciones que se han mantenido a lo largo de los años en Ecuador durante la Semana Mayor. Según expertos y ciudadanos, algunas de las costumbres de la religión católica se han ido flexibilizando con el paso de los años, pero otras se han vuelto más comerciales.

Por ejemplo, en Guayaquil antes era común que durante los días Viernes Santo, Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, los adultos en casa inculquen a los menores que no hay que realizar actividades físicas ni hacer mucho ruido, por respeto. Sin embargo, ahora en poquísimas casas queda ese hábito.

“En las radios solo ponían música clásica, las familias se mantenían unidas en casa; pero ahora estos días es cuando las playas más se llenan y muchos se van de fiesta. En lo que piensan es en el feriado”, comenta Fernando Mancero, historiador guayaquileño, que recordó otras de las tradiciones que se diluyen con el tiempo. “En la década de los 80 y 90 era casi prohibido realizar muchas actividades, todo se lo hacía como (forma de) respeto a la resurrección de Jesús. Ahora las personas van a la caminata en la mañana y después esos mismos arman las fiestas en el vecindario”.

Al igual que en Guayaquil, estas costumbres también se han perdido en Quito. No obstante, en la capital la participación de los jóvenes en los actos religiosos ha aumentado levemente.

Patricio Gallardo, voluntario de la procesión Jesús del Gran Poder (Quito), destaca la notable presencia de jóvenes en estas manifestaciones religiosas, asumiendo roles como cucuruchos, verónicas o voluntarios. “Hay personas que han acompañado la procesión por más de 50 años, y ahora estamos en un proceso de renovación con gente joven, con una excelente acogida”, dice con entusiasmo.

Esta renovación de la fe en Quito es un símbolo de esperanza. Los jóvenes, con su energía y compromiso, están revitalizando las tradiciones de Semana Santa y asegurando su continuidad en el futuro.

Al igual que en otras ciudades del mundo, las prácticas religiosas han experimentado cambios en los últimos años. Sin embargo, Alejandro López, cronista quiteño, observa una disminución en la cantidad de eventos religiosos programados para toda la Semana Mayor.

Las actividades ahora se concentran los fines de semana, respondiendo a un cambio en el estilo de vida de las personas y a la reducción del número de creyentes practicantes.

Mientras tanto en Guayaquil, pese a que algunas costumbres se han perdido, en las procesiones se evidencia que la fe no ha menguado.

“Todos los años voy a la procesión del Cristo del Consuelo, pero sé que ha habido históricamente muchas más en la ciudad. Esta vez, por la seguridad serán pocas. Más allá de eso, que participen en los peregrinajes es bueno y demuestra que la fe no se ha perdido ni en adultos ni en jóvenes”, opina Elías Cornejo, quien confirma que este año también irá al tradicional recorrido del sur de Guayaquil.

“También se hace la Ruta de las Iglesias. Lo hago como sacrificio y siempre pongo un motivo de oración”, cuenta Cornejo.

Por su parte, los quiteños se alistan para la procesión de Jesús del Gran Poder. Este, el evento religioso más importante de la ciudad, acoge a más de 500.000 feligreses. Esta celebración se prepara con un año de anticipación. Son 60 voluntarios los que se encargan de receptar las flores y de las andas, que son los carruajes que trasladan las imágenes durante la procesión. Toda esta logística trae consigo un trabajo coordinado. Ángel Segovia participa como voluntario desde hace 25 años y hace 17 se sumó su nieto Marco. Los dos se encargan de alistar el carruaje, que para cruzar el Centro Histórico necesita ser empujado por 20 personas.

Mientras que la fanesca (plato de comida hecho con granos) es lo que más ha ido mutando, según los expertos. “Antes era solo en la Sierra, ahora se la come en todos lados. Antes era con bacalao, ahora se la hace hasta con atún. Antiguamente era algo familiar, ahora la venden en casi todos los restaurantes”, reseña Mancero, quien considera que también se ha vuelto más comercial. “La venden bastante bien. Esto es un ejemplo de que las tradiciones se mantienen, pero se flexibilizan y mutan con el tiempo”.

Para Alejandro López, la fanesca es una fusión de expresiones culturales. Como parte de la tradición inca, en un inicio la fanesca era una sopa de granos acompaña de cuy. Mientras que para la tradición castellana era una sopa de garbanzo con pescado. Y ya se respetaba la creencia de no comer carnes, de manera que con el pasar de los años estas dos preparaciones se fusionaron y crearon la fanesca.

En Guayaquil y Quito, los ciudadanos empiezan a prepararse para disfrutar el feriado o para sus actividades religiosas, pero todos gozarán de la Semana Santa.

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