
El Bono Raíces y su efecto sobre la pobreza rural en Ecuador: análisis de datos
Este bono único de $1.000 se diluirá rápidamente sin cambiar la pobreza estructural
El Gobierno Nacional creó el Bono Raíces mediante Decreto Ejecutivo 125 en septiembre de 2025, una transferencia única de $1.000 destinada a 100.000 pequeños productores rurales en situación de pobreza. Hasta mediados de septiembre, 70.000 productores ya habían recibido esta ayuda a través de BanEcuador.
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La medida surgió como compensación tras la eliminación del subsidio al diésel, que representaba más de $1.100 millones anuales en gasto público. Sin embargo, expertos cuestionan su efectividad real para combatir la pobreza estructural.
David Vera, director de Business School de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), advierte que el diseño del Bono Raíces contradice la evidencia sobre qué funciona en política social.
La diferencia es crucial: aunque matemáticamente sumen lo mismo, dar $1.000 de una sola vez genera un impacto completamente distinto a entregar $100 cada mes durante 10 meses. Las familias rurales en pobreza acumulan múltiples necesidades urgentes. Cuando reciben una suma grande de golpe, ese dinero se consume rápidamente pagando deudas pendientes, emergencias médicas o reparaciones del hogar.
"Si usted da un único bono en un momento, lo más probable es que ese bono se diluya muy rápidamente y después, en un par de meses o tal vez menos, ya no exista", señala Vera. En cambio, con pagos mensuales regulares, las familias pueden planificar su alimentación de forma sostenida.
La situación de la pobreza en la zona rural de Ecuador
La realidad de la pobreza rural en Ecuador es dramática. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de junio 2025, la pobreza rural alcanza el 41,7% y la pobreza extrema el 25,1%. El instituto define como pobre a quien percibe menos de $91,98 per cápita al mes, y como pobre extremo a quien recibe menos de $51,83 mensuales.
En hogares pobres, entre el 40% y 50% del gasto mensual se destina a comida, mientras que en hogares de mayores ingresos apenas llega al 10%. Por eso, un ingreso regular permite garantizar la alimentación mes a mes.
Vera contrasta el Bono Raíces con el Bono de Desarrollo Humano, implementado desde 2003, que entrega transferencias mensuales al 40% de los hogares más pobres. El ejemplo más claro es la desnutrición infantil: "Si a una madre embarazada se le da un bono mensual de $50 o $100 hasta que su hijo cumpla dos años, puede garantizar la alimentación del niño durante todo el periodo crítico", explica. En cambio, un bono único de $1.000 al inicio del embarazo probablemente ya no exista cuando el niño nazca.
Ecuador tiene aproximadamente entre 1.200 y 1.300 mil hogares rurales. El Bono Raíces beneficia a 100.000, es decir, no llegará ni al 10% de los hogares rurales.
Vera advierte que la distribución debería seguir un mapa de pobreza y desnutrición, identificando zonas con mayores carencias. Sin embargo, señala que podría no seguir criterios técnicos sino políticos, basándose en el mapa electoral. "Si se los reparte con una lógica de 'aquí necesito votos, aquí pongo bonos', la incidencia será de muy corto plazo", advierte.
"Dar una transferencia grande de una sola vez que no se repite no va a hacer ningún cambio en la pobreza estructural", sentencia Vera. Para el especialista, dar una sola vez una cantidad grande "suena más a clientelismo político que a realmente una motivación para cambiar un problema social".
Hasta el 25 de septiembre, el Gobierno había entregado 81.630 bonos, distribuidos principalmente entre Sierra (44,20%) y Costa (41,11%), cumpliendo más del 80% de su meta inicial de beneficiarios.
Sin embargo, con la pobreza rural apenas descendiendo de 43,3% a 41,7% entre junio de 2024 y junio de 2025, la brecha entre el campo y la ciudad se mantiene superior a 26 puntos porcentuales, evidenciando que las profundas desigualdades territoriales siguen limitando el desarrollo rural ecuatoriano.