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Andrés Arauz
Entrevista. El correísmo acusa a los medios de haber editado y manipulado el video. Pero no hay nada que sustente esa afirmación.Captura de video

La mala conciencia correísta

Perlas de campaña: Andrés Arauz anunció que se reunirá con los delincuentes más buscados. Y en una explosión de ira, el correísmo negó que dijera eso.

El episodio de Andrés Arauz y los diez más buscados activó algunos de los comportamientos más característicos y (para quienes no son como ellos) desagradables del expresidente prófugo y sus seguidores: su proverbial intemperancia, su soberbia, su disposición a la mentira, su costumbre de culpar a los demás por los errores propios, la crispación con la que contaminan el debate público, su tendencia al insulto y a la calumnia como primeros y automáticos recursos, su falta de sentido del humor, en fin: su odio… Y, si se escarba un poco más en sus motivaciones, su mala conciencia. Todo esto a propósito de un error que pudo ser explicado con gracia, modestia, capacidad de reírse de uno mismo y buen talante: atributos de los que carecen por completo.

Todo empezó con el candidato correísta a la vicepresidencia respondiendo una pregunta sobre sus propuestas de lucha contra la delincuencia. Esto fue lo que dijo: “Vamos a armar la mesa de justicia, lo ha dicho Luisa González con firmeza, y vamos a sentarnos a la mesa con los diez más buscados de cada provincia para empezar a poner orden en todo el país”. Si lo que trataba de decir era otra cosa, si lo que estaba pensando no era eso, si tuvo un lapsus, si las palabras se le fueron más allá de los conceptos, como decía un retórico de otros tiempos, o si simplemente se le chispoteó, como le cabe a su personaje, no había manera de que lo supiera el oyente. Arauz dijo: “Vamos a sentarnos a la mesa con los diez más buscados” y lo dijo de forma clara, textual, inequívoca, sin lugar a dobles interpretaciones. Ni el video fue editado ni el contexto suprimido: eso (una barbaridad) fue lo que dijo. Y claro, mucha gente se escandalizó. Y los medios dieron la noticia.

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La reacción del correísmo fue rabiosa. Acusaron al periodismo de difundir “fake news”, de hacer “campaña sucia”, de “descontextualizar la información”, de “editar el video”… “Miseria humana”, dijo Rafael Correa: “Prensa basura”, “Video evidentemente trucado”... “Completo cretino”, llamó una influencer correísta a un funcionario en shock por las palabras de Arauz. “Estos malditos quisieron vender humo con un video editado”, escribió una exasambleísta. Y un medio del partido cantó victoria con lo que dijo era “la versión original” del video, pero que no era otra cosa sino... ¡otro video! Y en ese otro video volvía Arauz a hablar del tema, pero esta vez no decía que se sentaría con los más buscados, sino que los pondría sobre la mesa. Y hacía con la mano el gesto de quien coloca un papel. Y solo entonces, gracias a ese gesto, medio se podía entender lo que Andrés Arauz, en ese otro video, intentaba proponer: no sentarse con los más buscados, sino con una lista donde consten sus nombres, para analizarla. Es probable que en este nuevo video estuviera tratando de decir lo mismo, el problema es que no tiene recursos verbales para algo tan simple.

Como se ve, era muy fácil de explicar. Sin insultos. Sin imprecaciones. Sin lanzar acusaciones falsas. Sin llamar a nadie “basura”, “miseria humana”, “cretino”, “maldito”... En fin, sin contaminar el debate público con tanto odio. Queda la incómoda sensación de que el correísmo no conoce otra manera de expresar un desacuerdo que no sea esa: la descalificación total, aun contra la verdad y la buena fe.

Salvo que hubiera una razón más poderosa: el lapsus de Arauz (si es que lo fue) cayó como un chorro de limón sobre la llaga supurante de su propio complejo de culpa. Al fin y al cabo, ¿no se han pasado ellos tantos años, al menos desde Angostura, sentándose a la mesa con disidentes de las FARC y Latin Kings, narcos y delincuentes? ¿No los llenaron de ventajas y beneficios con sus políticas públicas mientras fueron gobierno? ¿Qué tiene de especial pensar que lo volverían a hacer? El problema de los correístas, parafraseando al tuitero LePantox, es que les queda muy difícil negar la mesa cuando se los ve tan cómodos en la piscina.

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