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Instantáneas coronavíricas: los comunicólogos son otro virus

Los misteriosos troll centers de la cuarentena. Los estadísticos que no aprendieron a contar. Los amigos que controlan la propaganda del Gobierno.

Doris Soliz en la Comisión de Desarrollo Económico
Emojis. Los legisladores correístas hablan entre aclamaciones.

Único negocio al alza: el troll center

Era bastante predecible: en el mundo de la teleconferencia, el Zoom y las sesiones virtuales en que se ha convertido la esfera pública en tiempos de cuarentena, los troll centers no se dan abasto. Uno no sabe qué admirar más: si su constancia o su puerilidad. Lo cierto es que no paran. Basta con decir que no se les pasa cadena nacional sin que intenten boicotearla, lo cual es mucho.

Rueda de prensa de las autoridades del Gobierno desde las oficinas del COE nacional. Hablan los ministros de Gobierno, Salud, Educación… Da lo mismo. En la columna de la derecha, donde aparecen las opiniones del público en tiempo real, los comentarios negativos no se detienen. Joffre Moreira, cuyo avatar es una imagen de la virgen del Quinche y tiene cero seguidores, dice “Siguen haciendo las cosas mal”. Fernando Maila, que aparece junto a un logotipo de la Escuela Politécnica Nacional y tiene cero seguidores, dice “Gobierno de las mentiras”. Clara Anchundia, una mujer atractiva con cero seguidores, dice “Y la señora que es de Manabí y que la registraron en Santa Elena como fallecida, explique eso por favor”. Juan José Delgado, un hombre de familia con cero seguidores, dice “Puras mentiras y bla bla bla, ya me salgo de aquí, de verdad que uno solo viene por los comentarios”. Así, uno tras otro, el tiempo que dure la rueda de prensa.

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Un detalle curioso es que nunca los comentarios negativos hacen relación a lo que el funcionario de turno está exponiendo. Se limitan a expresar su rechazo en estado químicamente puro.

Las sesiones de la Asamblea, en cambio, son una auténtica feria de los emoticones. Cuando hablan los legisladores del Gobierno o los de CREO, las caritas enojadas surgen a chorros desde el borde inferior, uno se imagina al respectivo troll pulsando el ratón como si su vida dependiera de ello. Cuando hablan los correístas, en cambio, pulgares levantados y rojos corazones llenan la pantalla. La verdad, esto es un misterio. ¿Quién pagará a tantos trolls?

Xavier Solórzano, viceministro de Salud
Explicaciones. El viceministro de Salud, Xavier Solórzano, se enreda.

Es oficial: el conteo es un desastre

Otra vez: el martes no se entregaron datos sobre la evolución de la pandemia en el Ecuador y el miércoles aparecieron 2.400 infectados menos que el lunes. La credibilidad del registro epidemiológico nacional volvió a caer (sí, siempre se puede seguir cayendo) y el viceministro de Salud, Xavier Solórzano, salió a rendir explicaciones. Lo hizo con tan intrincado barroquismo que hizo falta escucharlo dos veces para entenderle la mitad.

Pudo haberlo hecho más simple. Empezar, por ejemplo, con los hechos: nuestro sistema de conteo es un desastre, debió decir. En lugar de eso, partió por los principios generales: “El procesamiento de datos -dijo- es un proceso sistemático, complejo, delicado, disciplinado” con el objetivo de “obtener información fidedigna, oportuna, concreta y clara”. Es decir, justo lo que el conteo real no es y no obtiene.

Innecesario rodeo: tarde o temprano el viceministro tenía que terminar en el punto que quería evitar, es decir, reconociendo que el sistema de conteo es un desastre. “Data de hace algunas décadas -dijo- y tiene limitaciones tecnológicas”. ¡Algunas décadas! Esto es nuevo. Quizás debieron empezar por ahí hace dos meses.

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Solórzano: "Dos mil casos estaban registrados de forma duplicada"

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¿Qué ocurrió? “Que teníamos realmente dos fuentes de datos”, explica el viceministro: el laboratorio que procesa las muestras y el sistema de vigilancia epidemiológica. Y como el sistema “no permite registrar más de una prueba por persona” y muchos pacientes se practicaron dos o más, se produjeron duplicaciones. ¿Está claro? No del todo. Por ejemplo, ¿qué tiene que ver eso con la antigüedad del sistema? Nada. Con un mínimo de sentido común y un ábaco esas cosas no ocurrían.

Lo que hicieron ahora es juntar ambas bases de datos y depurar, otra vez, la información. “De forma transparente, técnica, coherente y absolutamente veraz”, quiere que le creamos el viceministro. No era transparente, técnico, coherente ni veraz nada de lo que nos dijeron entre marzo y este lunes. ¿Hay alguna razón para pensar que ahora lo sea?

Sebastián Roldán entre cajas con alimentos
Populismo. Sebastián Roldán protagoniza el espectáculo de las cajas

Los inconformes de ayer, hoy reparten a manos llenas

En una cadena nacional, de esas que se producen ahora a ritmo de una diaria, los roles están claros: los funcionarios del Gobierno atienden, asisten, regalan; los ciudadanos agradecen; la Secretaría de Comunicación hace cuentas. 1.500 cajas de alimentos entregadas en Pichincha, 1.379 enfermos atendidos en Santa Elena, 15 mil mascarillas confeccionadas en Imbabura, 62 personas devueltas a su casa en las islas Galápagos… A esto se llama “Resumen de la jornada de emergencia sanitaria” y no es otra cosa que un himno al clientelismo. Incluso en tiempos de incertidumbre y desinformación el gobierno confunde comunicación pública con propaganda pura y dura.

Ya no es Otto Sonnenholzner el que aparece en esas cadenas repartiendo comida a los más pobres. Ahora es, casi siempre, el secretario del gabinete presidencial e hijo del embajador del Ecuador en España, Juan Sebastián Roldán. Se sobreentiende que regalar comida hace parte de las obligaciones básicas de su cargo. ¿Qué otra cosa podría hacer un secretario de gabinete? Solo en la última cadena repartió 1.500 “kits”, que es como él llama a las cajas, y todavía le faltan por hacer, dice, “cinco entregas más”. “Le agradezco, que Diosito les ayude”, bendice una humilde campesina mientras posa para las cámaras de la Secom sosteniendo la caja con ambas manos.

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El resto de protagonistas de esa cadena conforman una lista predecible: junto a Sebastián Roldán figuran la ministra de Gobierno, María Paula Romo; el gobernador de Galápagos, Norman Wray; la secretaria de Riesgos, Alexandra Ocles… Solo falta el ministro de Inclusión, Iván Granda, para completar la foto de familia. Pero Granda ya salió el día anterior y con seguridad repetirá mañana. Si el secretario del Gabinete reparte 1.500 cajas, ¿cuántas no entregará el ministro de Inclusión? El caso es que el movimiento Ruptura, los veinteañeros de 2004 que se preguntaban en qué momento se jodió el país, hoy reparten a manos llenas y controlan, si no el Gobierno, sí la propaganda.

En qué momento se jodió Ruptura y de qué manera nos está jodiendo a todos es la doble pregunta que se hace en estos días alguien que tiene razones para estar molesto: Ramón Sonnenholzner, el padre del vicepresidente.