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Agua en vaso
Más de dos mil millones de personas no tienen acceso de agua potablePexels

Hay millones de personas sin agua potable en el mundo

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), acusa a la industria del agua embotellada de "frenar el progreso" hacia un suministro universal

Cuando representantes de todo el mundo se reúnan la semana que viene en Nueva York para participar en la Conferencia de la ONU sobre el Agua -la primera en más de 40 años- deberán responder a una pregunta incómoda: ¿Por qué sigue habiendo 2.000 millones personas que no tienen acceso al agua potable?

La propia ONU tiene algunas ideas. Un estudio del Instituto del Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de Naciones Unidas (Inweh), con sede en la localidad canadiense de Hamilton, acusa a la industria del agua embotellada de "frenar el progreso" hacia un suministro universal.

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El informe asegura que "menos de la mitad de lo que el mundo paga cada año por agua embotellada -unos 270.000 millones de dólares -sería suficiente para asegurar durante años el acceso a agua del grifo potable para cientos de millones de personas que la necesitan".

Los investigadores calculan que cada año se venden 350.000 millones de litros de agua embotellada en todo el mundo. Son un millón de botellas por minuto. Y se espera que la facturación de la industria casi se duplique, hasta los 500.000 millones de dólares, para 2030.

Pero el aumento de su consumo está enmascarando la falta de agua potable pública, y desviando recursos que se deberían utilizar en los sistemas de suministro.

"Considerando que hay 2.000 millones de personas en el mundo sin acceso a agua potable, esto supone una enorme disparidad que no tiene ningún sentido", dice Vladimir Smakhtin, uno de los autores del informe y exdirector del Instituto del Agua.

¿UN BIEN DE LUJO O UNA NECESIDAD?

La clave es la necesidad. Mientras que en los países ricos el agua en botella se ve como un bien más o menos de lujo, con mejor sabor que la del grifo, en muchos países pobres de Asia o del África subsahariana es la única forma segura de consumir agua, lo que genera mercados fértiles para las compañías embotelladoras.

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Esta situación "distrae los esfuerzos de desarrollo y redirige la atención a una opción menos asequible y segura para muchos, pero que da muchos beneficios a los productores", explican en el informe.

Para Zeineb Bouhlel, otra de las autoras, las facilidades que el sector está teniendo para expandirse rápidamente se deben a "la falta de políticas y regulaciones adecuadas".

"Están constantemente creando nuevos productos, nuevas estrategias de mercado. Y los países y los Gobiernos no tienen las herramientas normativas para adaptarse a este crecimiento", añade la experta.

MALA GESTIÓN PÚBLICA

Más allá de los efectos de la industria embotelladora, el Banco Mundial -uno de los organismos que más recursos dedica a expandir el acceso al agua potable- identifica otro problema que todavía impide mejorar la situación para las personas más vulnerables: la mala gestión de las compañías de servicios públicos.

Gustavo Saltiel, líder global de Agua y Saneamiento del organismo, explica que la tendencia a considerar la gestión del agua como un sector deficitario impide expandir el servicio para dar mejor cobertura a los grupos más marginados.

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"Muchos prestadores de servicios en distintas regiones del mundo no recuperan sus costos de operación", dice Saltiel, lo que se traduce en un mal servicio y el deterioro de la infraestructura.

La situación se ve agravada por las acciones de algunos Gobiernos, que intervienen en la gestión de estas empresas y no les permiten "ser autónomas en términos de recuperación de los costos".

Estas intervenciones, explica Saltiel, como los subsidios generalizados, que reducen el precio del agua potable por debajo de su costo de producción, acaban beneficiando a los más ricos, que son quienes más gastan, ya que la gente pobre no suele tener instaladas en su casa lavadoras u otros sistemas que utilizan mucha agua.

El experto defiende, por contra, una estructura de tarifas progresiva, que subsidie a los más vulnerables, que tienen poco consumo, y consiga que los que más consumen paguen el costo real del agua, especialmente en un contexto de crisis climática y sequías.