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    Algunos locales de Urdesa están cerrados. Sus propietarios para alquilarlos están exonerando hasta el pago de dos meses de adelanto.Christian Vinueza / Expreso
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    Departamentos. La oferta en el norte de Guayaquil se incrementó tras los días de confinamiento. Su valor cayó hasta en un 30 %.Christian Vinueza / Expreso

Mercado de alquiler: un duro golpe tras la pandemia

La renta de viviendas y oficinas sufre un revés. Una menor demanda merma los precios hasta en un 50 %. En Quito hay una desocupación alta

La COVID-19 ha provocado un shock sin precedentes en el mercado inmobiliario mundial y sus efectos en Ecuador no prometen ser menos letales en la renta de viviendas, alquiler de oficinas y locales comerciales. Solo en el caso de departamentos y casas la baja de precios, en lo que va de la pandemia, fluctúa entre un 10 y 30 %, con una alta incidencia en zonas de mayor plusvalía.

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Así lo recogen las cifras de la Asociación de Corredores de Bienes Raíces del Guayas (Acbir), que ha venido midiendo el comportamiento del mercado dentro de Guayaquil y zonas aledañas desde los días más críticos de la pandemia. “Mucha gente optó por abandonar lugares muy costosos, para irse a unos más económicos”, dice Sue Murillo, presidenta de este gremio, quien afirma que, a diferencia de otros profesionales, los días de cuarentena no llegaron a ser tan pasivos para los corredores de bienes.

“Llamó mucho la atención que en plena pandemia la gente te buscaba porque tenía que cambiarse de casa. A mí en plena cuarentena me tocó entregar tres departamentos”, cuenta Murillo. Una reacción entendible, dice, en meses en que las personas dejaron de percibir ingresos, sin tener certeza del tiempo en que la crisis podría extenderse. La desocupación se dio, sobre todo en el mercado de altos precios. “Los que pagaban hasta $ 1.000 se fueron a casas, departamentos de $ 500, y así sucesivamente”, dice Murillo.

Han sido tiempos en los que ha habido mucha solidaridad, hasta donde se ha podido. Suspender cuotas, rebajarlas y la tendencia seguirá hasta que haya una real recuperación.

Sue Murillo
Presidenta de Acbir del Guayas

El reflejo del mercado se equipara al grado de iliquidez que tiene, concuerda Henry Ríos, asesor de bienes raíces en la multinacional Remax. La tendencia, señala, hizo que los cánones de arrendamiento reduzcan sus precios en zonas como vía a la Costa, Los Ceibos, Lomas de Urdesa y Samborondón. “Vemos que la oferta en zonas de media alta y alta plusvalía está casi paralizado. Hoy el mercado de mayor demanda está entre los $ 300 y $ 800 máximo”, señala.

Una caída mayor, dice Murillo, se observa en espacios para oficina y locales comerciales. Estos, si no fueron desocupados, hoy se alquilan bajo nuevas condiciones, que incluye una rebaja de valores en hasta un 50 %.

Durante el confinamiento hubo un grupo importante de dueños de negocios que se dieron cuenta que el trabajo desde casa era posible, así que si no ajustaron precios con sus arrendatarios, optaron por entregar la oficina, ahorrándose gastos importantes.

Un desinterés que ha restado la demanda y, por ende, la cotización de estos lugares. “La gente siempre va a necesitar dónde vivir, pero puede no necesitar una oficina, por ende, el mercado no se detendrá”.

Lo que está cambiando son sus dinámicas, dice Ríos. Los arrendatarios saben que deben jugar en un escenario más flexible en cuanto a reglas. Mariela Armendáriz, directora comercial de Properati Ecuador, lo corrobora. Menciona que tras analizar la data que recoge su plataforma, en diferentes zonas de Quito, Guayaquil y Cuenca, se encontraron nuevas estrategias. “Lo que más se están aplicando son las facilidades de pago; regalos, descuentos o meses de gracia acompañan ahora a las ofertas que se les entrega a quien busca un nuevo hogar”, agrega.

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En crisis como las que se vive, siempre la defensa será para quien arrienda, acota Ríos. Un precepto que lo recoge la recién aprobada Ley de Apoyo Humanitario, donde se mantiene la suspensión temporal del desahucio (desalojo por falta de pago), durante el tiempo de vigencia del estado de excepción y hasta sesenta días después de su conclusión.

Eso favorece a quien alquila, pero puede ser un desincentivo para el arrendatario, en el contexto actual. Por ello, quienes no urgen por hallar inquilinos, se toman su tiempo para seleccionarlo. “Hay quienes están observando que tenga un codeudor, que trabaje, que tenga un ingreso fijo, ven los antecedentes, referencias bancarias, se observa mucho el buró de crédito”.

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Varios locales de la capital lucen desocupados por la falta de ventas. La zona rosa es la más afectada.EXPRESO

  • LA LENTA REACTIVACIÓN AFECTA A LOS ARRIENDOS EN QUITO

Es el segundo impacto. Luego del paso a semáforo amarillo en la movilidad de los quiteños, dictada el 26 de mayo, los locales comerciales abrieron sus puertas con restricciones y capacidad limitada. El problema fue, como admiten los propietarios de negocios, que la gente no regresó a comprar tras el aislamiento por el coronavirus. Un mes después de las normas de movilidad limitada, varios negocios cerraron sus puertas y los locales no pueden ser arrendados.

En el centro financiero de Quito y en su ‘zona rosa’ abundan los locales comerciales vacíos y en arriendo. Sus propietarios o encargados reconocen que no reciben ofertas para la renta. Al menos no en los precios que se solicitan.

La plaza Foch y la Amazonas (zona rosa) es uno de los puntos donde más se evidencia el cierre de negocios. A diario se desocupan espacios de venta de vestimenta, comidas y tecnología.

Incluso en parroquias rurales y valles se evidencian contratos terminados por adelantado ante la baja demanda del sector comercial.

$ 612, 9es el arriendo promedio más costoso de viviendas en la capital.

Lo dicho concuerda con la última estadística levantada por la empresa Properati. Según el estudio, en los últimos tres meses se registra una reducción en el costo de los alquileres en la capital. Domicilios y locales comerciales tienen cifras a la baja.

En el norte de la ciudad, por ejemplo, los arriendos pasaron de 411,3 dólares, en promedio, a 405. En el Valle de Tumbaco, en cambio, la reducción fue de unos 55 dólares, en promedio. Uno de los datos más altos.

El sur y el centro-norte de la ciudad también experimentaron caídas en el valor de los arriendos.

La cifra, sin embargo, es insuficiente. El presidente de la Cámara de Comercio de Quito, Patricio Alarcón, conversó la semana pasada con medios de comunicación para solicitar que los arriendos de locales bajen aún más. Sugirió un cobro simbólico hasta el próximo año o hasta 2022.

El pedido se extendió a las entidades gubernamentales que alquilan sus instalaciones. El Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar) explicó que los arriendos de puntos como la Plataforma Gubernamental Financiera (centro-norte) está concesionada y no tiene potestad para reducir montos.  JMF