
¿Cuál es el perfil ideal del ministro de Gobierno? Lo que Daniel Noboa debería saber
Expertas analizan qué capacidades políticas debería tener el ministro ideal para garantizar gobernabilidad
En medio de un gabinete marcado por los constantes relevos y un Ministerio de Gobierno que acumula seis titulares en dos años, la pregunta que atraviesa al oficialismo es evidente: ¿qué tipo de ministro necesita realmente Daniel Noboa para sostener la gobernabilidad y recomponer su relación con los distintos actores del país? La reciente designación —y la fallida antes de ella— volvió a poner sobre la mesa la tensión entre una apuesta comunicacional que busca mejorar la imagen presidencial y la necesidad de contar con figuras políticas capaces de negociar, poner límites y estabilizar un tablero institucional cada vez más demandante.
El Ministerio con mayor rotación: cercanía y mensajes antes que política
Desde el inicio del Gobierno de Daniel Noboa, el Ministerio de Gobierno se ha convertido en la cartera más inestable del gabinete. En dos años, seis nombres han pasado por esa oficina, todos con un rasgo en común: su cercanía con el presidente.
Tras el revés electoral en la consulta popular y el referéndum de 2025, el Ejecutivo intentó un giro de imagen con la designación del radiodifusor Álvaro Rosero, director de EXA FM. Su nombramiento buscaba aprovechar su alcance mediático, pero la falta de trayectoria en la función pública y una polémica por una deuda con el IESS generaron cuestionamientos inmediatos. El propio Rosero reconoció que su llegada despertó “temores” y decidió no asumir el cargo.
La vacante fue ocupada por Nataly Morillo, otro perfil con fuerte formación y experiencia comunicacional: licenciada en Comunicación, máster en Comunicación y Marketing Político y exasambleísta, quien en 2023 dejó el movimiento Construye para sumarse al oficialismo. Su designación confirmó una tendencia: el Gobierno privilegia voceros capaces de amplificar el mensaje presidencial.
El giro comunicacional del Gobierno: voceros con llegada mediática

Para la politóloga Andrea Endara, el origen de esta estrategia es evidente: “Hay un problema con la comunicación del presidente, que al presidente le cuesta hacerse escuchar y comunicar a toda la ciudadanía”.
La apuesta por figuras mediáticas —incluso sin experiencia administrativa— responde más a la necesidad de mejorar la imagen del Gobierno que a una búsqueda de capacidades políticas. El caso de Rosero, perfil encajaba en la lógica comunicacional antes que en la gestión.
Endara añade que Rosero, además, representaba de forma nítida la postura del Gobierno: “Es un claro opositor de la izquierda, pero representa lo que el gobierno representa en este momento y lo que está haciendo el gobierno en este momento, que es no tener puentes, es todo lo contrario. Quienes están a favor del gobierno son centro-derecha, pero la izquierda para el gobierno, en la práctica, es mala palabra".
La máster en comunicación política Pamela León coincide en que la disputa principal del oficialismo se juega en el terreno simbólico: “El gobierno actual libra principalmente espacios de poder simbólico, y ese poder simbólico se materializa principalmente en el ejercicio comunicacional enfocado en los encuadres lingüísticos para poder generar autoridad y legitimidad”.
El perfil que sí necesita el país: negociación, límites y experiencia política
Aunque el Gobierno ha priorizado comunicadores, las expertas coinciden en que el Ministerio de Gobierno requiere un perfil más robusto políticamente.
Endara sostiene: “Un ministro de Gobierno idóneo no es aquel que… dice sí al presidente, sino que es capaz de poner límites y mostrar la perspectiva y hacer entender al presidente estas otras perspectivas”.
A esto suma una obligación esencial: “La capacidad de negociar con los diferentes sectores de la sociedad… alguien que tenga experiencia en la política”.
Pamela León también establece los elementos que deberían definir al cargo: “Debería combinar básicamente tres elementos: experiencia política, manejo profesional, capacidad de negociación”, y advierte que la gobernabilidad “ya no solo puede depender de lealtades personales”. Para ella, el ministro adecuado debe ser capaz de dialogar con alcaldes, prefectos y actores institucionales para “procesar conflictos antes de que se escalen”.
Un cargo en permanente tensión: los cambios bajo Noboa
Los movimientos dentro del Ministerio reflejan las tensiones entre comunicación, política y lealtad presidencial:
- Mónica Palencia fue la primera ministra y estuvo cerca de diez meses, antes de pasar al Ministerio del Interior.
- Le siguió Michele Sensi-Contugi, cercano al presidente y financista de su campaña, con apenas tres meses en el cargo.
- Luego llegó Álvaro Félix Wong, hombre de confianza de Noboa, cuya salida coincidió con la transición hacia el segundo mandato.
- En 2024 asumió José de la Gasca, quien impulsó la propuesta de una Asamblea Constituyente y consolidó la mayoría parlamentaria de ADN. Se mantuvo ocho meses.
- Después tomó el despacho Zaida Rovira, con una gestión marcada por la confrontación con el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, y un rol activo en la campaña por el Sí.
- La última en ocupar el Ministerio es Nataly Morillo, luego de la fallida llegada de Rosero, en un contexto de desgaste y urgencia política.
Un dilema sin resolver
Mientras el Gobierno continúa privilegiando perfiles comunicacionales, las expertas insisten en que la gobernabilidad exige algo más: experiencia política, capacidad de negociación y firmeza para poner límites. La rotación constante demuestra que los voceros mediáticos han servido para mejorar el mensaje, pero no necesariamente para sostener acuerdos, prevenir tensiones o construir estabilidad.
Lo que debe lograr el ministro de Gobierno | Resumen
- Negociar con alcaldes, prefectos y distintos sectores sociales.
- Poner límites al presidente y aportar perspectivas técnicas y políticas.
- Procesar conflictos antes de que escalen.
- Construir puentes con actores institucionales y políticos.
- Asegurar gobernabilidad más allá de lealtades personales.
- Fortalecer la comunicación del Gobierno sin sacrificar gestión política.
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