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Pabel Muñoz
El alcalde indujo a votar por Luisa González en al menos tres videos. También puso la comunicación municipal al servicio de su campaña.GUSTAVO GUAMÁN

El día en que Quito no tuvo alcalde

Muñoz preparó con anticipación la coartada que le permitiera evadir la ley. Sin embargo, no perdió su condición de alcalde a la hora de la propaganda

El alcalde correísta de Quito, Pabel Muñoz, no ha negado su participación (faltaría más: lo vio todo el mundo) en varios videos de propaganda electoral de la candidata presidencial de su partido, Luisa González. Nomás dice que no hizo nada ilegal. 

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La ley, sin embargo (la de elecciones), prohíbe que los servidores públicos “en ejercicio de sus funciones” (este matiz es importante) “induzcan el voto a favor de determinada preferencia electoral”. Y la de Servicio Público (Losep) les prohíbe “ejercer actividades electorales” en su sentido más amplio. Muñoz insiste: “No he violentado en ningún momento el marco electoral”, dijo el jueves. ¿Cómo es eso posible? ¿Se puede hacer lo que la ley prohíbe y, sin embargo, no violarla? 

En la política ecuatoriana se puede hasta freír granizo, lo único que se necesita es un tinterillo capaz de encontrarse la figura jurídica que le permita pasar canguil por granizo frito. Y tinterillos no le faltan al alcalde.

SancionesMulta, destitución del cargo y/o suspensión de los derechos de participación: es lo que espera al alcalde en caso de ser encontrado culpable.

La explicación (mejor dicho: la coartada) parece hallarse en la acción de personal número 18357 del Municipio de Quito, por medio de la cual el director metropolitano de Recursos Humanos, Gustavo Bolaños, concede a Pabel Muñoz un anticipo de vacaciones por un día, el 9 de agosto, con el propósito no confesado en ese momento de entregarse de lleno a las actividades de campaña. 

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O sea, que el alcalde pidió a sus tinterillos que le buscaran una figura jurídica que le permitiera hacer propaganda electoral sin violar la ley y le dijeron: toma vacaciones. Ese día, cuando Pabel Muñoz se presentó, temprano en la mañana, en el noticiero de Ecuador TV, para anunciar la extensión del metro de Quito hasta la parroquia de Calderón, en el extremo norte de la capital, nadie sospechaba (porque nadie había sido informado) que la persona que estaba hablando no era el alcalde de Quito, sino un ciudadano cualquiera (por lo menos eso es lo que pretende la coartada).

9 de agosto, seis de la tarde: una gran concentración correísta había sido convocada por la candidata Luisa González en el parque lineal de Carapungo con ocasión del ‘Lanzamiento del proyecto de extensión del metro’: un tema del que venían hablando todos los comunicadores del Municipio desde el inicio de la semana y que había saltado a varios medios de comunicación. 

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Porque aquí no se trata solamente de que el alcalde apareciera en tres o cuatro videos de campaña: el tema está en que toda la política de comunicación del Municipio de Quito fue puesta al servicio de la candidatura de Luisa González. El asesinato de Fernando Villavicencio, ocurrido ese mismo 9 de agosto, aproximadamente a la misma hora en que debió celebrarse la concentración, les aguó la fiesta: no alcanzó Pabel Muñoz a saltar a la tribuna junto a Luisa González (hoy lo debe agradecer). Pero sí grabó un video con ella.

“Es para nosotros una prioridad poner en funcionamiento el metro de Quito”, le dice Pabel a Luisa en ese video. Y ella responde: “Tiene que ser una obra integral que atienda a todos. Y lo vamos a hacer con el alcalde (aquí señala con el dedo a su interlocutor y este asiente) y con la presidenta de la República”.

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No importa si está de vacaciones o no (también lo estaba cuando se presentó por la mañana en la televisión), el caso es que la persona que aparece en ese video no es un ciudadano cualquiera, sino el alcalde de Quito “en ejercicio de sus funciones”, como establece el Código de la Democracia cuando define la infracción grave en la que incurrió Muñoz. Todo lo demás es una artera sapada. 

Y como este video hay al menos dos más, probablemente, grabados en domingo, o fuera del horario de oficina: en todos ellos Pabel habla como alcalde “en ejercicio de sus funciones”.

Efectos de una denunciaJuan Esteban Guarderas, consejero del CPCCS que llevará el caso de Pabel Muñoz al Tribunal de lo Contencioso Electoral, celebra el efecto de su denuncia: “De todo el país me informan -dijo a este Diario- que alcaldes y prefectos están borrando contenidos de sus redes. Eso significa que la campaña, aunque sea al final, se está limpiando”. Quizá ahora las autoridades lo piensen dos veces antes de violar la ley.

“Yo soy militante de una organización política -se defendió este jueves-. ¿Quieren que haga trabajo, quieren que me tome una foto con quien no es parte de mi organización política? No me pidan eso”. Pues qué pena, exactamente eso es lo que se le pide: que haga trabajo con todos, porque es el alcalde de todos, no de un partido. Y que se saque la foto con quien le toque. Él no lo entiende así: “Yo me debo a una organización política”, dice. No a la ciudad. 

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Y compara, como también hizo en su momento el cuestionado expresidente del CPCCS Alembert Vera, su militancia con su afición deportiva: “Yo soy hincha de la Liga y seguiré yéndole a la Liga así no les guste a algunos”.

Y que conste que Pabel Muñoz era, supuestamente, el perfil más académico de su partido: un sociólogo, un hombre de ciencias sociales, un pensador, un tecnócrata. Ahora resulta que es capaz de confundirlo todo cuando le conviene.

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