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Eduardo Peña, presidente del Consejo Directivo del IESS.René Fraga

IESS: ¿Quieren que la jubilación de los afiliados dure cinco años?

ANÁLISIS. Eduardo Peña, del IESS, llegó a una entrevista sin tener clara la complejidad del cambio al seguridad social

Eduardo Peña está pensando en que la mejor forma de sostener el sistema de jubilaciones en el país es que la gente trabaje hasta una edad en la que prácticamente se le habrá agotado el tiempo de vida para gozar de la jubilación. 

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En otras palabras, que se jubile cuando ya haya cumplido una edad en la que ya no le quede mucho tiempo de vida. Las declaraciones que el presidente del Consejo Directivo del IESS dio el martes 30 de abril, en Centro Digital al periodista Carlos Vera, pudieron haber sido muy chistosas, pero si en realidad quería ser gracioso, pero lo preocupante es que las soltó estando muy convencido de lo que decía y solo luego de un momento se vio que estaba hablando muy en serio.

En verdad, desde el comienzo parecía que iba a soltar un chiste: “Hacer entender a la gente es un arte”, dijo dando la impresión de que estaba bromeando al iniciar la entrevista con Vera, pero a los pocos segundos se entendió que lo que realmente quería decir es que no será tarea sencilla convencer a los ecuatorianos sobre las reformas que planteará a la seguridad social del país.

Reformas que, sostuvo, las presentará en cinco u ocho meses. Esas reformas llevarán como centro la idea de que la gente, si quiere, trabaje hasta los 70 años para tener una mejor jubilación. La idea es, aunque no suene verosímil, hacer sustentable el pago de las pensiones para los jubilados.

“Mi intención es que la gente se jubile más tarde”, sostuvo en la entrevista y luego lanzó la gran perla de la entrevista: “Si te jubilas más adelante, te pongo otro premio. De manera que la gente diga, si puedo seguir trabajando a los 70 años, porque siento la capacidad total, porque soy productiva y no necesito jubilarme, entonces me quedo trabajando”. En otras palabras, si alguien puede quedarse trabajando hasta el último día de sus vidas, mucho mejor porque se ahorrará lo que para él parecería ser el peor de los castigos: el aburrimiento. Peña, en realidad, estaba sugiriendo que es mejor que las personas trabajen hasta lo que más puedan y así puedan postergar lo más posible el placer de la jubilación. Incluso, sostuvo que una persona podría aburrirse estando echada en la hamaca a los 70 años, por lo que podría preferir no estar jubilada sino trabajando activamente.

Si a lo dicho por Peña se lo pone a la luz de las estadísticas sobre las expectativas de vida de un ecuatoriano, el tema cobra cierto grado de patetismo. Resulta que según datos del INEC de 2023, la esperanza de vida actualmente es de 75 años para los hombres y 80 para las mujeres. Es decir, el jubilado ideal para Peña deberá vivir, teóricamente, apenas cinco años como jubilado, mientras que la mujer jubilada ideal para Peña, unos diez años. 

Y eso que la esperanza de vida ha aumentado significativamente: en los años 90 del siglo pasado, la esperanza de vida de los hombres era de 67 años, y para las mujeres, 71. En ese contexto, una propuesta como la de Peña hubiera significado que la jubilación hubiera sido prácticamente borrada del mapa.

En realidad, lo curioso de las declaraciones de Peña no fue lo que dijo sobre la edad de la jubilación, que en realidad fue algo así como un chiste malo, sino el hecho de que fue evidente que llegó hasta la entrevista sin tener en claro la alta complejidad de los cambios que necesita la seguridad social para que pueda ser autosustentable.

Para comenzar, Peña sigue en la línea de muchos de los políticos que no quieren sonar impopulares, es decir, no habla ni media palabra sobre el absolutamente necesario achicamiento del aparato burocrático descomunal que tiene el IESS. Peña únicamente baraja posibilidades que se relacionan con mayores sacrificios de los afiliados. Es verdad que el sistema está quebrado y no es autosustentable, pero las cargas también hay que ponerlas ahí donde los gobiernos de turno actuaron de forma populista, entregando cargos burocráticos en el IESS y generando costos sin que estén financiados.

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No todo lo que Peña dijo en la entrevista es patético como lo de la jubilación a los 70 años: también dejó algunas ideas claras, innovadoras y bien estructuradas. Por ejemplo, su estrategia para aumentar el número de afiliados, independientemente del aumento de puestos de trabajo en el Ecuador que, como se ve, va de tumbo en tumbo. Peña tiene una iniciativa para crear algo así como un equipo de ventas para convencer a los jóvenes de afiliarse, lo que sin duda suena muy bien, aunque a la larga es insuficiente y muy poco significativo.

Aunque es evidente que Peña demuestra ser bien intencionado y de estar actuando de buena fe, lo de la edad de la jubilación sonó como un chiste cruel para el afiliado del IESS.

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