
Los nuevos aprendices de pintor, los robots de IA
Los “aurógrafos” se venden a entre 200 y 1.000 dólares de media, de los cuales el artista se embolsa entre el 5% y el 50%
Un brazo robótico toma un pincel, lo mete en un bote de pintura y comienza a dibujar en un lienzo. Con suma precisión, reproduce de forma autónoma una obra de Audrey-Eve Goulet, una artista canadiense encantada con las capacidades de la inteligencia artificial.
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“Es muy impresionante ver el robot en persona”, comenta en Montreal. “¡Se maneja con tanta soltura al sujetar el pincel, lavarlo y cambiar de color!”.
Le cautivó la idea de la empresa Acrylic Robotics: desarrollar máquinas capaces de reproducir obras para permitir al autor original exponer y vender más reproducciones de sus lienzos sin tener que hacerlo ellos mismos.
“Solo quería construir un robot que me ayudara a recrear mis propias pinturas”, cuenta Chloë Ryan, fundadora de Acrylic Robotics.
Recuerda que cuando era adolescente ganaba dos dólares por hora pintando las obras que le encargaban sus familiares.
Tras estudiar ingeniería, fundó su empresa en 2021. Su equipo tardó tres años en conseguir cuadros pintados por un robot, a los que bautizó como “aurógrafos”, con la calidad suficiente para poder ser expuestos y vendidos.
“La idea es capturar el aura de una obra gracias a la cronología de las pinceladas y en tres dimensiones, de una manera que una simple impresión fotográfica nunca podrá igualar”, explica.
“Me gusta que se vean los trazos. En el rosa, aquí, se ve claramente dónde ha pasado el pincel y la forma que ha dibujado. Realmente parece una de mis obras”, comenta frente a un “aurógrafo” copiado de una de sus obras.
Los artistas participantes recrean su cuadro en una tableta digital,
Los artistas participantes recrean su cuadro en una tableta digital, que registra la elección de los tonos, la presión y la velocidad de cada pincelada, así como otros datos que luego el robot usa para realizar la copia.
La empresa también está trabajando en modelos de inteligencia artificial más avanzados, para que sus robots recreen directamente la imagen.
Dentro de un año, Ryan espera desarrollar una “plataforma de libre servicio, donde cualquier artista del mundo pueda cargar su estilo”. De esta forma, un cliente podrá solicitar un cuadro de su perro, por ejemplo, al estilo de su pintor favorito, quien recibirá una comisión.
Es similar a las herramientas de IA para la creación de imágenes bajo demanda, pero en este caso los artistas han dado su consentimiento para ceder su estilo, se les atribuye el mérito de la obra y reciben una compensación económica.
“Al principio, la gente ve pintar a un robot y dice: “Dios mío, es lo peor que he visto en mi vida”, reconoce Ryan. “Pero cuando les propongo a los artistas que incluyan algunas de sus obras a cambio de una suma de dinero que se les paga cada mes, muchos se muestran encantados”. Los “aurógrafos” se venden a entre 200 y 1.000 dólares de media, de los cuales el artista se embolsa entre el 5% y el 50%.
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