Mundo

Coromavirus
PEKÍN. Una pareja de pequineses caminan por un sector de calles desoladas. Así son los días en la capital china.NICOLAS ASFOURI / AFP

La epidemia convierte a Pekín en ciudad muerta

La OMS analiza este jueves si cabe la declaratoria de urgencia internacional. Junto al aumento de casos, crece el temor a contraer el virus.

En un restaurante de Pekín, un cartelito asegura: “Este establecimiento ha sido desinfectado hoy”. Pero no hay ningún cliente a la vista: la epidemia del nuevo coronavirus siembra el pánico, y los chinos han desertado de tiendas y lugares públicos.

Los centros comerciales de la capital, habitualmente muy concurridos, están vacíos. Solo algunos vehículos se aventuran en las silenciosas avenidas, dándole a la megalópolis de 20 millones de habitantes un aire de ciudad fantasma, en plenas festividades del Año Nuevo lunar (que recién terminan el 8 de febrero).

Ante una epidemia de neumonía viral que se acelera, con 169 muertos y cerca de 6.000 contaminados, las autoridades alientan a quedarse encerrada, y si salen, a portar mascarilla.

El ambiente de ansiedad no incita a poner un pie fuera. En las estaciones de metro, se efectúan controles de temperatura. Igual en estaciones de tren, hoteles, comisarías... y hasta en los complejos residenciales.

En este contexto, es difícil para el centro comercial Taikoo Li, en el este de Pekín, atraer a clientes. Solo algunos de ellos deambulan por el centro, en medio del olor intenso de los productos desinfectantes.

En todas partes, los carteles instan a cubrirse el rostro. Muchas tiendas están cerradas.

En los últimos días nos ha preocupado el progreso del virus, con casos de transmisión entre humanos en países como Alemania, Vietnam o Japón

Tedros Adhanom Ghebreyesus,
director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS)​

El restaurante de carne braseada Hao Lu Wei sigue abierto, pero pese a su promesa de limpieza intensiva, nadie ocupa una mesa. Inversamente, los comercios que venden mascarillas y líquidos desinfectantes se han

quedado sin estos productos, cuyos precios se disparan en los sitios de venta en línea.

Las autoridades municipales de Pekín impusieron ayer una multa de 433.000 dólares a una farmacia por haber multiplicado por seis el precio de venta de mascarillas N95.

Coronavirus

¿Qué pasará con los repatriados de Wuhan?

Leer más

La demanda de mascarilla es inmensa, y está alentada por las consignas oficiales: la provincia de Guangdong (110 millones de habitantes) obliga a cubrirse el rostro en los lugares públicos, y varias regiones han adoptado medidas idénticas. Las autoridades impulsan a intensificar la producción de máscaras.

Es cierto que Pekín se vacía de buena parte de su población en el Año Nuevo, cuando los trabajadores inmigrantes y varios de sus habitantes retornan a sus regiones de origen. Pero, al mismo tiempo, muchos turistas llegan a la capital y los propios pequinés acuden a las ferias de Año Nuevo organizadas en templos y parques de la ciudad.

Debido a la epidemia varios acontecimientos festivos así como los viajes en grupo fueron suspendidos en el país. Los propios transportes están paralizados, con la anulación de al menos 2.000 trenes interprovinciales.

Confinados en sus casas, los chinos matan el aburrimiento en las redes sociales, con mensajes sarcásticos.

En un video muy compartido de la mensajería WeChat, se ve a jugadores de mah-jong (juego de sociedad chino) sentados en una mesa... con bolsas de plásticos transparentes en la cabeza.

Sin embargo, en las calles de Pekín puede uno cruzarse con valientes peatones. Por ejemplo, en el barrio de Sanlitun, conocido por sus bares y sus tiendas, dos treintañeros se quitan la mascarillas, y fuman un cigarrillo, con aire despreocupado.

En una vecina sala de juegos, un hombre intenta ganar algo en una máquina tragamonedas. Interrogado, el hombre dice que espera que estas máquinas hayan sido desinfectadas regularmente, pero no está muy seguro. “Intento quedarme lo máximo en casa”, dice, pero “finalmente he venido aquí, porque ya no sabía qué hacer”.

Ante este panorama, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) convocó para hoy a una reunión urgente para revisar cifras actuales del nuevo, para determinar si la epidemia constituye o no una alerta internacional. “He decidido reunir de nuevo mañana el Comité de urgencia del reglamento sanitario internacional sobre el nuevo coronavirus 2019-nCoV) para que me aconsejen sobre la cuestión de si la epidemia actual constituye una urgencia de salud pública de alcance internacional”.

Un hotel fantasma en Wuhán

  • 000_1OI4US
    WUHÁN. Un restaurante exhibe su soledad en estos días en los que el coronavirus han cercado a esta ciudad.NICOLAS ASFOURI / AFP

La recepcionista se esconde, el restaurante no sirve comida y el personal evita a los clientes. Bienvenido a Marco Polo, un hotel en la ciudad china de Wuhan atormentado por la epidemia de neumonía viral.

En el epicentro del coronavirus, en una ciudad aislada del mundo, el cinco estrellas es uno de los pocos establecimientos de la ciudad que no ha cerrado sus puertas.

Pese a la puesta en cuarentena de la ciudad y el miedo al virus asesino sigue atendiendo a sus escasos clientes.

Pero nada más entrar, algo no encaja: la recepción está desierta y un silencio contrasta con los adornos del Año Nuevo chino, que supuestamente celebran la llegada del año de la rata.

En el establecimiento a orillas del Yangtsé, con una decoración moderna, los clientes brillan por su ausencia y el personal lucha como puede contra el aburrimiento ... cuando no se encuentra simplemente de descanso forzado en una sala.

La amenaza del virus marca el protocolo. Los residentes deben usar una mascarilla incluso en el interior del hotel, como cuando se aventuran en la ciudad.

China coronavirous ou (31069255)

La OMS eleva a “alto” el nivel de riesgo del virus de Wuhan

Leer más

Y cada una de sus salidas es objeto de sospecha, en particular los periodistas que pueden haberse acercado a lugares contaminados, como los hospitales.

A cada salida y llegada, un guardia toma sistemáticamente la temperatura de los clientes para detectar una posible neumonía.

Un ambiente de psicosis que se aviva en función de los acontecimientos, como cuando el lunes una ambulancia evacuó a un niño que tenía fiebre.

Los clientes deben rellenar un formulario sobre sus desplazamientos anteriores. Una de las preguntas es: "¿Ha estado usted en contacto con un paciente aquejado de coronavirus durante los últimos 14 días?", o sea el período de incubación máximo.

El establecimiento, con 356 habitaciones, suele estar "lleno al 80%" durante este período, uno de los más concurridos por las festividades de Año Nuevo, afirma un empleado que ha pedido conservar el anonimato.

Pero hoy solo veinte clientes se hospedan en el hotel, asegura. En su mayor parte, personas que han quedado atrapadas en la ciudad por las medidas de confinamiento que prohíben cualquier salida por carretera, tren o avión.

Estudiantes ecuatorianos en China. Coronavirus.

Coronavirus: Esta es la situación de los nueve estudiantes ecuatorianos que se encuentran en China

Leer más

El restaurante está cerrado para evitar contagios. Las comidas se sirven en las habitaciones.

"Cuando abrí la puerta, la camarera de piso colocó la bandeja en el suelo y huyó como si hubiera visto un fantasma", cuenta un cliente de América Latina.

Algunos empleados incluso fueron vistos en los pasillos vestidos con trajes de protección.

"Estamos todos en el mismo barco (...) por la salud de los clientes y la del personal, no podemos correr riesgos", declara un empleado, con la cara protegida por una mascarilla.

El menú es frugal: muchos fideos. Y la cantidad de alimentos disponibles se reduce cada día, a medida que se agotan las reservas debido a la falta de suministro.

El personal asegura que la cocina del hotel está activa en los últimos días para alimentar a los hospitales de la ciudad.

"Es lo mínimo que podemos hacer en estos momentos" para ayudar, dice un empleado.

Algunos establecimientos de la ciudad incitan a sus clientes a irse y otros rechazan nuevas reservas pero brindan un servicio mínimo.

"Estamos cerrados", respondió el hotel Fairmont, pese a estar técnicamente abierto.

"Conocemos a nuestros clientes actuales, pero aceptar a alguien del exterior sería demasiado arriesgado porque no sabemos si estuvo en contacto con enfermos", justifica un empleado.

"Tampoco podemos cerrar el establecimiento porque los clientes no tendrían a donde ir".

  • 000_1OE1RO
    WUHÁN. Una ciudad en silencio. Nadie o apenas unos cuantos transeúntes en una ciudad enorme y con 11 millones de habitantes.Hector Retamal / AFP