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Fuerzas Armadas del Ecuador
El Gobierno asegura haber capturado al 75 % de los cabecillas criminales, pero la violencia no cedeX: @FFAAECUADOR

Captura de cabecillas no frena violencia: ¿qué pasa tras las detenciones en Ecuador?

Expertos advierten que sin inteligencia financiera ni protección institucional, las capturas serán solo simbólicas

A finales de septiembre de 2025, el presidente Daniel Noboa anunció que más del 75 % de los cabecillas de las principales organizaciones delictivas habían sido capturados. Entre los nombres mencionados figuran alias Fito, líder de Los Choneros; alias Topo, su mano derecha; alias Fede, líder de Los Águilas, detenido en Colombia; además de la incautación de propiedades de los Comandos de la Frontera y la detención de un jefe de la mafia albanesa en Dubái. El mensaje oficial fue claro: el Estado está recuperando el control.

La violencia persiste pese a los operativos

Sin embargo, la realidad en las calles contradice esa narrativa. En las semanas posteriores a las capturas, Ecuador ha sido escenario de asesinatos de funcionarios públicos, masacres carcelarias y enfrentamientos armados en zonas urbanas y rurales. La violencia no solo persiste, sino que se intensifica.

Para Luis Córdova, director del programa de investigación Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central, la respuesta es política. “Son cifras alegres que el Gobierno está diciendo porque está en campaña electoral. Estamos a seis semanas del referéndum que puede cambiar el destino del país. Por lo tanto, si usted me pregunta ‘¿por qué si él (Noboa) dice que ya ha capturado, sigue la violencia?’, es porque, obviamente, es una gran mentira”, sostiene.

El ‘efecto cucaracha’ y la atomización del crimen

Córdova advierte que este fenómeno ya ha sido documentado en Colombia y México, donde se conoce como el ‘efecto cucaracha’: la captura de un cabecilla provoca la atomización de la organización, que se fragmenta en células más pequeñas (o más violentas), con nuevos líderes. “Es una guerra infinita que nunca va a terminar”, sentencia.

Son cifras alegres que el gobierno está diciendo porque está en campaña electoral. Estamos a seis semanas del referéndum que puede cambiar el destino del país. Por lo tanto, la violencia sigue porque obviamente lo dicho es una gran mentira.

Luis Córdova 

Investigador

Las provincias de Esmeraldas, Manabí y Guayas son hoy escenarios de enfrentamientos entre Los Lobos, Los Tiguerones y Los Choneros. Según Noboa, el Estado está “empujando” a estas bandas hacia zonas costeras y fronterizas, lo que ha intensificado los choques entre ellas. Pero el asesinato de jueces, fiscales, policías y alcaldes continúa, incluso tras las capturas.

Más capturas, misma violencia

En Ecuador, el Gobierno ha intensificado la persecución de los líderes de bandas como Los Choneros, Los Lobos y Los Tiguerones. Según datos del Ministerio del Interior, han sido capturados 16 cabecillas considerados de alto valor. No obstante, las organizaciones continúan operando con fuerza en varias regiones del país.

La imagen de un cabecilla esposado y rodeado por fuerzas de seguridad suele presentarse como una victoria contundente del Estado frente al crimen organizado. Las autoridades celebran y la ciudadanía respira con alivio. Pero detrás de esa escena, ¿qué ocurre realmente en las entrañas de las organizaciones criminales? ¿Se desmoronan o se adaptan?

Relaciones sociales bajo dominio criminal

“El Estado representa la generación de condiciones para la vida social. ¿Pero hasta qué punto puede ser el dinamizador de las relaciones sociales que se producen en un territorio? Actualmente, esas relaciones ya no están siendo impulsadas por el Estado, sino por actores que monopolizan (o intentan monopolizar) las economías ilícitas”, analiza Córdova.

Alias Fede, uno de los objetivos de alto valor para las autoridades ecuatorianas, fue capturado la tarde del jueves 2 de octubre en Medellín, Colombia. Fue localizado en un barrio de esa ciudad portando documentación falsa. Al momento de su detención, tenía una cédula ecuatoriana a nombre de Éder Alberto Estacio Gómez.

Crímenes como mensaje de poder

Para la analista en seguridad Lorena Ruiz, estos crímenes responden a una lógica de represalia y advertencia. “Los grupos criminales no solo buscan venganza, sino enviar un mensaje: que el Estado no tiene el control. Matar a un funcionario es una forma de demostrar poder territorial y simbólico”, alega. La falta de protección institucional agrava el problema. “Muchos jueces y fiscales trabajan sin escolta, sin protocolos de seguridad. Eso los convierte en blancos fáciles”.

Alias ‘Fede’ fue trasladado a La Roca.

Alias Fede ya está en Ecuador: líder de Los Águilas fue trasladado a La Roca

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Durante décadas, los gobiernos han apostado por la captura de cabecillas como eje de sus políticas de seguridad. La lógica parece simple: sin cabeza, el cuerpo no funciona. Pero la realidad es más compleja. Diversos análisis de inteligencia han demostrado que muchas organizaciones no solo sobreviven a la pérdida de sus líderes, sino que se fortalecen o se fragmentan en células más agresivas.

Una estrategia que genera violencia

Wilson Goyes, coronel en servicio pasivo del Ejército, coincide en que los efectos son temporales. “La captura de estos líderes interrumpe la cadena de mando y genera desorganización momentánea. Pero también puede provocar luchas internas por el control, lo que aumenta la violencia y genera nuevos problemas de seguridad”, aclara. El caso de Joaquín el ‘Chapo’ Guzmán es ilustrativo: tras su captura definitiva en 2016, el Cártel de Sinaloa se reconfiguró y surgieron nuevas figuras como los Chapitos.

Para Jorge Villacreses, criminalista y perito judicial, el problema de fondo es la ausencia de una política de seguridad coherente. “Bombas de ensayo y ministros que se alinean a un solo plan”, critica.

Bombas de ensayo y ministros que se alinean a un solo plan. Pese a los operativos, varias zonas del país siguen bajo influencia de bandas delictivas. Justamente por intervenciones, las bandas criminales migran.

Jorge Villacreses

Criminalista

Bandas siguen controlando territorios

Pese a los operativos, varias zonas del país siguen bajo influencia de bandas delictivas. En Esmeraldas, el puerto y los barrios periféricos son disputados por Los Tiguerones y Los Lobos. En Guayas, Durán y sectores de Guayaquil continúan siendo focos de extorsión, microtráfico y sicariato. En Manabí, urbes como Manta y Portoviejo han registrado enfrentamientos armados incluso en zonas céntricas. La minería ilegal en Imbabura, vinculada a Los Lobos, también ha sido señalada como fuente de financiamiento criminal.

Según informes de inteligencia, estas economías permiten a las bandas mantener su operatividad incluso tras la captura de sus líderes. En Ecuador, tras la aprehensión de Adolfo Macías, alias Fito, líder de Los Choneros, se ha evidenciado una pugna interna por el liderazgo. “Hay un enfrentamiento entre los que quieren quedarse al frente, porque tiene que haber una demostración de fuerza. No hay consenso sobre quién debe ocupar el puesto de Fito. Lo que realmente les preocupa es quién va a responderle al cártel”, analiza Marcelo Flores, coronel retirado y experto en inteligencia y defensa.

Una violencia que se desplaza

La efectividad de la captura de líderes depende, en gran medida, del tipo de organización. “La violencia criminal en cualquier país del mundo tiene una geometría variable; es decir, cambia, se desplaza, presenta flujos. Hay zonas y poblados donde la tasa de homicidios puede ser muy baja, pero aun así existe presencia de economías criminales”, alerta Córdova.

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