JULIO MARIA SANGUINETTI
El exmandatario señala que lo óptimo es que los gobiernos electos democráticamente culminen su periodo.CORTESIA

Julio María Sanguinetti: "Tenemos estabilidad porque gobernamos todos"

Entrevista al expresidente de Uruguay. Fungió como representante nacional en 1963 y senador de la República en 2020

Sentado en lo que parece ser su estudio, sonriente y con un terno pulcro, el exprimer mandatario de la República Oriental del Uruguay, Julio María Sanguinetti, atiende a EXPRESO vía telemática para conversar sobre la realidad política regional, la reconfiguración ideológica de los países de América Latina y la ‘receta’ para la estabilidad uruguaya. En el preámbulo de la conversación, el expresidente confiesa su cercanía con Ecuador por su admiración a Alberto Spencer, una de las glorias del deporte ecuatoriano que destacó en el fútbol de su país. Asimismo, pese a tener una opinión formada, adelanta que intentará no referirse a la política interna de los países por estar distante a esas realidades desde el “profundo Cono Sur”. Instantes antes de arrancar la entrevista, se levantó a buscar unos auriculares “por si se me dificulta escuchar el audio de la videoconferencia”. Los encuentra, se sienta y da luz verde.

- Algunos países de nuestra región, como Perú, enfrentan días turbulentos y otros, como Ecuador, están en la antesala de una crisis. Con este panorama, ¿estamos a puertas de un período de inestabilidad democrática en América Latina?

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- Latinoamérica está viviendo un capítulo propio de lo que llamamos la crisis de la representación en la democracia occidental. No es casualidad que tengamos debates muy importantes, fuertes y debilitamientos de partidos también. En Colombia, por ejemplo, los liberales y conservadores marcan dos siglos de historia, pero hoy han cedido paso a una fuerza de izquierda que nunca había accedido al poder. En Chile, por otro lado, que todos estos años ha sido el ‘modelito’, luego de las protestas terminaron con una elección de dos minorías en ambas puntas. Ahora el presidente Gabriel Boric no tiene mayoría parlamentaria, haciendo lo que puede y con una gran limitación para gobernar. El caso peruano es crítico. El expresidente (Pedro Castillo) se hizo un autogol y ahora la presidenta maneja una situación muy compleja.

Los gobiernos electos democráticamente, en la medida que no se hayan desbordado de la Constitución, deben terminar su mandato para el que fueron elegidos.

- En Ecuador, el Poder Legislativo discute la permanencia del presidente Guillermo Lasso y están armando un juicio político para sacarlo del poder...

- No voy a tener la soberbia de atreverme a opinar desde el profundo sur en el que me encuentro, pero lo que uno siempre piensa es que los gobiernos electos democráticamente (en la medida que no se hayan desbordado la Constitución) terminen su mandato. La irregularidad institucional no le sirve a nadie a corto o a largo plazo. ¿Cómo se crece económicamente? Con inversión. ¿Cómo se genera empleo? Con inversión. ¿Cómo se genera inversión? Con estabilidad económica y seguridad jurídica. Ese es el punto de fondo, más allá del debate coyuntural. Aun con todo el debate apasionado que puede haber entre gobierno y oposición, se debe respetar y mantener los principios básicos de estabilidad porque sino se frustran las expectativas de la gente. No solo es un tema político, es un tema social.

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- El repaso que ha hecho deja entrever los cambios políticos que ha sufrido la región en lo últimos años, principalmente, con el retorno de gobierno de izquierda, ¿a qué se debe?

- La primera gran atribución no es ideológica. Luego de varios años de bonanza económica, vinieron años difíciles, vino la pandemia y la inflación y los gobiernos perdieron. Más que un viraje ideológico, hubo un viraje de humor de la gente. A su vez, pensar en la izquierda y derecha es simplificar demasiado el tema. Se dice que Brasil es de izquierda, pero ¿qué es la izquierda? ¿La reforma agraria, la expropiación de la tierra, la nacionalización del comercio exterior, la nacionalización de la banca, no pagar la deuda externa? No, ya no es eso ser de izquierda. Ese concepto es de los años 70.

- Si no se trata de que regrese la izquierda, ¿de qué sí trata?

- Lo que sí ha habido en América Latina es el populismo. Ya no es la vieja izquierda, no es el viejo socialismo. El populismo se basa en autoritarismos con liderazgos mesiánicos. Es decir, el populismo es el resultado de un voto popular, que le da una legitimidad de origen, y un ejercicio en el cual se pierde esa legitimidad original. El que ganó una mayoría piensa que eso le da derecho a todo. Esto aplica para la derecha como para la izquierda. Ejemplo de ello es Jair Bolsonaro (de derecha) que pretendía estar más allá de las instituciones e imitaba a Donald Trump. Otro ejemplo, de izquierda, es el presidente de México (Manuel Andrés López Obrador), quien está dentro de la institucionalidad, pero ahora está tratando de abatir las potencialidades del poder electoral, que ha sido una gran conquista de México. Ese es el fenómeno de nuestro tiempo, hoy ya no se debate la ideología marxista, ya vemos la tristeza de la pobre Cuba que sobrevive en medio de la pobreza.

- Pese a esa distinción, en países como Ecuador se percibe al retorno del socialismo del siglo XXI como una amenaza, ¿es así o debe manejarse el tema de una forma pragmática?

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- El socialismo del siglo XXI es una infausta expresión que acuñó el venezolano Nicolás Maduro, pero es un invento autoritario que no define nada. Ya no es el marxismo clásico, es un autoritarismo. Lo importante es el mantenimiento y la preservación de los principios esenciales y, dentro de ellos, puede caber políticas sociales antiguas y modernas. En ese sentido, Uruguay tiene una larga tradición, que es un Estado social democrático hace más de un siglo. Hoy estamos dentro del mismo parámetro tratando de contribuir desde posiciones divergentes a que se entienda que debemos convivir y podemos convivir pese a que pensemos distinto, siempre que aceptemos que la ley está por encima de nosotros.

El Gobierno y la oposición tienen fuertes enfrentamientos, pero tenemos límites: el respeto a la legalidad, a la independencia y el respeto personal. Sin eso no hay nada.

- ¿Cómo el resto de países podrían replicar la fórmula uruguaya de estabilidad?

- No somos ni pretendemos ser un modelo para nadie. Uruguay tiene una larga tradición democrática, aunque en la Guerra Fría nos caímos. Tenemos un largo período de estabilidad porque gobernamos todos. Mi partido, el colorado, tuvo tres presidencias; el Frente Amplio tuvo tres períodos; el Partido Nacional tuvo uno; y ahora tenemos una coalición que preside el presidente Lacalle Pou. La característica de Uruguay es que aun en las épocas más difíciles siempre se mantuvo la idea de la constitucionalidad. En estos años ha habido gobiernos con diferentes prioridades, incluso con enfrentamientos entre el Gobierno y la oposición, pero tenemos límites: el respeto a la legalidad, a la independencia y el respeto personal. Sin eso no hay nada.