La feria ‘Café, Libros y Objetos Retro’, una de las mayores de Leópolis, vuelve tras suspenderse temporalmente por la guerra y sus participantes y organizadores aúnan el entretenimiento y el fomento del comercio local con la ayuda a los más afectados por la guerra y el apoyo a la defensa militar frente a la invasión rusa.

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Los dos días de festival reunieron a profesionales de la vibrante industria del café de la ciudad del oeste de Ucrania, que participaron en el torneo de cualificación para el Campeonato Mundial del Café, con empresarios y amantes de los ámbitos del libro y de los objetos retro.

Taras Maselko, uno de los coorganizadores del festival, declara que no es momento de fiestas ruidosas, ya que cada día en Ucrania es en realidad una jornada de luto en la que mueren personas en el frente y también en sus hogares.

“Aún así, la gente necesita socializarse. Queríamos crear al mismo tiempo un ambiente tranquilo y debatir esta nueva realidad en la que nos hemos encontrado a causa de la invasión rusa”, explicó el director de relaciones públicas de la empresa de restaurantes “!FEST”.

Los organizadores de la feria destacan que la línea entre civiles y soldados es a veces muy fina, ya que muchos profesionales o empresarios del café están luchando en el ejército y algunos soldados asisten mientras están de permiso.

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Lukash, un joven sonriente con una gorra militar, pasaba desapercibido entre la multitud y hubiera sido difícil reconocer que tan solo unas horas después estaría de camino hacia el frente de Bajmut (este), donde su unidad logró progresos significativos en los últimos días.

Maria, su esposa, trabaja en un puesto de relojes y joyería de estilo retro. “Ella está gestionando nuestra empresa conjunta y apoyándome mientras estoy fuera”, declara Lukash. Con un año de experiencia en el frente a sus espaldas, el soldado voluntario de 23 años ya es un sanitario militar experimentado.

Durante sus 11 días de permiso se reunió con voluntarios para organizar el suministro de equipos al ejército ucraniano.

En el festival se permitió relajarse, pero a pesar de ello subrayó que “para vencer, cada uno deberá dar el máximo de sí mismo”.

En un puesto cercano, un vendedor de café ofreció una bebida gratis a un soldado de uniforme. “Es gracias a vosotros que estamos vivos”, le dijo y estrechó su mano. “Cada evento aquí tiene algo que ver con la guerra”, afirmó por su parte Oksana Ziobro, jefa de marketing de la editorial Stary Lev (Viejo León). “No tenemos derecho a crear una burbuja en la que escondernos de la guerra. Por el contrario, tenemos que hablar de ella y buscar maneras de ser útiles y hacer posible la victoria”, dice.

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Tras ella hay una pila de libros donados por visitantes para ser enviados a la biblioteca de Ivanchukivka, un pueblo de la región de Járkov, ya que Stary Lev apoya a bibliotecas cuyos libros en ucraniano fueron confiscados durante la ocupación rusa. Al mismo tiempo, una serie de eventos organizados en un refugio antiaéreo abordaron cuestiones como la eficiencia de la diplomacia cultural ucraniana, el movimiento voluntario y la transformación que está sufriendo la sociedad.

Los organizadores se aseguraron de que hubiera espacios suficientes para todos los participantes en los refugios antiaéreos en caso de un ataque ruso y, aunque la cercana ciudad de Ternópoli fue atacada el sábado, el festival esquivó el peligro.