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El pasado domingo llegó a París un avión con equipamiento sanitario chino.AFP

Coronavirus: Reino Unido y Francia encabezan un endurecimiento del tono europeo hacia China

Merkel alienta a Pekín a ser transparente, pero elude una actitud de confrontación

No solo Donald Trump señala a China en la crisis global por el coronavirus. Sin la estridencia ni las incoherencias del presidente de Estados Unidos, con un tono más cauto y diplomático, varios líderes europeos han cuestionado en los últimos días la versión china sobre el origen, la gestión y las cifras. Los gobiernos de Francia y el Reino Unido encabezan este giro en la actitud hacia la superpotencia asiática.

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“Esperamos que China nos respete, como ella desea ser respetada”, declaró el lunes el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian. “Ya nada puede volver a ser como antes” mientras China no aclare de forma total todo lo relacionado con el virus, señaló la semana pasada su homólogo en Londres, Dominic Raab, al frente de Downing Street mientras Boris Johnson se recupera de la enfermedad.

La pandemia ha exacerbado las rivalidades geopolíticas. Y ha abierto una oportunidad para ampliar las áreas de influencia. Entre EE. UU. y China, los europeos habían mantenido hasta hace poco un perfil discreto. El tono ha cambiado. Los europeos no emplean la retórica de Trump, que habla del “virus chino” o da pábulo a las teorías sobre una posible fuga accidental del patógeno en un laboratorio y amenaza con consecuencias. Pero el fondo del mensaje no es tan distinto.

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En China han muerto 4.632 personas por el coronavirus. En Francia, 20.265. En el Reino Unido, 16.509, según los últimos recuentos. El contraste en las cifras alimenta las dudas.

Creo que es absolutamente necesario llevar a cabo una revisión en profundidad de todo lo ocurrido, incluido el origen del estallido de la pandemia

De momento, el Gobierno británico ha mantenido un tono diplomático, pero se ha sumado a la lista de voces internacionales que anuncian la necesidad de replantear el papel de Pekín en el mundo. También París busca este equilibrio entre cooperación y competición, pero el COVID-19 inclina la balanza hacia la rivalidad.

“Pekín juega a la fragmentación de la UE”, ha dicho Le Drian en una entrevista en Le Monde. El jefe de la diplomacia francesa sostiene que “la pandemia es la continuación, por otros medios, de la lucha entre las potencias” y “también la sistematización de las relaciones de poder que se veían antes, con la exacerbación de la rivalidad chinoamericana. “China se siente en condiciones de decir un día ‘yo soy la potencia y el liderazgo”, constata. 

Berlín se mantiene de momento firme en su política de no confrontación con China, su gran socio comercial, en plena recesión y dependiente del material médico procedente de Asia, para luchar contra la pandemia. Aun así, la canciller alemana, Angela Merkel, poco dada a acusaciones públicas, deslizó el lunes una crítica velada a la gestión de Pekín. “Cuanto más transparente sea China en cuanto a la génesis del virus, mejor será para que el mundo entero aprenda de ello”, indicó en respuesta a una pregunta durante una conferencia de prensa sobre la covid-19.

España, por su parte, ha evitado hasta el momento cuestionar abiertamente a China por la gestión de la crisis. Aun así, las autoridades españolas han mostrado en público cierta distancia —y en privado bastante escepticismo— sobre la imagen de cooperador indispensable que trata de proyectar el país asiático.