
El crimen ecuatoriano cruza la frontera: Colombia se convierte en su hogar
Crean alianzas para desvío de cocaína hacia Centroamérica y EE. UU. Existe mano de obra criminal barata, aseguran expertos
La captura de Rolando Federico Gómez Quinde, alias Fede, en Medellín, y la muerte de Jortman Robinson Suárez Molina, alias el Ecuatoriano, en Rionegro (Antioquia), son solo dos episodios de una tendencia creciente: los líderes de las bandas criminales más poderosas de Ecuador están trasladando sus operaciones a Colombia.
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Este fenómeno, lejos de ser un hecho anecdótico, refleja una profunda transformación en la estructura del crimen organizado en la región. El 2 de octubre de 2025, las autoridades colombianas capturaron en Medellín a Fede, considerado uno de los criminales más buscados de Ecuador y presunto sucesor de alias Fito, el histórico líder de Los Choneros.
La operación fue el resultado de la cooperación entre la Policía Nacional de Colombia, la Armada Nacional y la Policía ecuatoriana. Según fuentes policiales, al momento de su detención Fede portaba documentos falsos y se encontraba en Medellín buscando alianzas con narcotraficantes locales e internacionales, para establecer nuevas rutas de envío de cocaína hacia Centroamérica y Estados Unidos.

De acuerdo con el experto Andrés Nieto, director del Observatorio de Seguridad de la Universidad Central de Colombia, el país vecino ofrece un entorno propicio para que las redes criminales extranjeras encuentren soporte logístico.
“En Colombia existe una especie de oferta de mano de obra criminal barata. Los delincuentes se han especializado en ofrecer servicios a distintas bandas, bajo un modelo de ‘outsourcing’ (subcontratación o externalización) delincuencial. Aquí se puede contratar cualquier tipo de servicio criminal, con altos niveles de profesionalización y a costos muy competitivos”, asevera Nieto.
Presión en Ecuador, expansión en Colombia
Esta dinámica ha convertido a Colombia en un mercado de servicios ilícitos al que acuden bandas ecuatorianas para articular nuevas operaciones internacionales. La presión militar y policial en Ecuador ha empujado a los cabecillas a buscar refugio en países vecinos, según un informe de InSight Crime.
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La frontera norte ecuatoriana se ha transformado en un corredor estratégico donde convergen disidencias de las FARC (como el Frente Oliver Sinisterra y Comandos de la Frontera) con bandas ecuatorianas como Los Choneros, Los Lobos y Los Tiguerones. Estas alianzas buscan controlar puertos, rutas fluviales y pasos irregulares que facilitan la exportación de droga hacia Centroamérica y Europa.
Un informe del Departamento de Estado de EE. UU. identifica al menos 11 grupos criminales operando en la zona fronteriza, seis de ellos de origen ecuatoriano. La fragmentación de Los Choneros, tras el asesinato de su líder alias Rasquiña en 2020, provocó la proliferación de facciones rivales que hoy compiten por el control de territorios y economías ilícitas. Nieto agrega que la situación social también incide: “Algunas migraciones haitianas o venezolanas terminan siendo presa fácil de estas estructuras, debido a los bajos costos que implican sus servicios criminales”.
El desplazamiento de cabecillas plantea desafíos de seguridad
El desplazamiento de cabecillas ecuatorianos a Colombia plantea desafíos conjuntos de seguridad. Mientras Ecuador ha intensificado los controles en puertos, fronteras y cárceles, Colombia ha desplegado más de 400 efectivos adicionales en zonas limítrofes para contener la expansión de estas redes.
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Andrés Nieto
El caso de alias Fito ilustra el carácter transnacional del fenómeno. Su familia fue hallada viviendo en Argentina. Y meses atrás se descubrió que alias Trompudo, líder de los Chone Killers, intentó ingresar a ese país después de fingir su muerte en Colombia.
Según Martín Verrier, secretario de Lucha contra el Narcotráfico del Ministerio de Seguridad Nacional de Argentina, “los colombianos suelen actuar como intermediarios, mientras que quienes controlan los grandes cargamentos son los mexicanos. Esto explica la creciente presencia de organizaciones ecuatorianas en distintos países de la región”.
Por su parte, Nieto explica que “el mercado de armas y drogas mantiene múltiples rutas activas que Colombia aún no logra controlar”, lo que hace que las alianzas con grupos extranjeros sean cada vez más atractivas.
El experto en seguridad Hugo Acero coincide en que estas articulaciones responden más a alianzas estratégicas que a refugios temporales. “Son acuerdos de protección y cooperación mutua en determinados territorios y diferentes casos”, puntualiza.
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