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Manifestantes se congregan frente al palacio Singha Durbar, que alberga los edificios del gobierno y del parlamento.EFE/EPA/NARENDRA SHRESTHA

¿Qué está pasando en Nepal? Claves de la crisis política y social que sacude al país

Continúan los disturbio en Nepal tras dos días de manifestaciones

Nepal vive una de las jornadas más convulsas de su historia reciente. Lo que comenzó como una protesta digital contra el bloqueo de redes sociales se ha convertido en una revuelta nacional que ha dejado al menos 25 muertos, cientos de heridos, edificios gubernamentales incendiados y la renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli. La movilización, liderada por la Generación Z, ha desbordado las calles de Katmandú y otras ciudades, en una ola de violencia.

Las manifestaciones estallaron tras la decisión del Gobierno de bloquear 26 plataformas digitales bajo una nueva directiva de regulación de contenidos. La medida fue interpretada como un ataque directo a la libertad de expresión, especialmente por los jóvenes, que ya venían denunciando el nepotismo político y la corrupción estructural con etiquetas como #NepoBabies.

Palacio Singha Durbar Nepal
Manifestantes entraron armados al palacio Singha Durbar, las protestas continúan.EFE/EPA/NARENDRA SHRESTHA

Aunque el Ejecutivo levantó el veto a las redes sociales en la madrugada del lunes y el primer ministro presentó su renuncia horas después, las protestas no han cesado

El detonante de las protestas

La crisis comenzó el jueves 5 de septiembre, cuando el Gobierno de Nepal anunció el bloqueo de 26 plataformas digitales que no se habían registrado ante las autoridades, como exige la nueva normativa. Entre ellas estaban las redes sociales más utilizadas por los jóvenes: Facebook, Instagram, WhatsApp, YouTube y X.

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Un manifestante se prepara para quemar una imagen del dimitido primer ministro K.P. Sharma Oli mientras asalta el palacio Singha Durbar.EFE/EPA/Narendra Shrestha

La reacción fue inmediata. Miles de usuarios comenzaron a protestar en línea con hashtags como #NepoBabies y #NepoKid, denunciando el favoritismo político, la falta de oportunidades y el control estatal sobre la información. El movimiento, liderado por jóvenes de entre 15 y 28 años, se organizó rápidamente en redes y convocó a marchas pacíficas en Katmandú.

El lunes 8 de septiembre, la protesta se trasladó a las calles. En la zona de New Baneshwar, miles de jóvenes intentaron marchar hacia el Parlamento. La policía respondió con gases lacrimógenos, cañones de agua y fuego real, lo que dejó un saldo de 19 muertos en la primera jornada.

Escalada violenta: ataques, incendios y represión

La violencia se intensificó el martes 9 de septiembre, manifestantes incendiaron la residencia privada del primer ministro K.P. Sharma Oli en Balkot, así como las casas de otros líderes políticos. La esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, Rajyalaxmi Chitrakar, murió tras sufrir graves quemaduras cuando su vivienda fue atacada por manifestantes.

También fueron agredidos el ex primer ministro Sher Bahadur Deuba y su esposa, Arzu Rana Deuba, ministra de Exteriores, en episodios captados por medios locales y difundidos ampliamente en redes sociales. Las oficinas del Congreso Nepalí y del Partido Comunista de Nepal Marxista Leninista Unificado (CPN-UML) fueron incendiadas.

Nepal incendio protestas
El edificio de la Suprema Corte de Nepal fue incendiado por manifestantes.EFE/NARENDRA SHRESTHA

El Parlamento de Nepal fue tomado por cientos de manifestantes, quienes prendieron fuego al edificio. Imágenes mostraron densas columnas de humo negro saliendo del complejo, mientras el Ejército, desplegado en la zona, no intervino para detener el asalto ni sofocar el incendio. El gerente del aeropuerto de Katmandú, Hansa Raj Pandey, confirmó la suspensión de vuelos nacionales e internacionales por razones de seguridad.

Renuncias en cadena y vacío de poder

La presión política se volvió insostenible. El ministro del Interior, Ramesh Lekhak, presentó su renuncia por “razones éticas”, seguido por otros cinco ministros que se manifestaron en contra de la represión estatal. Finalmente, el primer ministro K.P. Sharma Oli dimitió el martes por la mañana, en una carta dirigida al presidente Ram Chandra Poudel.

“He renunciado al cargo de primer ministro con efecto a partir de hoy, a fin de adoptar nuevas medidas hacia una solución política y la resolución de los problemas de conformidad con la Constitución”, expresó Oli, quien lideraba el Gobierno desde julio de 2024.

Primer ministro de Nepal, K.P. Sharma Oli,
El Primer ministro de Nepal, K.P. Sharma Oli, quien ha dimitido este martes tras dos días de protestas del movimiento autodenominado "Generación Z".EFE/ Rungroj Yongrit

La dimisión de Oli recuerda procesos similares en el sur de Asia, como la caída de Gotabaya Rajapaksa en Sri Lanka o la renuncia de Sheikh Hasina en Bangladés, ambos forzados por protestas masivas contra la corrupción y el autoritarismo.

¿Cuál ha sido la reacción internacional?

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Nepal expresó su “grave preocupación” por la escalada de violencia y denunció el uso excesivo de la fuerza. Incluso sus equipos de observación fueron atacados durante las manifestaciones. “La Constitución y el derecho internacional garantizan el derecho a la disidencia pacífica”, recordó en un comunicado.

Amnistía Internacional y Naciones Unidas exigieron una investigación independiente sobre las muertes y pidieron al Gobierno garantizar los derechos fundamentales. En paralelo, veinte diputados del Rastriya Swatantra Party (RSP) renunciaron en bloque, declarando que el Parlamento “ha perdido su legitimidad” y proponiendo la creación de un gobierno civil interino.

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El RSP también exigió una comisión judicial de alto nivel para investigar la represión, en línea con las demandas de la sociedad civil y los organismos internacionales.

¿Qué sigue para Nepal?

Aunque el veto a las redes sociales fue levantado y el primer ministro dimitió, la crisis no ha terminado. Las protestas continúan en Katmandú y otras ciudades, con piquetes frente a residencias de líderes políticos y llamados a una reforma estructural del sistema.

La Generación Z exige transparencia, meritocracia y una nueva cultura política. Para muchos jóvenes, la censura digital fue solo el detonante de un malestar acumulado por años de corrupción, exclusión y falta de oportunidades. Nepal enfrenta ahora un vacío de poder, una ciudadanía movilizada y una comunidad internacional atenta.

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