
Jorge Glas exageraría sus síntomas, según experta: esto revela el informe
Entre las observaciones destaca la “simulación consciente de síntomas psiquiátricos”, además de algunas incongruencias
Una evaluación psiquiátrica practicada al exvicepresidente Jorge Glas en el contexto del caso Reconstrucción de Manabí concluyó que se encuentra apto para enfrentar un nuevo juicio penal. Sin embargo, el informe ha generado debate debido a ciertos hallazgos sobre su comportamiento y síntomas reportados.
La evaluación se desarrolló durante cuatro sesiones de ocho horas cada una. El documento examina el estado emocional de Glas, su disposición frente al equipo profesional y la coherencia entre lo que dice y cómo actúa. La psicóloga clínica Estefanía Ulloa analizó el informe completo y pone en duda la autenticidad de los síntomas descritos por el exmandatario.
¿Está fingiendo?
Para Ulloa, el diagnóstico principal que debería constar es el de simulación consciente de síntomas psiquiátricos, en particular, “seudoalucinaciones auditivas y alucinaciones visuales”. Argumenta que existen contradicciones claras entre lo que Glas manifiesta verbalmente y lo que los especialistas observaron durante la evaluación.
En su criterio, el diagnóstico de trastorno depresivo mayor —que consta en el informe oficial como principal— debería considerarse solo como un diagnóstico secundario. “Hay síntomas depresivos, pero están sobredimensionados con un aparente fin judicial”, explica Ulloa.
El contexto penal influye
La psicóloga recuerda que la evaluación se realiza en el marco de un proceso por peculado, lo que puede incidir en la forma en que un procesado manifiesta ciertos síntomas. Cita que, de acuerdo con la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), una señal de simulación es la discrepancia entre lo que el paciente dice y lo que se constata clínicamente, sobre todo si hay beneficios secundarios involucrados, como evadir responsabilidades penales.
También menciona que Glas mostró actitudes evasivas, se negó a colaborar plenamente con el equipo evaluador y que su tristeza no se acompañaba de expresión emocional, todo lo cual fue recogido por la perito oficial.
Cuestionamientos al tipo de pruebas aplicadas
Uno de los puntos más cuestionados por Ulloa es el uso del test BDI-2 (Inventario de Depresión de Beck) como base diagnóstica. Sostiene que esta es una prueba de tamizaje y no una herramienta válida para emitir un diagnóstico definitivo.
“La evaluación debió incluir instrumentos más robustos como el MMPI-2, que permiten detectar simulación o inconsistencias”, sostiene. También critica que no se haya hecho una evaluación de personalidad, que habría permitido identificar rasgos de manipulación o conductas antisociales.
¿Y si algunos síntomas sí son reales?
Ulloa reconoce que es posible que Glas experimente síntomas depresivos auténticos, algo frecuente entre personas privadas de libertad. De hecho, investigaciones en cárceles ecuatorianas muestran que cerca del 68 % de los reclusos presentan algún tipo de trastorno depresivo.
No obstante, reitera que en este caso, los síntomas parecen estar magnificados. “Es probable que existan malestares emocionales reales, pero no en la intensidad ni con las características que él describe”, concluye la experta.
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