La línea de partida está prácticamente definida. Las elecciones generales adelantadas del 20 de agosto tendrán ocho binomios presidenciales bajo el membrete de 16 organizaciones políticas (menos CREO que se autoexcluyó de la contienda) que, en casi todos los casos, están en el proceso mutuo de conocerse.

Y es que prácticamente siete de los que suenan o ya se han inscrito (dos hasta ayer) como aspirantes a la Presidencia de la República no han sido parte activa, ni pasiva, de los partidos y movimientos que ahora los auspician. En algunos casos aseguran que coinciden en ideales y postulados, pero en otros ni siquiera eso.

Panorama distinto a lo que pasaba, por ejemplo, en las presidenciales de 1984 en la que participaron un igual número de candidatos y los ocho eran reconocidos militantes de las agrupaciones a las que representaron, algunos incluso sus fundadores.

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La directora de la Corporación Participación Ciudadana, Ruth Hidalgo, considera que esta es la prueba fehaciente que los partidos políticos, tal como están concebidos, se dirigen directamente al ocaso y no hacen nada para evitarlo, pese a las advertencias que no son nuevas.

“La proliferación sin control de organizaciones políticas que se alquilan, venden y articulan solo para elecciones generan varios problemas, empezando porque no existe adhesión del ideario, de un plan de gobierno, de propuesta de trabajo entre candidatos y partidos. A ese fenómeno se lo denomina el de los partidos taxis”, dijo Hidalgo.

Ni siquiera en las elecciones presidenciales de 2021, en las que ya se criticó el ‘alquiler’ de grupos políticos a candidatos, se vivió un fenómeno parecido al actual. De los 16 inscritos que hubo en esa contienda, la mitad sí tenía recorrido y militancia con sus auspiciantes.

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Fausto Camacho, exconsejero electoral, le dijo a EXPRESO que la premura con la que se desarrollan estas elecciones hizo que quede aún más en evidencia la crisis que atraviesan las organizaciones políticas, que incapaces de desarrollar procesos reales de democracia interna han tenido que acudir al mecanismo de apoyar a terceros.

Sin embargo, el exfuncionario hizo notar que no en todos los casos se puede acusar una desconexión ideológica. Hay postulantes que sí han tenido una actividad política previa y guardan coherencia con quienes ahora los respaldan, aunque no hayan sido militantes, aseguró.

Para Hidalgo, la premura del tiempo no debe ser pretexto para que no presenten candidatos propios porque una organización política con estructura y procesos de formación interna debería estar lista siempre. “Además que, recién en 2021, hace dos años, hubo elecciones y aunque sea una base de datos debieron haber generado”, cuestionó la activista.

Quien podría romper ese molde hoy es la Revolución Ciudadana que dará a conocer su binomio presidencial y las listas de asambleístas y todo apunta que, al menos, la candidata o candidato a la Presidencia de la República saldrá de entre sus propias filas.

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El subdirector de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FCD), Marcelo Espinel, dijo que es irresponsable que los partidos no se autoexijan contar con candidatos que se hayan formado en su militancia, aunque la ley electoral no contemple esta obligación, lo que ha dado luz verde a este sistema “clientelar”.

“Esto hace que las organizaciones políticas escojan al más conocido, al que pone más dinero, empujando a que el ciudadano ahora vote más por la cara que por una propuesta sólida para el país. Ahora mismo ya vemos partidos que hasta la anterior elección se ubicaban del centro a la izquierda, apoyando ahora a uno que se identifica más con la derecha”, criticó Espinel.