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Fruterías. El regreso del teletrabajo hizo que el local de Félix León se quede sin vender desayunos con jugos.CARLOS KLINGER

El Paro, un freno al ingreso diario

El temor en las calles menoscaba la economía de los pequeños negocios. La paralización estanca su recuperación de la pandemia

Un escenario que no esperaban volver a vivir. Luego de la pandemia, los pequeños negocios tenían el único objetivo de recuperar sus ventas y, de alguna manera, suplir los ingresos perdidos durante el confinamiento obligatorio.

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Sin embargo, ahora, ya no es el temor a un virus lo que afecta a sus pequeñas empresas, sino la falta de abastos y la alerta de las personas en las calles que, para ellos, se traduce en menos ventas e ingresos.

Esto último es el caso de Pedro Casagallo que durante los días de movilizaciones decidió continuar vendiendo periódicos en su quiosco ubicado en la calle Lorenzo de Garaicoa, diagonal al parque Centenario, en el centro de Guayaquil.

“Han sido días muy duros”, cuenta Pedro, e indica que sin importar qué pase, él seguirá saliendo a trabajar porque “esta es la manera en que me sostengo día a día”. Sin embargo, sin tener participación alguna en el paro, siente los efectos.

“Antes me hacía de $ 6 a $ 8 diarios, pero como las ventas están flojas ahora es casi la mitad”, dice Pedro, y añade que de ese mismo dinero paga el almuerzo de él y de su mamá que lo acompaña todos los días.

Comidas que se encarecieron por la escasez de alimentos y provocaron que Pedro y su mamá empezaran a compartir un solo almuerzo.

Por su parte, Félix León, trabajador de un local de venta de jugos y desayunos en la calle José Vélez, en el centro de la urbe porteña, indica que a pesar de que “las ventas están muy bajas” solo le queda abrir todos los días con la esperanza de que los clientes lleguen.

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“Abrimos desde las 06:00 para los que van a sus trabajos, pero con las protestas, muchos han regresado al teletrabajo”, indica Félix, y añade que también sufre las quejas de sus clientes por la subida de precios en sus productos.

“El queso, el aceite y más cosas que usamos para las tostadas o las empanadas están caros”, continúa Félix, y reconoce que ha tenido que subir hasta $0,35 para “en algo” recuperar la inversión que “hacemos para sobrevivir el día a día”.

Escasez de productos que es mucho más notoria en las tiendas de la ciudad. “Los clientes me insultan cuando vienen”, indica María Juana Lema, dueña de un pequeño local de legumbres y demás abastos en la novena etapa de la Alborada, al norte de Guayaquil.

Asimismo, explica que la falta de choclo, tomatillo, naranjilla, tomate, pimiento, entre otros productos, no ha detenido las ventas en su negocio, pero sí las han disminuido.

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    Esperanza. Los comercios se mantienen vacíos o con muy poca clientela, esperan que se solucione definitivamente la situación del país para recuperarse por completoCARLOS KLINGER
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“Tengo que sacar como sea (dinero)”, comenta María Juana sobre los $ 150 que paga de arriendo por su local. “Pasando un par de días así sea”, señala, y recuerda que antes era vendedora ambulante, pero que su recuperación económica le permitió establecerse en un local. Mismo que ve en riesgo.

Mientras María Juana conversa con este Diario, la ama de casa y madre de familia Salomé Manzano llegó a preguntar por hierbita. “Vengo caminando desde la onceava etapa (de la Alborada) buscando por las tiendas”, señala y continúa indicando que ahora le toca pagar más para hacer el mercado de la semana.

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“Se encuentra, pero todo está caro”, continúa Salomé y explica que donde más lo ha notado ha sido en los huevos que “no sé de dónde mismo vengan, pero no hay. Y si hay, está caro. Antes uno costaba cerca de $ 0,10 y ahora se lo encuentra a $ 0,25 o $ 0,30 la unidad”.

Por su parte, Mariana Andrade indica que el problema que tienen no solo es la falta de abastecimiento o el encarecimiento de algunos de los productos favoritos de su clientela, sino el recorte de su jornada laboral por el “temor que se siente en las calles”.

“La gente se encierra más temprano con el tema del paro nacional. Por los rumores de robos, asaltos y más”, señala Mariana e indica que antes atendía desde las 06:00 hasta las 21:00, pero que ahora ya “golpe de las 19:00 todo está desolado aquí”.

Más adelante, en la panadería de David Wixer, él comenta que a pesar de que el huevo escasea, decidió no subir el precio a su producto final. “Las ventas han bajado considerablemente”, señala David y dice que “no hay cómo subir los precios” porque se quedaría con menos clientes.

Frente a los negocios de María Juana, Mariana y David, se encuentra el emprendimiento de Victoria Núñez sobre regalos y detalles para fiestas. “Ya de por sí ha sido complicado por la reparación de las calles (de la Alborada), ahora la situación del país lo empeora”, cuenta.

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Aunque indica que sus manualidades y demás productos no han tenido un aumento en su precio, al igual que Mariana, indica que lo que más le ha afectado son los rumores de los saqueos en la ciudad con las protestas que se han desarrollado durante la semana pasada.

“La dueña del local me ha permitido pagarle menos en estos días, pero la cosa no veo que vaya mejorando”, señala. Asimismo, al igual que Pedro, María Juana y Mariana, indica que una semana más de paro los “terminaría económicamente” y que ni sus bolsillos ni estómagos aguantaría más.

  • UNA AFECTACIÓN JUSTIFICADA

A pesar de que muchos de los pequeños negocios admiten que el paro nacional ha afectado sus ventas, no todos creen que la movilización indígena deba parar. Por ejemplo, Félix León, trabajador de un local de jugos y desayunos, señala que aunque ha tenido que aumentar el precio de sus productos y tiene menos clientes, cree que la motivación de los indígenas es válida y que “hay que esperar a ver qué pasa”. Asimismo, la tendera María Juana considera que “así sea por la papa para comer salimos a trabajar”, pero hay que apoyar lo que para ella le parece un reclamo justo. Por otro lado, la madre de familia Salomé Manzano dice que “por mí que continúen en el paro hasta que consigan lo que quieran”. Además, dice que “hay que comprenderlos, ellos también son humanos y tienen necesidades que reclamar”.

“Vengo caminando varias cuadras, desde la onceava etapa (de la Alborada). Por acá sí hay hierbita, pero el huevo lo sigo viendo caro. Antes lo compraba a $ 0,10 y ahora está hasta en $ 0,25” 

Salomé Manzano, madre de familia

“El queso y las frutas para los jugos están caros. Tenemos menos ventas y hasta el precio de las empanadas (uno de sus productos) hemos tenido que aumentar un poco para, en algo, recuperar el dinero”

Félix León, comerciante